Caraqueño, aprende a mirar

Bajo el seudónimo Ergo, utilizando cartones y plantillas para elaborar sus esténciles en las calles de Caracas, Saúl Guerrero —29 años— busca mostrar a los capitalinos que fuera de sus casas hay un mundo distinto. Es antropólogo, nació en Bristol (Inglaterra) y no espera que la gente lo quiera o lo odie. «Yo no escribo nada, las palabras sobran»

 

Cogito, ergo pingere.

Pienso, luego pinto.

 

Rossana Agüiño

El estallido del arte urbano en las calles de Caracas no para. Ergo, uno de sus más talentosos exponentes, trabaja en una especie de quirófano con un aire acondicionado  por debajo de los 20 grados centígrados y humedad adecuada para mantener los materiales vivos. La luz es intensa y el lugar espacioso. Hay personas que llegan continuamente. En la entrada de la habitación hay tapabocas para todos. Las sillas donde se ubican los visitantes, en semicírculo para que todos puedan observar lo que hace Ergo.Se acerca, se coloca los guantes de plástico, deja a un lado su máscara protectora y se dispone a tratar a su nuevo paciente: la puerta del sótano de la sala de música electrónica del local Teatro Bar, en Las Mercedes. Los lugares preferidos para él son paredes y puertas de locales nocturnos, viejas casetas de teléfonos —principalmente las del municipio Chacao— y algunos muros y puertas que la gente le invita a pintar. Pero también ha desarrollado al menos una portada para un disco compacto.

 

A LA CALLE POR DESPECHO

Delgado, alto, de tez clara y con cabello rapado, Saúl Guerrero celebró en octubre de 2009 su primer aniversario como integrante del mundo de los esténciles —o estarcidos—, técnica en la que “se utilizan cartones gruesos para hacer las plantillas de las imágenes que se quieren, y luego se les aplica el aerosol”. Tal es su descripción técnica, y el resultado: algo así como gigantografías que se te imponen visualmente cuando menos te lo esperas, en medio de la calle o cuando entras a un restaurant o centro nocturno.

— Tengo entendido que tu inclusión en el mundo de los esténciles se dio luego de la ruptura en una relación… Por despecho. ¿Es cierto?

— Totalmente. Lo que me mantuvo en la calle los primeros seis meses sin lugar a dudas era eso. Quería despejarme. También era un poco por restregárselo en la cara a ella, es bastante infantil el sentimiento pero las cosas que uno hace despechado suelen ser así. Después de eso concreté lo que desde hace tiempo quería hacer: salir a pintar a la calle. Yo no quería la atención ni nada; quería que fuera algo grande, de cantidad.

Grande es su casa. A pesar de que vive solo todo se mantiene en orden. No hay muebles, solo una mesa de comedor con cuatro sillas. También hay un piano en desuso —de sus abuelos— y encima varias fotos y recuerdos de sus viajes y familiares. Ergo viaja mucho. Es antropólogo de profesión. Conoce Sudán, Afganistán, Etiopía y su trabajo de consultor humanitario —dentro de una organización que no quiso mencionar— hace que tenga que viajar cuando de manera intempestiva.

Son dos mundos que no deben unirse.

— ¿No quieres que la gente asocie tu trabajo de esténciles con lo que haces en la organización?

— Creo que no es relevante, quiero mantener mi parte personal fuera de todo. Yo jamás había imaginado que me harían entrevistas en periódicos o revistas. No me molesta, pero estoy claro en que esta vida: esto, mis amigos, mi familia, mi casa, es mi peo. Trato de mantener las dos cosas separadas.

— Entonces siempre te mantendrás bajo perfil y siendo consistente con ciertas cosas…

— Con mi idea como persona. Estar bajo perfil como una manera de ser consistente con el concepto, pero no es bajo perfil per se. En la medida en que yo pueda seguir insistiendo en que mi personalidad es irrelevante, se me hace más fácil ser consistente con otras cosas: con mis ideas del arte urbano, con la democratización del arte, con la intervención de los espacios públicos. Que la gente no te juzgue por tus acciones sino por tu trabajo. ¿Por qué perder eso, qué ganas?

— ¿Fama, ser conocido?

— Ni la fama ni la antifama me sirven. ¿Para qué quieres que la gente te odie si no te interesa que la gente te quiera? No es negar quién es Ergo, pero tampoco es ir haciendo énfasis. Desearía una explosión de gente que quisiera humillarme artísticamente. Que se sientan libres de pintar, que salgan, que se arriesguen, Que hagan cosas gratis, para todos. Lo mío deja de ser mío desde el momento en que lo hago.

 

GENTE PARA SEGUIRLE LA PISTA

Dos vasos de agua sobre la mesa, entre entrevistado y entrevistadora. El humo del tercer cigarrillo de Ergo se dispersa por el lugar. Prefiere el. Blanco y negro son los colores que utiliza en la mayoría de sus trabajos. Sus retratos son principalmente niños, mujeres y ancianos con rasgos afroamericanos. Personas muchas veces ignoradas por los medios.

— ¿A qué se debe esa selección de imágenes?

— Cada quien le da la lectura que quiere. Es una manera de recordarle a la gente, sobre todo a la de Chacao, que hay una Venezuela distinta a la que uno ve dentro del municipio o dentro de Caracas. Hace falta un recordatorio, y yo no soy la conciencia de nadie, pero es mi manera de decir que hay un mundo distinto acá afuera.

— ¿Y el texto?

— Yo no escribo nada, las palabras sobran. Si la gente lee mucho en mis esténciles me parece interesante porque yo nunca he dicho nada. No busco vender nada.

La experiencia hace al maestro, y Ergo no alardea de lo que sabe; por el contrario, siempre recuerda lo mucho que falta por aprender. Hay nombres, tanto de artistas en el exterior, como venezolanos, que también son ejemplo y recomendación para él.

— ¿Alguna inspiración al momento de hacer esténciles?

— Empecé a seguir a gente que estaba cambiando las cosas, creando nuevas vertientes dentro del arte urbano. El trabajo de C215 en París, Vhils en Portugal, y Herakut  es otro nivel. Por estos lados respeto mucho el trabajo de HASE  y los del colectivo No sabemos disparar.

Para este caraqueño nacido en Bristol, Inglaterra, el arte urbano se define porque no debes pedir permiso. Está basado en el principio de que el espacio público es público. Democratización del arte. Son esas palabras las que entran en juego al hablar de arte urbano: graffitis, murales, retratos, sprays.

— ¿Cómo te defines entonces? ¿Graffitero, artista urbano…?

— Si una persona utiliza aerosol es graffitero. Obviamente lo soy porque lo uso. Si graffitero es que yo le dé importancia a poner mi nombre en todos lados, entonces nunca lo seré porque nunca lo he hecho. El graffitero de hoy en día es muy complejo pues hay una diversidad muy grande en el mundo. ¿Para qué asociarte con algo? Yo pienso en los finos, en los que me mueven. Yo no soy graffitero al estilo venezolano, ponlo así.

 

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El video del e ♦sténcil realizado en el local Teatro Bar, de Las Mercedes, puede verse en http://www.youtube.com/results?search_query=Ergo+%28In+situ%29&aq=f.

También participó a mediados de 2009 en murales que se hicieron en la Plaza Bolívar. Pintó algunas paredes de casas que ofrecían sus amigos, y estuvo presente en Por el medio de la calle 2010, evento que por cuarto año consecutivo organizó la Alcaldía de Chacao.

Últimamente ha hecho esténciles en Bélgica, Barcelona y Lisboa. Más información en http://estencilvenezuela.blogspot.com/