La otra Aymara Lorenzo

01AYMARA_GS (Small)Separar a Aymara Lorenzo de su faceta de periodista es imposible; es su estilo de vida, más que una carrera. Por eso no se conforma con las cámaras; lo suyo es escribir (este perfil, escrito en febrero de 2010 por la entonces cursante del Noveno Semestre, Beatriz Lugo, ha sido uno de los trabajos más vistos de este blog)

 

Beatriz Lugo

Es la mujer que da las noticias todas las mañanas en Globovisión. Es una de las voces del programa radial En dos platos (Frecuencia Mágica). Es el prototipo de lo que en Venezuela significa “una periodista exitosa”. Sin embargo, Aymara Lorenzo no es una persona que se pueda encasillar en estereotipos. No quiere ser famosa sino célebre, no quiere ser vestida por diseñadores sino que se considera hippie. No quiere estar en Globovisión para siempre: aspira a escribir un libro y retirarse del mundo de las cámaras, los estudios y el maquillaje. Aymara es la persona que sale en la televisión y habla en la radio, Micaela es su álter ego,  un personaje completamente distinto que sólo comparte con Lorenzo su pasión por las letras.
“Desde pequeña siempre ha querido ser la primera en todo lo que hace. Le gusta destacarse y escribir mucho. Fue muy consentida porque es cariñosa y demuestra sus sentimientos. Una vez le hice una barriga artificial para que entrevistara al general Carlos Alfonso Martínez quien estaba preso. Se metió la cámara en la faja”.  Así responde su mamá Milka cuando le preguntan sobre la vida y la carrera de su hija mayor. Sus palabras son pronunciadas con un tono seguro que denota orgullo y admiración por su primogénita; sin embargo, como toda madre, no tarda mucho en señalar los defectos que han sido causantes de muchas peleas en casa, “tiene un carácter muy fuerte, es explosiva y demasiado desordenada”.
 
Entre las tablas y las letras
Aymara es la hija mayor de un matrimonio que tardó seis años intentando tener descendencia. Fue una niña deseada y sobreprotegida. Quiso ser el ejemplo de sus dos hermanas menores, tanto así que nunca le confesó a sus padres que quería ser actriz de teatro. Se dedicó al Periodismo porque lo consideró afín con la carrera de Arte.
“Yo quería estudiar arte y hacer ballet pero tengo el pie plano. En la Universidad Católica Andrés Bello hice teatro pero lo dejé porque no tenía tiempo y le resultaba un estorbo a la directora. Me arrepiento de no esforzarme por perseguir ese deseo”.
Aymara ha sido muy independiente. Desde pequeña maneja su dinero. Cuando tenía nueve años hacía manualidades y las vendía. En el tercer año de su carrera comenzó a trabajar en Kiss FM, de allí pasó a CMT. En una pauta en Margarita conoció al también periodista Javier Ignacio Mayorca, quien se convirtió en su mejor amigo. Él asegura: “Todo lo que ella tiene es producto de su trabajo. Nada es regalado. Es una mujer que se ha forjado a sí misma con esfuerzo. No le gustan las concesiones”. Además la describe como una persona intensa que constantemente está buscando estabilidad en su vida personal.
Se casó por primera vez a los 21 años con un periodista de 35. Confiesa que se arrepiente de esa decisión porque dejó de vivir muchas etapas. Sin embargo afirma que la vida le dio la segunda oportunidad de vivir a los treinta lo que debió hacer a los quince. Aunque sabe que no es lo ideal, lo está disfrutando. Su matrimonio duró sólo un año pero esa unión la hizo interesarse por la fuente militar, ya que su esposo la cubría. Sobre esto señala: “Mi carrera siempre ha estado marcada por lo que va saliendo. Leí muchas leyes cuando acepté cubrir la fuente militar. La postura que adopté como periodista fue mantenerme al margen de la fuente. Cuando yo comencé la única mujer aparte de mí era la periodista Alicia La Rotta del diario El Mundo”
Aymara cubrió esta fuente por trece años. Son muchas las preocupaciones que pasó su familia mientras ella salía a la calle a buscar la noticia. Su hermana Yumilay  comenta: “Estuve muy preocupada cuando comenzó el paro. Ella estaba en PDVSA Chuao y la golpearon con una peinilla. Yo estaba viendo la televisión en la casa y la llamé.  Me respondió que no me preocupara porque no le había dolido”.
Pero el mayor susto que pasó la familia Lorenzo fue cuando la secuestraron. Es un tema que a ella no le gusta tocar. Fue en julio del 2003 cubriendo la fuente militar. Nunca lo hizo público. “He sentido miedo muchas veces, por ejemplo cuando se enciende el bombillo del estudio y sé que estoy en vivo. Cuando deje de sentirme así estoy muerta”.
Por 18 años fue reportera. Ahora se desempeña como ancla, un trabajo que para muchos puede ser más cómodo. Sin embargo asegura no sentirse diferente estando en un estudio. “Sigo siendo reportera porque eso no se pierde. Yo estoy en la calle y veo a la gente y hago historias de ellos. Es más fácil ser periodista de escritorio, estar en el estudio leyendo noticias sin saber cómo se bate el cobre en la calle, ésa no soy yo”.
 
El lead de su vida
Lo más difícil en el mundo de Aymara Lorenzo es combinar el periodismo con su vida personal. “A veces tengo que hacer un alto y decir ¡epa!, no puedo vivir para trabajar. Es como jerarquizar la noticia, los elementos que tienes para hacer el lead, cuerpo y cola.  La vida personal debería estar siempre en el lead pero en mi caso siempre ha estado mi profesión”.
Se confiesa intolerante a ciertas faltas de valores como la deslealtad y la mentira. Además  le cuesta confiar en la gente con la que trabaja. Es explosiva y asegura que debe hacer ejercicios para pensar bien lo que va a decir.
Es imposible deslastrarte de tus emociones cuando estás haciendo una entrevista, más en televisión y en vivo, en algunas oportunidades he estado a punto de perder la conducción de la entrevista porque me han querido faltar el respeto, no con insultos sino que me subestiman; eso me puede sacar de mis casillas. Siempre logro controlarme, aunque se me nota demasiado porque yo hablo con las cejas, los ojos y la expresión de la boca.
Guillermo Suárez, su pareja desde hace siete años, dice que cuando la conoció sintió miedo porque “tiene fama de contestona y amargada”.  Los presentó una amiga en común y se acercaron cuando, en los tiempos del paro, él se desplazaba en bicicleta y ella quería aprender a montarla. Desde ese día no se han separado.
“Yo siempre le digo que tenga cuidado con lo que desea porque se puede cumplir: quiso un programa de radio y lo tiene, se empeñó en producir Primera Página y también lo logró. Ningún reto es pequeño para ella”.
No tienen hijos pero sí mascotas. Ambos se confiesan amantes de los animales. En su casa viven dos gatos llamados Dalí y Fiona y una perra llamada Frida. “Desde pequeña siento pasión por las mascotas. Mis padres nunca me dejaron tener animales normales,  tuve culebras y pollos pero yo quería tener un gato y un perro. Mi primer gato murió atropellado y tuve otro que fue envenenado por un vecino. Pensé que no tendría más animales hasta que le regalé a mi esposo una perra llamada Frida, es una sinvergüenza consentida, definitivamente los perros se parecen a sus dueños… yo soy así”.
Esa mujer que aparece en televisión todas las mañanas hablando de noticias se llama Aymara. Pero la amante de animales, la hippie y la lectora de poesía es Micaela, su álter ego. “Si tuviera que entrevistarme a mí misma hablaría con Micaela sobre todo lo que quiere escribir y no ha escrito, conversaríamos sobre cuentos, crónicas y poesías. Estoy segura de que en diez años Micaela estará escribiendo. Mis amigos y familia se mueren de la risa porque a pesar de que estoy en televisión desde el año 94 yo siempre he dicho que mi estadía ante las cámaras es transitoria”.
 

Febrero de 2010