Otro pianista en el burdel

PIANISTA EN EL BURDEL

 

Reseña breve sobre el último libro del director fundador de El País, y las nueve condiciones que un periodista que se precie de tal debe conservar para llamarse así

 

Juan Luis Cebrián dice por qué tituló su último libro El pianista en el burdel (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Madrid, 2009): según una conseja popular, alguien imploraba a sus amigos que no le dijeran a su madre que era periodista; «prefiero que siga creyendo que toco el piano en un burdel». Algo como para pensar en el descrédito social tradicional que ha padecido la profesión, al menos hasta no hace mucho. Cebrián, lobo de mar curtido en mil batallas junto a El País −su obra vital− pero también junto al socialismo del PSOE y al celebérrimo magnate de las comunicaciones Jesús De Polanco (fallecido en 2007), reabre polémicas con este libro, paga facturas atrasadas y da una bonita lección de precisión y talento en la escritura. Entre otros, cita a dos norteamericanos (Kovach y Rosenstiel), autores de una investigación que arrojó nueve conclusiones acerca de lo que un periodista debe ser. Normas. Normas para pegar en el grabador, en la computadora, en el cerebro. Naturalmente atañen, también, a quienes se dedican a entrevistar 
  •  La primera obligación del periodista es la verdad.
  • Su primera lealtad es hacia los ciudadanos.
  • Su esencia es la disciplina de la verificación.
  • Sus profesionales deben ser independientes de los hechos y personas sobre las que informan.
  • Debe servir como un vigilante independiente del poder.
  • Debe otorgar tribuna a las críticas públicas y al compromiso.
  • Ha de esforzarse en hacer de lo importante algo interesante y oportuno.
  • Debe seguir las noticias de forma a la vez exhaustiva y proporcionada.
  • Sus profesionales deben tener derecho a ejercer lo que les dicta su conciencia.