Cómo titular lo inasible

AFP PHOTO / JUAN BARRETO

¿Cómo titular lo sucedido ayer en Venezuela? Es difícil hacerlo desde afuera pero probablemente, aún más, habrá sido hacerlo desde adentro en una sola frase que resuma la jornada. Los acontecimientos ofrecen demasiadas aristas y claroscuros

 

Sebastián de la Nuez

Quizás el diario La Razón, de España, resolvió de la mejor manera posible: poniendo el foco sobre un hecho puntual que revela el telón de fondo de toda la crisis por la cual atraviesa el país más rico de América Latina: sobre el fondo de una gran foto que ocupa casi toda la portada, La Razón titula “Morir por un kilo de harina” con el antetítulo “La verdad tras el golpe de Maduro”.

Solo en el sumario de tres líneas que sigue se ocupan de la noticia más comentada a través de las redes, la declaración de Luisa Ortega Díaz, luego de explicar la foto en la cual aparece un cuerpo humano tirado en el piso ante lo que parece una bodega o abastos: “Un hombre de 79 años muere tras cuatro horas en la cola de un supermercado. La fiscal general denuncia la «ruptura del orden constitucional» mientras crece la tensión en la calle”.

Por su parte, El País, diario que sigue atentamente los acontecimientos, resuelve de una manera prudente pero anodina: “La oposición en Venezuela trata de derrotar el golpe en la calle” añadiendo un sumario relacionado con el ámbito interno español “(El partido) Podemos  se desmarca de la condena mundial y justifica la suspensión del Congreso por el régimen de Maduro”, lo cual no es totalmente cierto aun cuando es verdad que Pablo Iglesias y sus secuaces han tratado de escurrir el bulto ante la realidad venezolana.

El diario El Mundo, por su parte, titula “El autogolpe de Maduro provoca las primeras grietas en el chavismo” (no es cierto: no son las primeras; en todo caso, no necesariamente se ha mostrado una grieta) y a continuación da somera cuenta de la declaración de la fiscal. La foto principal no versa sobre la reacción de Inglaterra respecto a Gibraltar, ni sobre los hechos de corrupción política en el tapete español durante las últimas semanas; recoge, antes bien, el grupo de gente que este viernes fue repelida por los piquetes de la Guardia Nacional en las cercanías del TSJ.

El principal diario de Cataluña, La Vanguardia, se conforma con anunciar el “alejamiento” de la fiscal respecto a Maduro. Lo hace también en portada.

En televisión, en Antena 3, aparecía anoche un compendio de insultos del presidente venezolano contra Mariano Rajoy. En todas las televisiones españolas fue una de las noticias de apertura la situación de Venezuela después de las decisiones del Supremo criollo anulando la actual Asamblea Nacional.

 

PORTALES CRIOLLOS

Lo cierto es que resulta difícil compendiar en un solo enunciado lo sucedido ayer, 31 de marzo, en Venezuela. Es una emergencia nacional, es una crisis institucional, es un golpe de Estado contra el parlamento y es una rebelión social en curso no guiada por la oposición organizada sino más bien anárquica, atomizada: a cada momento, ayer, se veían a través de las redes brotes de protestas no muy contundentes en diversas partes de Caracas, sin que apareciese una voz ductora que convocase con sentido unitario.

¿A qué conclusiones puede llegar un europeo que desee hacerse una idea, lo más cabal posible, en torno  a los sucesos de Venezuela?

Si abre el portal Efecto Cocuyo encontrará un carrusel de cinco noticias en su parte superior, rotando continuamente. No sabrá cuál es la interpretación del propio medio, del cual espera seguramente una jerarquización de los hechos. No hay editorial.

Al abrir El Estímulo, lo mismo, con el agregado interesante de una entrevista a la politóloga Margarita López Maya. “Luisa Ortega Díaz deja dudas al salirse del guion chavista” es uno de los títulos que rotan constantemente, compartiendo igual número de microsegundos en pantalla con “Países de la OEA declararán que hubo alteración del hilo constitucional en Venezuela” o “Banderas, carteles y consignas protagonizaron la tarde en Caracas”. Hay buenas fotos del día al pinchar sobre este último titular. La redacción busca ser una crónica−resumen pero en realidad es una colección de leyendas con frases tan pobres como “la tarde del viernes no fue rutinaria”.

No, no lo fue. Pero hay notas que sí lo fueron.

El servicio de tuits de El Nacional, por otro lado, es francamente patético, salpicado de consejos para perder la virginidad en las mejores condiciones o cómo escoger la raza de perro que debe acompañarte según tu signo astrológico. ¿Qué queda de esa gran marca ligada a la figura egregia de Miguel Otero Silva?

Hay mucha oferta informativa en la gran red para los venezolanos, y todo resulta en una gran algarabía: El Pitazo, Contrapunto, Caraota Digital… Al final uno se aferra a un comentario encerrado en 140 caracteres si, como quien dice, pone orden en la pea. Ante un océano con su clásico centímetro de profundidad, a uno le apetece una puntual zona abisal. Vale más el tuit de Diego Arroyo Gil que tanta alharaca. Solo habría que contextualizarlo, el tuit, tratarlo periodísticamente en una sala de Redacción debidamente amueblada; colocarlo cuidadosamente en la cadena de acontecimientos del día para convertirlo en un artefacto interpretativo:

Maduro da órdenes al Poder Judicial para que el Poder Judicial demuestre que es independiente. Todo es tan burdo y absurdo como él mismo.

Habría que limar el calificativo “burdo” para mantener las formas (lo de “absurdo” luce incuestionable): con eso y el tuit de Gregorio Salazar preguntándose qué relación habrá entre el Consejo de Defensa Nacional  (que trata constitucionalmente el asunto del espacio geográfico y no otra cosa) con el golpe de Estado perpetrado desde el TSJ, bastaría para tejer un editorial, un resumen del día, un cierre de lujo. Hay elementos valiosos para jalonar la cadena, como algunas de las frases de López Maya al periodista Víctor Amaya, entre las cuales ya el propio título resulta de perlas: “Aquí podemos ir facilito a un militarismo fascista”.

Es una voz de autoridad. Hay que buscarlas y precisarlas en momentos de tanta incertidumbre; pueden equivocarse, como cualquiera. Pero contribuyen a sacar la cabeza de esta algarabía esclerótica, este desenfreno oligofrénico pletórico de fragmentos o retazos de realidad. ¿Cómo titular lo inasible? Es muy difícil. La vorágine de un régimen que funciona (¿calculadamente desde La Habana?) a la manera de un jefe de Redacción esquizofrénico señalando “¡ahí va el ladrón!” continuamente no ayuda para nada.

Hay que sacar la cabeza de algún modo. Hay que sacarla para otear el horizonte, si ello es posible y debe serlo pues hoy el venezolano en los medios serios (no hay razones para no pensar que muchos tratan de serlo, excepto, claro, Últimas Noticias) quiere hacer un trabajo preciso, valiente, totalizador, trascendente. De registro para el futuro. Sabe este venezolano en los medios que es observado por el mundo, o buena parte de él.

Hay que sacar la cabeza, pues, y tener presente muy claramente que el telón de fondo de todo esto es ese señor de 79 años tirado a las puertas de un supermercado en la foto que está llevando hoy el diario La Razón a los kioscos de España, y en su portal también.