La resurrección de la esperanza

Letreros pegados por la gente en un edificio aledaño a la plaza Altamira, en marco y abril de 2014.

Letreros pegados por la gente en un edificio aledaño a la plaza Altamira, en marzo y abril de 2014.

¿Los venezolanos han comenzado a verse en perspectiva histórica, incluso mirándose en el espejo de otros países iberoamericanos? Con la cita del primero de septiembre, el país democrático parece buscar –ahora sí− pararse sobre sí mismo nuevamente y hacerse dueño de su destino. ¿Hasta cuándo el tutelaje militar?

Sebastián de la Nuez

Los psicólogos sociales deben estar frotándose las manos: es un gran campo de estudio el escenario del primero de septiembre en Venezuela.

Durante el siglo XX Argentina sufrió seis golpes militares contra gobiernos elegidos democráticamente: golpes que causaron estragos y dejaron heridas profundas. No le fue tan mal, después de todo, si se le compara con Bolivia, donde hubo cerca de setenta intentonas militares contra gobiernos establecidos, resultaran exitosas o no. Parece ser el sino de las sociedades de Latinoamérica esa recurrencia a la solución militar. Con la que cierta izquierda coqueteó tan a menudo, por cierto. En el caso venezolano, lo deja caer, casi de pasada, el historiador Manuel Caballero en Por qué no soy bolivariano al hablar de las asonadas militares comandadas o acicateadas por Chávez en 1992: “En ambos casos, y debo decir que casi en solitario en la oposición de izquierdas a Carlos Andrés Pérez, manifesté mi rechazo a los madrugonazos”.

A principios de octubre de 2015 hubo en la Universidad Católica Andrés Bello unas “lecturas sociológicas sobre la Venezuela actual” con la participación de varios psicólogos sociales. La conclusión fue: sí, este país está de terapia, pero esa terapia tiene mucha relación con la recuperación y puesta en práctica de la solidaridad.

Ese dato lo tenía bien claro Elio Rodolfo Parisi, de la Universidad Nacional de San Luis (Argentina), quien citó el caso de las Abuelas de Plaza de Mayo a mediados de los años 70. “Hablé de ellas [en la charla de la universidad] porque representan la esperanza. Lucharon durante mucho tiempo por lograr ciertos objetivos. Se empeñaron desde la continuidad familiar, histórica”.

Observó Parisi, en su visita, enojo y tristeza en el pueblo venezolano, y pensó que un ejemplo como el de aquel grupo de mujeres podía ayudar a recuperar la esperanza. Mostró el proceso de apropiación de niños que se produjo durante la dictadura: hijos recién nacidos de madres “desaparecidas” fueron dados a familias cercanas o simpatizantes del régimen militar. “De esa situación se ha podido salir, y se puede seguir luchando”, dijo. Sin embargo, puso distancia entre el caso argentino y la actualidad venezolana. Parisi no pensaba que el gobierno venezolano se hubiera propuesto desmoralizar a la sociedad, aunque es posible, admitía, “que le hayan salido mal las cosas”.

Por su parte, Maite Beramendi, sicóloga social también argentina, se refirió a la importancia fundamental de las instituciones ya que ellas promueven, regulan y garantizan la acción social coordinada entre los ciudadanos, algo que en su opinión falla en Venezuela. Ha realizado junto a la venezolana Yorelis Acosta un estudio en diversos países latinoamericanos (Chile, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Paraguay) sobre la desmoralización de las personas y el sistema normativo. La idea es, o era, analizar qué pasa cuando las instituciones no funcionan. Hay corrupción, percepción de baja legitimidad… ¿cómo repercute todo eso en las dinámicas y prácticas de la gente? Por lo común las personas no visualizan que el estado de cosas pueda cambiar. Quieren irse, no piensan que haya salida pues no confían en que sus gobiernos puedan dar cabida al cambio social.

Beramendi analizó el fenómeno de la trasgresión, que genera tantos problemas en el ámbito social. Dijo que no hay una sola perspectiva para entender a las sociedades, sus dinámicas, su modo de trasgredir. Hay que ver el asunto desde diversas perspectivas. En Argentina, por ejemplo, se piensa que la trasgresión es ilegal pero no ilegítima. “Es decir, como todos lo hacemos, creemos que así funciona el sistema y se sostiene. Mi pregunta entonces era: ¿cuáles son las creencias sobre la norma cuando la trasgresión es constante?”.

Yorelis Acosta, anfitriona de sus colegas argentinos, pertenece a la Asociación Iberolatinoamericana de Psicología Política. Desde allí se han tendido redes de investigación, estudiando temas comunes, analizando los fenómenos en perspectiva comparada. Dijo Acosta en aquellos primeros días de octubre, hace casi un año: “Necesitamos ver otras experiencias. En Venezuela quizás sentimos que estamos parados en medio del problema, o caminando en círculos. Por eso es sano vernos en perspectiva histórica, algo que a veces nos falta”.

Agregó que los venezolanos deben reconocer “que tenemos algunos elementos patológicos, y eso nos está afectando como sociedad. Es una situación inédita, incluso para mi generación, que nací en democracia; la democracia nos dio cierta estabilidad. Entonces, para mí, y para mis estudiantes, esto es una situación que produce terror y asombro”.

En fin, este primero de septiembre la desmoralización que propone el Gobierno se enfrenta a un pueblo que necesita rescatar su solidaridad, verse en los ojos de su paisano: cada quien desde sus propias convicciones, hermanados todos ante el desastre, a favor de lo que queda de país. Se deben encontrar el guaro y el gocho, el zuliano y el oriental, el caraqueño y el barloventeño. Gente. Solo gente. Gente necesitada urgentemente de abandonar la anomia y asumir la solidaridad organizándose alrededor de algo, sea cual sea la forma que adopte y su nicho de contribución, “viéndole el queso a la tostada”.

Lo otro es permanecer alertas ante la trasgresión propia y ajena, no creer que lo que le sucede a este pueblo es inédito, una especie de maldición por haber confiado en un golpista. Quizás estén allí las claves redentoras para un exitoso primero de septiembre donde, como dice Fernando Mires, comienza un proceso. No es que la cosa concluye ese día.

 

NOTA:

Trabajos de Beramendi y Parisi pueden verse en diversas revistas especializadas de Iberoamérica y pueden encontrarse fácilmente a través de Google. Parisi dirige la Revista de Psicología Política de la Universidad de San Luis (www.psicopol.unsl.edu.ar/)