Para Joaquín Soler Serrano, con más de 700 entrevistas a personalidades mundiales, “la intención de una entrevista no es sacarle las tripas a la gente”. Soler quiere, pero se lo impiden 500 años, entrevistar a Fray Bartolomé de Las Casas frente a la piscina del Caracas Hilton
Carmen Teresa Valdez
¿Cómo entrevistar al hombre de las mil entrevistas? Más de 700 personalidades del mundo han sido “registradas” a fondo por Joaquín Soler Serrano, ni joven ni anciano, de ojos claros y hablar rápido. Periodista nacido en Murcia, España, “no importa en qué año por razones obvias”.
Llegó a Venezuela accidentalmente en 1956 y aquí se quedó pero con viajes alternos a los cuatro puntos cardinales donde siempre lo espera un encuentro por concretar.
Entrevista como la de Jorge Luis Borges, “aquel Borges que me hablaba horas y horas dentro de un automóvil que nos llevó por las más importantes universidades españolas. Usted se imagina lo que es oír hablar a Borges por horas y horas. Sabía de todo, pobrecito”.
Diálogo con Julio Cortazar, “hombre duro de entrevistar” que desató su lengua y espantó la angustia que le producían las entrevistas “con tres palos de güisqui y fumándose quién sabe cuántos cigarrillos”.
O aquel famoso pintor —ya fallecido— que convenció a Soler de que cortara lo mejor de la entrevista. “Lo contrario hubiese armado una querella criminal sin ningún resultado práctico, por lo demás. Aquel pintor maravilloso me contó que hay varios ‘picassos’ en la Galería de Arte Nacional de Londres, en no sé qué otro importante museo de Nueva York y en otro de París que los había hecho él y por los cuales cobró no sé cuánto dinero. Yo quité ese trozo. Eran 20 segundos de la entrevista. Sacrifiqué una verdad escondida y digamos que muy valiosa, pero por qué yo voy a hacerle daño a un señor que ya me está regalando la posibilidad de que estemos con él”.
El programa de entrevistas para la televisión A fondo que inició Soler en 1975 para la TV española da la impresión de no haber dejado fuera a nadie que se lo merezca. Dalí fue entrevistado por Soler en su cama de moribundo. Fue la entrevista a un cuasicadáver con tubos en la nariz y una voz apagada, atragantada y confusa. Quién sino Dalí podría acceder a semejante entrevista. Genio y figura hasta la sepultura.
Soler dice que “necesitaría un libro de mil páginas para contar mi historia”.
−Eso también se lo deben decir a usted los entrevistados. Ellos igual pueden considerar que sus vidas no caben en un a hora o en seis cuartillas.
−No, no, no. Cada uno tiene su manera de hacer las cosas y de pensarlas. Lo que estoy diciendo no se lo he oído a ningún entrevistado. Se me ocurre a mi. Ellos saben, y yo también, que una vida no cabe en una entrevista. Pero yo sé que tengo que meterla en los minutos que dure el programa y el que le pega el tajo soy yo”.
“No soy carroñero”
“Hay muchas maneras de entrevistar. Yo no puedo decir que soy mejor porque lo hago así a asá. Me gusta mucha gente haciendo entrevistas: Indro Monthanelli y Roberto Gervaso. Me gustan mucho las entrevistas de Oriana Falacci y aunque Oriana es amiga mía –yo le he hecho un A Fondo– es una mujer muy apasionada y además va con toda la intención de ver si le saca las tripas a la gente. Yo no soy agresivo. Eso no me interesa.
“El entrevistador, desde mi punto de vista, tiene que ser un hombre al que le interesen los hombres por encima de todo. A mi me gusta el género humano. Me interesa la gente que es como yo, el pueblo, los hombres que son capaces de pensar, de hacer. Los que pueden servirnos de ejemplo, de estímulo o de ejemplo a no seguir. Me interesa lo que pueden tener de paradigmático, de contradictorio o de enigmático. Todo lo que es maravilloso, sorprendente y hasta repulsivo. Toda esa mezcla de barro y de gloria que lleva el hombre es lo que yo quiero buscar”.
−¿Ha sentido alguna vez rechazo hacia algún entrevistado? ¿No le ha provocado dejarlo hablando solo?
−En ocasiones eso sucede. Uno se lleva sorpresas. Hay un entrevistado que te produce emoción o puede haber otro que se te desploma. Hay gente que se me ha derrumbado en la silla y se ha puesto a llorar y ha dicho ‘!no puedo más!’ y ha habido que cortar. Esto pasa. Hay gente que quiere decirte su verdad y hay gente que te quiere engañar. Entonces, cada uno es un mundo y lo que hay que tratar es ver cómo uno va sacando de ahí las cosas que conviene que se sepan.
También hay zonas de tinieblas en las cuales no conviene entrar. Yo no soy carroñero. Yo no escarbo. Yo busco en lo posible claridades. De pronto, hay el personaje al que se le asoma demasiado el veneno, la carroña con la que no habías contado que existía, pero que está escondida. Hay personajes duros y difíciles.
Un minero solitario
−Yo no creo que el periodista necesariamente tenga que ser un buen entrevistador. El periodista, en su concepto más amplio, es aquel que escribe en los periódicos o que siente la necesidad o la vocación de informar. Se puede hacer periodismo dando desde las noticias de la parroquia donde uno vive hasta la dimensión de lo mundial y de lo cósmico”.
−¿Qué es un entrevistador?
−El entrevistador es el desentrañador de personalidad, es el minero aislando que está cavando para ver dentro del carbón cuándo sale de pronto el chispazo. Eso es lo que hay que buscar y contarle a la gente en poco tiempo. Y no contándolo uno sino el entrevistado. Que le cuente qué es realmente lo que le mueve y qué es lo que tiene dentro. Que nos enseñe su verdad.
−¿Y un buen entrevistado?
−Hay algunos que son muy extrovertidos y contestan muy contentos siempre porque les gusta. Son gente que está enamorada de sí misma y quieren convencerte de que son maravillosos. Pero hay también mucho personaje receloso que tiene zonas oscuras de su vida que quiere que se ignoren.
Bien lejos con los políticos
“Yo soy un hombre apasionado por las letras. Yo leo todo lo que hay que leer y adoro los escritores porque estoy más cerca del escritor que de ningún otro ser. Me divierto más entrevistando a un escritor. Pero debo decir que los científicos son gente muy interesante, muy sencilla y muy modesta. No tienen esa cosa de narcisismo y de vanagloria que tienen los escritores y sobre todo los pintores que son enormemente egocéntricos.
“He tenido entrevistas prodigiosas con matemáticos, biólogos, premios Nobel de medicina, economistas. La lección de sencillez y de humanidad de esta gente me fascina. Los políticos me interesan poco. Tienen que ser gente con mucha fibra. El político es un profesional de la mentira. No quiero decir que no haya líderes carismáticos que tengan una preocupación ideológica, una preocupación por su pueblo. A lo mejor existen y si nos ponemos a buscarlos puede que hasta encontremos alguno. Pero prefiero las personas que piensan más en el día siguiente que en pasar a la historia”.
Sobre el periodismo criollo
“El periodismo venezolano tiene cosas muy buenas. Ha sido siempre un periodismo muy interesante. Me gustó siempre mucho la vieja fórmula de El Nacional. En un momento dado el periodismo tenía cierta vertiente de creatividad, una preocupación porque fuese, no una manera de contar las cosas secamente, sino que participara del arte, de transformar la realidad en algo que se comunica. Es decir, convertir al periodismo en una bella arte”.
“El Universal es un gran periódico. Un periódico muy serio. Me gusta la fórmula de El Diario de Caracas a veces, aunque es un periódico muy cambiante. Yo creo que lleva ya 14 fórmulas distintas. Realmente no sé qué es lo que es. Pero es un periódico que lo he seguido siempre porque representó una renovación, una manera distinta. Tuvo una etapa inicial brillantísima. Había una gran inquietud creadora, de un inventar cosas, de decirlo de otro modo. Y luego, pues, ha ido pasando por una serie de túneles, de luminosidades y de claroscuros”.
Soler, ni médico ni sacerdote, dice no tener interés en calificar cuál periodismo es bueno y cuál es malo. Lo deleznable del oficio son las cosas que se hacen porque no hay más remedio, las cosas que se hacen por complacer a la gente, por complacer al poder. Uno de da cuenta cuándo el periodista ha escrito cosas sin sentirlas porque le han ordenado que las haga. En fin, hay una serie de compromisos y el periodismo debe tener la mayor libertad posible. Yo he hecho concesiones cuando las razones que me han dado son tan poderosas que he entendido que hacer lo contrario no era honesto”.
Un final de 500 años
Lo que más me gustaría es hablar con los personajes que hicieron el descubrimiento. Estamos viviendo una situación, eso que llamamos los 500 años del descubrimiento, y aún cuando al respecto haya interpretaciones para todos los gustos, creo que esos personajes de la conquista son fabulosos.
Me gustaría tener aquí sentado [frente a la piscina del Caracas Hilton] a Fray Bartomé de Las Casas, a Diego de Losada. Que me contara cómo llegó a este valle, aunque más o menos se sabe, y me dijera cómo se le ocurrió hacer aquí una ciudad que ha resultado ser una de las ciudades más raras, más caóticas y más hermosas del mundo. Es una ciudad fascinante que no se parece a ninguna. Esta ciudad no se parece a nada y ese es el mayor encanto de Caracas.
−¿Cómo se hace para terminar una entrevista?
−La entrevista tiene una arquitectura. Hay que levantar los cimientos, hay que edificarla, hay que llegar a un arco final y allí hay que rematarla de la mejor manera posible antes de que se venga abajo.
Foto: Víctor Díaz Mirelis
Una de las pocas entrevistas que se han hecho a Joaquín Soler Serrano.
Aquí cambian los papeles Joaquín Soler Serrano es el que responde las preguntas al entrevistador.
En la televisión española actual extrañamos programas como los de Joaquín Soler Serrano en medio de tanta telebasura..