De tal palo, tal astilla

Kamelot Aguero (Small)En su infancia entonó jingles para comerciales y fue una de las voces del programa de TV El club de los tigritos. Hoy,  ya más adulta, pero conservando la dulzura de los 15, Kamelot Agüero —hija del maestro Alí Agüero— se dedica a dos proyectos musicales que exhiben el polifacético talento heredado

Andrea Pérez / Cursante actual de Entrevista Periodística

Cercanas las ocho de la noche, Kamelot Agüero viste unos blue jeans a la medida y una franela blanca que sostiene un juego de cintas en el busto. Su cabello luce lacio, con ligeras ondas en las puntas. Sonriente, tranquila, y en algunos momentos, tímida. Así es ella, una muchacha que ha estado inmersa en el mundo del espectáculo, pero nunca como figura pública. En su nueva faceta, deberá enfrentar su mayor temor: un escenario con público. Con 29 años, y una carrera de Diseño Gráfico sobre los hombros, Agüero pretende lanzar dos producciones independientes: una de música pop, y otra de música venezolana, fusionada con géneros como el bossa nova, con temas de la autoría de su padre.

 ***

El hogar que refugia a esta joven es un pent house de San Bernardino. Después de pasar la puerta de entrada, un mueble blanco acompañado de cojines estampados da la bienvenida. Hay adornos de diferentes motivos. Las paredes están envueltas en cuadros, cuadros y más cuadros de variados estilos. Su mamá, Zenaida Riera, sale de las habitaciones con cara de cansancio y se queja de la cola que toleró desde Los Cortijos hasta su casa. Unos metros más allá hay un pequeño salón de estar de donde el maestro Alí Agüero sale a saludar: espigado, ya con el cabello y las barbas color nieve, pero con una sonrisa despejada.

 —¿De quién sacó el talento, de su papá o de su mamá?

—Yo creo que de mi papá. Mi mamá también es cantante y tiene una voz espectacular. Pero me voy más hacia la parte rítmica y mi papá tiene muchísimo de eso. A mí me gusta demasiado la percusión. De hecho, yo me acuerdo que cuando estaba chiquita, él y yo  hacíamos un juego. Él me ponía sobre sus piernas y con sus manos tocaba una frase acústica, y yo la tenía que repetir. Soy fanática de ese tipo de cosas. En cambio, mi mamá no es tan rítmica.

Kamelot Agüero aún rememora aquellas tardes de su infancia que pasaba en el estudio de grabación, donde su padre componía y grababa los jingles de comerciales. Desde su niñez, adolescencia y hasta hace pocas semanas, Agüero registró recuerdos en las paredes de Estudios del Este, lugar que pertenecía al cantante Chelique Sarabia, quien después lo vendió y terminó en manos de Bob Abreu. Hoy, el pelotero estableció en esa quinta de La Castellana su propia disquera, Cacao Musical. La despedida de aquella casa que la vio crecer y hasta hacer tareas ha sido lo más duro por lo que sus padres y ella han pasado.  “Mi vida es mucho más Estudios del Este que mi casa. Yo creo que aún no lo he procesado. Es muy difícil despegarse de ese lugar”.

 ***

Para ella, pasar horas todos los días presenciando grabaciones, tropezándose con algún micrófono y viendo al maestro Alí dirigir a un grupo de voces para grabar alguna cuña era cosa de todos los días. Sin embargo, en medio de la caída del negocio de los comerciales, presenció el auge de Los Cuñaos: único grupo polifónico de ocho voces que cantaba música venezolana, bajo el sello de Aldemaro Romero y su estilo Onda Nueva. Sin darse cuenta, la influencia de la música criolla daría fruto entre sus planes tarde o temprano.

—¿La cultura Onda Nueva ha influido en el proyecto de música venezolana, fusionada con otros géneros?

—Digamos que yo siempre he tenido la influencia de la música venezolana por mi papá y mi mamá y lo que ellos hacían. Ahora he tenido la oportunidad de ver a esos “musicazos” que tenemos últimamente en este país, que son increíbles. Porque además son súper virtuosos, o sea, es algo que va más allá de ser buen músico. Eso me ha dado motivación para comenzar el proyecto que tiene algo de música venezolana.

A la cantante, los ojos se le ponen brillantes cuando habla del Movimiento Acústico Urbano (MAU). Sonríe, describe y se explaya explicando de qué trata esta nueva movida venezolana. “La MAU comenzó con un grupo de chamos que son unos genios. Se pusieron de acuerdo para tocar gratis. La cuestión era algo así como un ventetú. Todos con todos, y se montaban quienes quisieran. Así se fue formando, y ahora hicieron una estructura administrativa más organizada”.

El movimiento surgió gracias a un joven llamado Álvaro Paiba, quien organizó seis ensambles. Cada uno de los ensambles plantea, de forma instrumental, la música venezolana, acompañada de fusiones con géneros como el jazz y el bossa nova.  En el disco, Agüero estará junto a Diego Álvarez —hijo de Morela Muñoz—, quien tocará el cajón, y de Jorge Glenn, que ejecutará el cuatro. Ambos inmersos de lleno en la MAU.

***

A esta joven morena, esbelta, de cara alargada, ojos pequeños, cejas definidas y una sonrisa encantadora, que es acompañada de un delicado piercing de acero que se posa debajo de sus labios, el corazón se le vuelve pequeño cuando habla de su abuelita Cruz, quien desde hace cuatro años no está con ella. La extraña, y mucho. Para la joven no habrá nada mejor que la comida de su abuela, de quien conserva tres medallitas que utiliza siempre bajo su camisa. “Se convirtieron en una especie de protección para mí, cuando ella se fue”.

Al parecer, las medallitas no sólo la han protegido, sino que le han dado oportunidades. A partir del año 2005, Agüero tiene un grupo llamado Los del piso de arriba. Hasta ahora, la banda no está conformada como tal. Sólo la forman ella como cantante y compositora y su compañero José Ángel Sánchez, quien compone, toca el teclado y hace las maquetas de las pistas. Hace dos años, ambos partieron a España a buscar una oportunidad. Estando allá registraron algunos de sus temas. De vuelta en Venezuela, recibieron un correo notificándoles que el tema Déjate llevar había sido seleccionado para que lo interpretara Lis Tentour, una cantante española. “No lo podía creer, sobre todo porque esa es la primera canción que compuse a los 17 años”.

Se exalta, y hasta se apena. “Todavía José Ángel y yo no nos lo creemos”. Sin embargo, no todo queda allí. Hace más de seis meses, la misma editora musical les pidió que mandaran otros temas para un CD de música pop que recopila los mejores temas de España. Ni en tus labios fue el tema que seleccionó la disquera, para convertirlos en los únicos venezolanos con aquella participación en la compilación de Pop like Barcelona. Es así como Kamelot, junto a su amigo José Ángel, mantiene el sueño de que su trabajo creativo sea reconocido en su tierra. Ella no deja de admitir que quiere vivir de la música y que no se ve haciendo otra cosa que no sea crear una melodía, componer una canción y cantarla. Esto, más ensayos y grabaciones constituyen su rutina laboral diaria.