El autor de Ébano dejó una enseñanza concreta: no hay periodismo posible al margen de la relación con los otros seres humanos
Buscamos información. Es decir, hechos, datos, referencias, opiniones, expresiones valorativas; buscamos en las fuentes su paradoja, el cierre de un círculo, la energía emprendedora, el ocaso o quizás el trasnocho de una ideología, el cansancio, la nostalgia, la otra cara del mito o la leyenda, la gloria, el oropel, la decadencia o la sabiduría. Buscamos vida. Ryszard Kapuscinski lo dice en Los cínicos no sirven para este oficio (Editorial Anagrama. Barcelona, 2002. Pág. 38):
No hay periodismo posible al margen de la relación con los otros seres humanos. La relación con los seres humanos es el elemento imprescindible de nuestro trabajo, En nuestra profesión es imprescindible tener nociones de psicología; hay que saber cómo dirigirse a los demás, cómo tratar con ellos y comprenderlos.
Eso dice el bielorruso. Pero él es un utópico, todos lo sabemos. En el género de la entrevista media el utilitarismo. Inevitable e indispensable. Buscamos aquella mercancía tan delicada inmiscuyéndonos en el historial íntimo de las personas para extraer de allí lo que consideramos útil para el trabajo que nos proponemos.
Por otra parte, la indiferencia no es uno de los atributos del buen periodista: quizás la contingencia vital del objeto de nuestro estudio nos afecte, toque cierta fibra, despierte una solidaridad que enturbiará el resultado. Sabemos que la gente es vulnerable, aun la gente poderosa. Incluso Henry Kissinger era vulnerable en sus buenos tiempos de zorro curtido en mil batallas diplomáticas, como lo demostró la Fallaci. ¿Es posible un equilibrio entre la empatía y el utilitarismo?
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