Epítetos que traen tormentas

REY (Small)

Ese término, partidocracia, ¿qué significa en Venezuela? Juan Carlos Rey, un hombre que ha estado analizando la política venezolana desde hace décadas, ha editado un libro y señala algunos errores que llevaron al país a esto que está viviendo

Sebastián de la Nuez

Ante el término partidocracia opone el no menos pedante partidopatía sistémica, que puede interpretarse como una enfermedad del sistema de partidos caracterizada por la renuncia a sus funciones. Suena a cardiopatía. Las entidades con ese tipo de dolencia suelen renunciar a sus responsabilidades, evitando ejercer el poder que les corresponde. Juan Carlos Rey habla de la partidocracia en un libro que acaba de ser editado por la UCAB y Centro Gumilla: El sistema de partidos venezolano, 1830-1999. Analiza el concepto de democracia representativa que se fue instalando en Venezuela desde 1830.
Sin embargo, la cuarta parte es la que resulta más oportuna e interesante: trata de las aventuras y desventuras del sistema de partidos moderno. Hay paradigmas —o fantasmas— que arrastra el venezolano desde tiempos remotos, y explican en buena medida esa especie de fatalidad que le ha hecho estigmatizar a los partidos.
El rechazo a los partidos no es una forma nueva de la antipolítica. Es, más o menos, una tradición occidental. Se les ha visto tradicionalmente como facciones, asimilándolos a tiranía. De modo que la tradición antipartido es bastante occidental y caló mucho en Bolívar. Se entendía por partido a un grupo de personas reunidas para promover un interés egoísta. Frente a ellos, se suponía, estaba el interés general, el bien común.
Hoy en día no se concibe la democracia sin partidos: sólo en Libia, dentro de una democracia formal, no hay partidos.
Antes de AD, sólo había en Venezuela  «partidos de notables». Los partidos de notables pertenecen a una época en que no existe el sufragio universal: democracia restringida pues sólo pueden votar los que tengan bienes de fortuna, sepan leer y escribir, etc. En el partido de notables no importaba el número sino la calidad. Lo constituyen personas ricas, intelectuales, quienes gozan de privilegios sociales: gente que influye. El que no tiene ni dinero ni cultura, no vota. Eso dura hasta el golpe de 1945: hasta entonces no votaban ni mujeres ni analfabetos. Los analfabetos en esa época, por cierto, constituían 60% de la población adulta.
Los partidos vistos así eran, en realidad, camarillas sin disciplina; se manejaban por relaciones personales. Así era el típico partido de notables, como el que crea Medina Angarita a su imagen y semejanza. López Contreras había organizado las asociaciones cívicas bolivarianas, que teóricamente homenajeaban a Bolívar. Medina, más liberal, piensa en crear su Partido de Partidarios del Gobierno (un grupo de notables de nombre redundante). Al mismo tiempo, permite la legalización de Acción Democrática y del PCV pero sin el sufragio universal, con elección indirecta del presidente de la República y de los diputados.
Acción Democrática va a romper con eso. Ya no importará la calidad sino la cantidad y allí están las puertas abiertas para los trabajadores y sindicalistas. Las masas son congregadas a su alrededor, en su mayoría gente hasta entonces impedida de votar. De allí la tramoya con Diógenes Escalante, candidato de Medina que consigue el apoyo de los adecos bajo la promesa de que, una vez elegido, cambiará la Constitución para dar voto universal y luego renunciará. Por eso, los adecos le apoyan. Sin embargo, con su enfermedad cambia la Historia y el candidato que selecciona Medina para sustituirlo, Biaggini, no entra por el mismo aro que Escalante. Entonces es cuando AD se alía con los militares para dar el golpe.

 

EL SINDROME USLAR
El escritor Arturo Uslar Pietri  era el brazo derecho, el cerebro gris de Medina y fue quien inventó el Partido de Partidarios del Gobierno. Dice Rey que el libro de Francisco Suniaga (El pasajero de Truman) es muy bueno pero no dice una cosa: cuando llega Escalante a Venezuela y se enteran Medina y Uslar del acuerdo al que ha llegado con los adecos, se ponen furiosos. No pueden echar atrás el acuerdo pero someten al candidato a tales presiones que, sin duda, contribuyen en buena medida a desencadenar su estado de esquizofrenia. Hay un libro de memorias de Tulio Chiossone −fue ministro de López Contreras y también de Medina, pero era lopecista− donde corrobora eso.
Cuando Uslar regresa a Venezuela, en 1958, decide volver a la política fundando un partido llamado Independientes Pro Frente Nacional (IPFN) alrededor del cual se agrupan sus amigos notables, “los niños bien del Country” según el decir de Rey. De allí salta al partido de la campana, con el cual llega tercero en las elecciones de 1963. “Uslar odia a los partidos de masas, y a la democracia de masas; lo dice en los libros. Dice que son partidos leninistas”.
El de la campana fue el único partido de notables en Venezuela que sacó más de uno por ciento en unas elecciones. Los otros fueron el de Wolfgang Larrazábal (FDP) y CCN (Cruzaba Cívica Nacionalista, nostálgico pro Pérez Jiménez). Ninguno superó ese 1%.
Después de eso Uslar Pietri se aburre de la política y se dedica a su programa en televisión. Subyacía en él la idea de que un partido es algo que corrompe y distorsiona. Por lo tanto, favorecía la elección directa, la eliminación del voto por lista, supuestamente para así establece una relación personal, de confianza, entre elegido y elector.