Final apresurado para crónica morosa – JSH 4

Una vez desplomada la dictadura, sucedió como en 1936. Empezaron a conocerse los relatos periodísticos de todo lo que había permanecido en la sombra: el asesino de Droz Blanco en Barranquilla, la masacre de Turén, el horror de Guasina, el atentado contra Caldera —no el atentado, las causas que tuvo en Estrada para ordenarlo—, las listas de secuestrados y torturados

El periodismo se movía a sus anchas con todos sus derechos: dinamismo, pregunta sorpresiva, revelación de hechos, escándalos, crítica y defensa, ataques públicos, búsqueda de la verdad. Igualmente, con todos sus deberes mal cumplidos, lo que originaría varios pecados, delitos o como se llamen, difíciles de erradicar, como el o la palangre, que debiera ser palabra masculina cuando lo comete un hombre y femenina cuando una mujer, y con eso se cortaría la discusión.

LHC fue a parar a la Secretaría Nacional de Propaganda de Copei —el periodismo, siempre el periodismo— y su adjunto fue como lo saben Valentín Iglesias, y Desiderio Luna, su íntimo amigo; y uno y otro formaron desde entonces y hasta 1969 un dúo teórico destinado a renovar el socialcristianismo.

Quisiera contar esa historia, la de 1960 hacia acá, porque sería una muestra de cómo los periodistas no perdonan a la hora de conseguir una noticia bomba, asunto que sucedió en el célebre cónclave de Coralito, cuando se intuía, pero no se tenían datos precisos, que Rodolfo José se excedería al objetar la candidatura de Caldera. O en las salidas de reuniones tumultuosas como la del Radio City. O en la captura de documentos cuya autoría se atribuyó a LHC, como aquel de Perdomo Girón y Dagoberto González contra Rafael Clarencio y sus progenitores políticos.

Tampoco son tímidos los periodistas cuando utilizan las columnas, algo serias si llevan firma propia y algo poco serias si calzan seudónimo. De Antonio Campos —no soy catalán para saber si de campo viene Campíns— guardo yo un cerro que forman un tratado de arte periodístico: irónicas con Jóvito cuando quería ingresar a la Ancha Base, sarcásticas con Paz cuando construía la coalición anticopeyana, elogiosas con Betancourt por el mantenimiento eficaz de Punto Fijo, y así por el estilo.

Todo esto puede esperar, sin embargo, su turno.