«El mundo de mañana hay que organizarlo»

Valmore Rodríguez vivió intensamente 55 años dedicados a la lucha contra toda tiranía. Esta es una entrevista imaginaria llena de frases que muy bien pudo haber expresado, o que de hecho expresó

Karina Gómez

Murió el 10 de julio de 1955 en Chile y sus restos fueron trasladados a Venezuela en 1959, sólo cuando el país conquistó nuevamente la democracia, tal como fue su deseo. Su pensamiento de avanzada y su recia personalidad lo llevaron a ser un líder integral y muchos se preguntan hoy qué hubiera sido de la política venezolana si el viejo Valmore hubiera tenido larga vida. Participó en la redacción del Plan de Barranquilla, creó el Ministerio de Comunicaciones, fundó el periódico El País y fue sargento en el ejército norteamericano, aunque por querer seguir siendo venezolano se quedó sargento.

Pero en este momento el voto popular lo ha llevado a asumir la presidencia del Congreso de la República, convirtiéndose así en el primer venezolano en conseguir dicho cargo por la disposición de sus conciudadanos. Es un importante líder político que junto a Rómulo Gallegos y Acción Democrática pretende enrumbar al país. Su vida ha sido azarosa.

Siempre huyendo del cuero del dictador. Pero al viejo Valmore lo respetan. Todos en AD lo respetan por su experiencia y determinación de combatir por un mejor país. Es polémico, pero tolerante; siempre está dispuesto a afrontar al enemigo con ideas, así que es amigo de todos, sin distinción de ideología. Le gusta vestir de flux blanco, bien planchado y con zapatos del mismo color haciendo juego con su canoso cabello. Y escucha tango. En su oficina escucha tango.

Además escribe y ha ganado premios por su pluma. Canto a la Batalla de Ayacucho mereció un galardón y con La epopeya del trabajo se apuntó otro. Sus amigos lo consideran un hombre humilde, de limpia y noble personalidad que ha hecho de su trabajo como poeta, narrador, ensayista, periodista, político y parlamentario la bandera de los cambios sociales. Ahora se incorpora al ejercicio efectivo de la democracia institucionalizada con la convicción de que el manejo de la cosa pública será pulcro.

―Desde que asumió la presidencia del Senado, ¿cuál ha sido su objetivo?

―El normal desenvolvimiento de la democracia venezolana. Es mi anhelo que la vida institucional de Venezuela descanse sobre sólidas columnas. Es por eso que prácticamente hay que reformar todo el acervo de nuestras leyes, para armonizarlas con la Constitución y deslastrarlas del espíritu antidemocrático y oligárquico que detentan, y darles uno de renovación y recreación de la época que vivimos. Se estará este mismo año haciendo importantes proyectos de leyes y reformas de positiva trascendencia. La ley agraria entre ellas. Buscaremos asentar permanentemente la justicia social en el campo, al propio tiempo que aumentar la producción, instituyendo normas que permitan la explotación racional de la tierra y regulen las relaciones de los que la trabajan. Pero también de acometer la reforma de otras leyes que son el complemento indispensable de la obra sustantiva de la revolución.  

―¿Se refiere a la revolución del 18 de octubre?

―Exactamente. Hay quienes niegan el contenido reivindicador que tiene la Revolución de Octubre, ¿pero es acaso un hecho de rutina eso de elegir por voto directo y universal al Presidente de la República? ¿Se vieron nunca como hoy establecidos y garantizados, tanto en la letra de la constitución y las leyes, como en la práctica, los derechos sociales del pueblo trabajador? No lo creo, por lo que hay un trasunto de aspiraciones vitales que nuestro pueblo ha reivindicado con firmeza revolucionaria. Ahora es menester integrarnos a una vida de relación más acorde con nuestras instituciones políticas, en que no haya consigna de exterminio para el adversario, sino de tolerancia y respeto porque hay necesidad de mantener inalterable la paz social de Venezuela. No hay que olvidar que el mundo de mañana hay que organizarlo y en ese sentido estamos trabajando, así que lo que está mal hay que acomodarlo.

―Pero se acusa a Acción Democrática de excluir al resto de las fuerzas políticas.

―Acción Democrática se enorgullece justamente de haber conducido su lucha con alto espíritu de decencia política, respetando al adversario, rodeándolo de garantías como la representación en los organismos legislativos a las minorías. Hemos garantizado cualquier acción política que tienda a expresar un criterio, por más desorbitado que sea, adverso al régimen actual. Por ello es reprochable el recurso de la intransigencia y de la represión. Se pueden cometer errores y desaciertos, pero el juez es el pueblo.

―¿Qué pasó con su labor sindical?

― La Sociedad de Obreros y Trabajadores petroleros del Zulia (SOEP) es un sindicato de verdad. La lucha contra la tiranía y las injusticias que comencé a librar en Maracaibo en favor del pueblo trabajador en la época de Gómez se inició entonces. Hoy, esas actividades han cosechado sus frutos. Siempre he dicho que el obrero explotado no tiene otro recurso ni otra arma que su sindicato; allí está concentrada su más preciosa y única conquista que le sirve de instrumento para elevar el nivel humano que de derecho le corresponde. En ese sentido, la ley agraria es uno de los principales objetivos que me he planteado para mi gestión, a propósito de la búsqueda de un mayor sustento social.

Pide disculpas e interrumpe la conversación. Debe firmar unos documentos que le ha traído su asistente. Él no descansa ni un segundo. Legisla, debate, propone y dispone. Valmore es un hombre que debe dividirse entre la vicepresidencia de AD y la presidencia del Congreso. No tiene tiempo que perder. El país le espera.

―¿No le gusta el nombre que le puso su padre?

―No es que no me guste, es que me ha tocado cambiarlo. Tito Rosales, Juan Lucerna, Próspero y Telémaco fueron seudónimos de los que me valí para poder llegarle a la población a través de las columnas que publiqué en Fantoches, Panorama, El Heraldo y El País, en aquellos días en que hablar de más costaba caro. He estado exiliado dos veces, primero en Barranquilla y en la segunda oportunidad estuve por México, Panamá y de nuevo en Colombia. Y preso… ya perdí la cuenta de las visitas al cuarto con rejas; sin embargo, soy optimista y soñador porque nadie se puede quedar sin saber lo que pasa a nuestro alrededor. No se puede permitir el abuso en contra de la población, por eso no he doblegado, ni doblegaré jamás mi deseo de luchar contra las humillaciones e injusticias.

―Entonces, ¿qué es el periodismo para usted?

―Un arma en contra de la burla. Ha sido un medio para llevar por buen camino al país. Ha estado corriendo por mis venas desde el mismo día en que decidí fundar El Nivel. Y ha servido para denunciar, opinar, decir y sostener ideas, generando responsabilidades políticas a quien le corresponda.

―¿Y Seremos?

Seremos fue una excusa literaria que quiso desafiar un sistema social y político que no quería el progreso, y por supuesto que al régimen no le gustó, así que el grupo fue disuelto y fui a parar a las mazmorras y a mi primer exilio. Pero nunca he dejado de ser “seremista”. Mi rol de poeta sigue estando vivo, sólo que en estos tiempos y bajo estas circunstancias la prioridad es estar leal y firme en el gobierno, haciendo cambios y vitalizando el sistema democrático. Por eso en esta época me has encontrado en esta oficina y no en la redacción de un periódico.

―¿Y eso es un triunfo para usted?

―Por supuesto. Hemos alcanzado la democracia aunque la lucha nunca ha de terminar.

Se retira firme, llevando con orgullo el peso de la Venezuela que renace de las cenizas de la dictadura. Y su corazón late fuerte. Un día latió tan fuerte que dejo de funcionar, pero jamás de amar a su patria con la misma intensidad que le profesó cuando era un niño.  

 

Enero 2009