Nada mejor para aprender que leer cosas escritas hace años por gente que hizo historia, a uno y otro lado de la libreta de apuntes. A partir de entrevistas a personajes como Benito Mussolini y Norman Mailer (del libro recopilación Grandes entrevistas de la historia, Editorial El País/Aguilar) se abrió una pregunta en la clase del Noveno Semestre: ¿por qué son tan fastidiosas tantas entrevistas publicadas en los diarios venezolanos?
La respuesta es bien sencilla: porque no se salen de ciertos parámetros debidamente establecidos y masticados hasta la saciedad.
Se les propuso a los alumnos, en especial tras la lectura de la entrevista a Norman Mailer –aparecida en la revista Mademoiselle en 1961−, la reflexión en torno a una cuestión más bien existencial. El escritor Mailer llega a la conclusión de que quienes preguntan –dos periodistas norteamericanas− desean que se «asome al abismo». Y sus interlocutoras le preguntan por qué no, ¿no cree que muchos de nosotros queremos asomarnos?
Mailer dice que no, que eso aterroriza a la gente. Pero a continuación se lanza una gran parrafada hablando de un bárbaro que, en medio de su barbarie, puede sentir «un momento de ternura».
¿Por qué no acercarse al abismo junto a uno de esos entrevistados que asiduamente aparecen en los periódicos venezolanos? ¿Acaso no determina la barbarie, hoy en día, la vida del venezolano común y corriente? Es cierto: las entrevistas que aparecen los fines de semana suelen ser fastidiosas; en contraposición, la de Mailer, con su carga de barbarie, marihuana y hipsters, sigue resultando interesante a pesar del tiempo transcurrido.
¿Es posible preguntarle, por ejemplo, al alcalde Antonio Ledezma si se siente al borde de un abismo? «Explíqueme cómo está su alma». Quizás Ledezma no diga cosas tan originales e imaginativas como Norman Mailer, pero sí revele algo usualmente velado.
−Es verdad –dice Aritzaith−, uno debe tratar de ir un poco más allá; pero no a todo el mundo se le puede hacer esa clase de preguntas. A lo mejor ese tipo de preguntas se le puede hacer a un artista; pero un político se quedará en blanco y no sabrá qué responder. Si a mí me preguntan si me siento al borde del abismo, respondería: cuál abismo.
−Es que el lector –añade María Daniela− no se espera que tú, como entrevistador, le vayas a preguntar a Ledezma si se siente al borde de un abismo. Tienes que tomar en cuenta el contexto en que se mueve la persona a la que vas a entrevistar. La agenda está marcada por la pauta que se establece de un día para otro, no por lo que el periodista imponga. Lo que vale es la agenda temática del día.
A Andrea le parece interesante la propuesta: «Pero eso no se da en Venezuela por lo que dice Aritzaith. Obviamente, en un país, cuando está bajo las condiciones en que está Venezuela, tú puedes preguntarle a un alcalde si estamos al borde de un abismo, pero la cuestión es cómo se le pregunta y cómo lo abordas para escapar a la perspectiva de siempre, porque el periodismo está inmerso en la inmediatez».
Airam piensa que el periodista tiende a ser condescendiente y a subestimar al entrevistado. «Uno cree que te van a responder de cierta y determinada manera, y por eso se cae en la reiteración de las preguntas que tienen una respuesta segura y que supuestamente interesan al lector. Pero si uno deja de ser tan condescendiente y de preguntar sólo lo que uno presupone que puede ser respondido, seguramente puede hallar otro camino».
Beatriz dice que si uno le va a preguntar, en medio de la presente crisis, al superintendente de bancos si fuma, el lector va a decir que qué demonios le importa a él eso, pues lo que quiere saber es qué va a pasar con su dinero.
Natalia, por su parte, dice que la mayoría no se entera de las informaciones por la Prensa, sino por la televisión o Internet. De modo que si lees la Prensa, no buscas el hecho en sí sino algo más en la noticia. «Por eso me parece bien que se ahonde en el personaje, pues ya no le puedes preguntar lo mismo a lo que respondió por Internet. ¿Para qué vas a comprar el periódico, entonces?»
Cristina agrega que el político debe cuidar lo que dice pues no puede proyectar una imagen insegura hacia el país. Si muestra inseguridad, puede costarle votos. Un político siempre debe resguardar su imagen. Quizás los medios tampoco exponen a este tipo de personajes.
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Seguirán existiendo entrevistas meramente informativas. Entrevistas que le digan al lector si debe o no quitar sus ahorros de un banco y colocarlos en bonos en una entidad financiera. Pero si uno va a entrevistar al superintendente de bancos para una página de fin de semana, seguramente será bueno saber si, a raíz del estallido de la crisis, fuma menos o más, o si agarró el vicio precisamente en ese momento.
En cuanto al abismo de Mailer, quizás sea hora de que Antonio Ledezma sea sorprendido con el tema al menos una vez en su carrera política. Puede que tropiece con su propia lengua, pero al fin tendrá que hablar de sentimientos y cosas que atañen al alma. Será interesante escucharlo o leerlo, pues a fin de cuentas, las entrevistas deben servir para captar el momento psicológico del liderazgo de una nación. No sólo el momento político.
Creo que a Ledezma y a muchos otros políticos le sucederá lo mismo al plantearles algo así. Ese tipo de preguntas le descuadran el discurso sistemático que poseen y es inevitable que al momento de hacer una interrogante que tenga doble sentido, por exagerarlo un poco,tenderán a trabarse en la respueta. Son mecánicos mentales.