Vivir a 200 kilómetros por hora

TAVARES-DSC_1208 (Small)A pocas semanas de haber terminado su participación en el campeonato del automovilismo, Jorge Goncalvez regresó a Venezuela con varios reconocimientos, entre ellos el volante con mejor rendimiento del equipo AIM Auto Sport y el décimo lugar en la tabla de clasificación. Ahora, su único deseo es encontrar patrocinantes que lo apoyen para impulsar su carrera dentro del mundo de los motores

 Magnalis Tavares Pérez / Cursante actual de Entrevista Periodística

Manejar un monoplaza, correr a 200 kilómetros por hora y encomendarse a la Virgen de Fátima  todos los días, ya es parte de la rutina que sigue desde hace cinco años Jorge Pollito Goncalvez, un joven de 18 años que nació en Los Teques, estado Miranda, y que se apasionó por el automovilismo, llegando a participar en el año 2009 en campeonato Star Mazda de Estados Unidos, uno de los más importantes luego de la IndyCar, la GP2 y la Fórmula Uno.
Al imaginar la velocidad, la adrenalina, el nivel de concentración que se requiere para dominar las curvas y mantener el control del volante, a Jorge Goncalvez se le supone conversador y extrovertido. Sin embargo, al conocerlo, esa imagen se derrumba por completo y da paso a un joven sonriente, cohibido ante el grabador, orgulloso de mostrar las fotografías de sus competencias y un poco apenado al hablar de sus experiencias. “Suelo pensar mucho, meditar lo que digo y no hablo demasiado porque me gusta más demostrar lo que soy en las pistas”.
Sus inicios en el mundo de los motores estuvieron marcados por el apoyo de su padre, quien lleva su mismo nombre, y de su primer mecánico, Edwin Adarmes, quienes lo acompañaban semana a semana en las prácticas que realizaba en el karting de Maracay, ciudad en la que descubrió que el automovilismo era un deporte. “Edwin me enseñó a controlar los nervios y a sentir seguridad frente al volante. Mi padre me hizo creer en mí y en que podía hacer grandes cosas en este mundo automovilístico”
 
De Maracay a Italia y Francia
Esa constancia y esa creencia lo llevaron a viajar a Italia y Francia, países en los que entrenó desde los 13 años y en los que logró hacer los contactos necesarios para llegar a las competencias en Estados Unidos. “Me fui para allá  porque el nivel es mucho más alto y me trataron muy bien. Las entrenamientos son muy exigentes, se vive en permanente tensión y eso es lo más difícil de controlar porque tienes que alcanzar un nivel de concentración que te permita vencer el miedo, estar pendiente del carro, no equivocarte y ser constante”.
Cuando habla del miedo en las pistas parece perder un poco la pena, dando la sensación de que el Pollito que aparenta ser, se convierte en un Gallo que saca las espuelas una vez se pone el traje de corredor y sube a su monoplaza. El temor siempre está presente y su mirada lo denota, incluso al recordar una de las complicaciones que tuvo hace un par de meses al conducir en la válida del Monsport International Raceway. No todo es adrenalina y velocidad sino también peligro. “En Road Atlanta (Georgia, Estados Unidos) se registraron fallas en la caja de cambios de mi máquina de la escudería AIM Auto Sport. Me salí de la pista, gracias a Dios no pasó nada grave y me mentalicé de perdería posiciones en la tabla por esa falla”.
Ser catalogado como el segundo mejor debutante y conseguir 329 puntos durante el campeonato, lo motiva a seguir trabajando y le exige regresar a Estados Unidos para participar en las competencias invernales que representan un reto, pues el cambio climático obliga a que se modifique la máquina y se adapte a una pista húmeda. Así que en estas fechas decembrinas y festividades de año nuevo, Goncalvez deberá entrenar sin parar y sacrificar la fiesta por trabajo. “No hay tiempo para el descanso, este es un deporte que requiere entrenamiento constante. No diría que es sacrificado sino que, como en todas las disciplinas, hay que cuidarse, entrenar, concentrarse, no caer en excesos y ponerle entusiasmo”.
Sabe que los grandes deportistas se hacen a punta de trabajo y mucha dedicación. Nombres como Fernando Alonso, Rubens Barrichelo, Lewis Hamilton y Michael Schumacher le suenan familiares y reconocidos en el automovilismo pero a diferencia de muchos fanáticos de esta disciplina, estos personajes no le producen admiración o veneración. Dentro del mundo de los motores el ejemplo a seguir se llama Ayrton Senna Da Silva, conductor brasilero de Fórmula Uno que falleció en Italia en 1994 por un accidente en el Gran Premio de San Marino. “No sólo lo admiro por su extraordinario desempeño en las pistas, sino además por su personalidad y entrega. Para mí es el mejor de todos los tiempos”.
Se detiene para revisar su Blackberry. Busca en su álbum de imágenes una fotografía de sus hermanas, Roxana y Karen, quienes son su adoración. “El apoyo de mis hermanas ha sido fundamental. Nos mantenemos en permanente contacto y eso me ayuda mucho cuando estoy en el exterior. El estar lejos de la familia es uno de los sacrificios que debe hacer cualquier deportista que quiera llegar lejos”. Levanta su mano y apunta hacia el cielo: “Se trata de llegar hasta el infinito”.
Sus deseos para 2010 se concentran en conseguir más patrocinantes y seguir corriendo, corriendo y corriendo hasta llegar a la Fórmula Uno.