Autores americanos y europeos mantienen aproximados conceptos sobre este género que enlaza a un personaje con un hecho noticioso en el cual suele ser protagonista. Por encima de los matices en las definiciones están unos fundamentos acerca de lo que debe ser un perfil
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Para hacer un perfil, es necesario que te fascine el personaje o el tema que lo envuelve. Esa fascinación puede arrancar de una imagen vívida.
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El perfil se centra en una circunstancia significativa, un hecho reciente que sirve de pretexto para desarrollar al personaje: Miguel Ángel Bastenier llama a este elemento percha de actualidad. Si no lo hay es porque el personaje ofrece suficiente interés por sí mismo, pero ha permanecido en la penumbra –porque él mismo lo ha querido así o porque otras noticias han solapado su notoriedad, o porque a nadie se le ha ocurrido aprovecharlo.
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El criterio del periodista es esencial. Esto se traduce en libertad para unir los ángulos del personaje según su interpretación. Pondrá en juego su caudal intuitivo y perceptivo. Jon Lee Anderson recomienda, precisamente, buscar las respuestas a través de la intuición y creerle a esa voz interior «…porque detrás de cada historia debe existir una filosofía que marque el hilo conductor»[1].
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Se prefieren las comillas a los guiones largos. Es decir, citas, no el diálogo propio de una entrevista. Y en todo caso, la palabra del personaje es una voz más en el concierto, principalísima, pero no la única.
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El perfil huye de la exégesis tanto como de la descalificación o la impertinencia del periodista «travieso». Fuera maniqueísmos.
En la foto: John Lee Anderson.
[1] Taller de perfiles de JLA realizado en Buenos Aires del 5 al 9 de diciembre de 2005. Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).