Dos meses de camping

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El camping de la protesta ha crecido frente a la torre HP –avenida Francisco de Miranda, cruce con Segunda de Los Palos Grandes− y llega hasta el Centro Plaza, una cuadra más hacia el oeste. Dicen que quienes están allí son los más radicales. Puede ser pero no se les nota a primera vista

 

Sebastián de la Nuez

Desde luego, ahí no hay solo estudiantes. Una mujer buena moza, apostada en la carpa que sirve como centro de acopio de víveres, viene del Táchira. No es estudiante pero sí luce bastante radical. No quiere que ningún intruso tome fotos de los rostros de quienes pernoctan allí. ¿Por qué? Porque el gobierno los ficha y los busca luego para matarlos.

−Señora, pero si el gobierno quiere fotografiarlos a todos, lo tiene bien fácil: desde aquellos edificios puede hacerlo con un buen teleobjetivo. Y créame, tiene recursos para eso.

La mujer le guarda especial inquina a los presentadores o productores del programa Zurda Konducta, de VTV. Dice que han estado filmando, provocando. Por lo que cuenta, es aguerrida: amenazó a un individuo que había estado merodeando por allí, preguntando cosas, y a quien después vio dialogando con guardias nacionales. Un sapo, a su entender.

Al mediodía del sábado 3 de mayo se respira clima de pereza en el campamento improvisado. Después de casi dos meses, ¿es que la ira y el furor ante el abuso y la injusticia se han vuelto pura rutina? La solidaridad de la gente, desde luego, no parece haber decaído: a esa hora llegaban gaveras completas de agua y refrescos. A las doce en punto llaman a cantar el Himno Nacional. La gente va saliendo del escondrijo de sus carpas. El sol raja las baldosas, pero el modernísimo edificio que alberga al sordo Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) al menos da buena sombra. Los recién salidos de sus tienditas de colores, un tanto aletargados, arrancan con cierto desgano a cantar pero terminan las estrofas cada vez más arriba.

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Hay un centro de comunicaciones. Hay cables que conectan con las alcantarillas (ojalá no se produzca un corto y deje sin luz a toda la zona, una noche de estas). Y ojalá Tránsito del municipio Chacao ponga orden en las vías aledañas; desde Los Palos Grandes suelen bajar vehículos que indefectiblemente terminan dando la vuelta en  U porque no hay quien les avise que el paso está cerrado en ciertos puntos. Como está trancado el país.

Mientras se destranca, la protesta respira monóxido de carbono. Los manifestantes duermen a tres metros del paso de las busetas, por lo general los vehículos más contaminantes. El camping está lleno de letreros. Es una protesta redactada por partes en paredes y columnas. Frases cortas y rotundas. En verdad todo comenzó hace varios meses con un señor a quien despidieron de Inparques. No se encontraba ayer en su domicilio –o sea, en su carpa− pero allí mismo está toda la historia de ignominias de Inparques para quien desee tomar nota.

Hay cruces en varios sitios con los nombres de las víctimas de la bestialidad desplegada por la GNB/PNB desde el 12 de febrero para acá; una mesa con una cruz, velas, vírgenes y ángeles de cerámica más un pote de Maalox por si acaso. En estos tiempos, nunca salga de su carpa sin él.

Hay, también, una exposición de cápsulas o cartuchos usados de diferentes tamaños y variado aspecto. Un letrero sirve como síntesis:

Cada una de estas [municiones] cuesta 270 dólares o más.

Cierto: la guerra sale cara. Para todos. Aunque para algunos siempre sale más cara en términos de cicatrices, traumas, pérdidas, dolores imposibles de reparar. Por cierto, un eslogan del PNUD es «Al servicio de las personas y las naciones».

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