Impertinente pero democrático

Desde María Conchita Alonso a Juan Liscano, he aquí un libro del sello Grijalbo que recoge al país de los 80, la Venezuela que hoy luce mítica. Nelson Hippolyte Ortega no se conforma con ser un entrevistador travieso; es un periodista completo y, donde ha hincado el diente, ha puesto sobre la mesa a un ser humano. El libro acaba de bautizarse en El Buscón, el jueves 2 de septiembre

El reportaje, el perfil o semblanza, la crónica y la entrevista de creación son los géneros que salvan al periodismo hoy. Lo demás—gacetillas de prensa, notas informativas, reseñas comprometidas, declaraciones ad hoc— es carne de cañón para páginas web, terreno presto a ser invadido por el “periodismo ciudadano”, molienda destinada a esfumarse en el magma de la red de redes. Cosa fugaz que te entra por un oído y te sale por el ombligo.

El periodismo de Hippolyte Ortega en el suplemento Feriado de los años ochenta buscó la trascendencia y la logró, por los personajes que enfocó y por el tratamiento que hizo de cada quien. Elizabeth Fuentes, su compañera de Redacción en las entrañas del tercer piso de El Nacional, lo dijo en la presentación del libro este jueves 2 de septiembre: antes de cada encuentro con el personaje seleccionado, se metía de lleno a revisar periódicos y a preguntar a sus amigos y enemigos. Nada se le escapaba. Y no había Internet.

Por cierto que en la presentación (librería El Buscón del Trasnocho Cultural) estaban tres de sus viejos personajes retratados a pluma: Oscar Yanes, Isa Dobles y Carmen Victoria Pérez.

Son cuarenta entrevistas que hace años habían aparecido en dos libros diferentes. Ahora, en una edición que cierra con comentarios del periodista Daniel Centeno, se recogen en su conjunto, con mejor impresión y notas complementarias.

La entrevista de creación, o de gran aliento, o aderezada con sus múltiples variantes (como usted la llame), es uno de los géneros de la interpretación. En este departamento es donde se ubica Hippolyte, sin duda. Desde hace años, Hippolyte vive en Estados Unidos, pero vuelve a menudo pues aquí están sus amistades, sus mejores logros, sus nostalgias y algunos enemigos que dejó cuando hacía esas entrevistas maratónicas. Pero ojo: nunca fueron maratónicas a la hora de leerlas.

Hippolyte entrega un mosaico de la venezolanidad de los años ochenta. Estas entrevistas no son mero diálogo ni mera descripción física o psicológica de los personajes que dieron brillo a la escena pública de entonces. Son ambiente y modus operandi de un país que sigue allí, latente, aunque quizás hoy disminuida, para bien o para mal. Sea usted el juez, como dice el lugar común.