MUÑOZ MOLINA Y LOS ESTUDIANTES DEL NOVENO

Antonio Muñoz Molina escribe en Babelia (El País) todos los sábados artículos a una página rabiosamente actuales, espléndidos en su sintáxis. Es, en lo personal, un individuo bastante parco y más bien retraído. Pero tiene una cosa muy especial: sabe recoger su propia experiencia y extraer de ahí enseñanzas, razones de la más pura razón literaria.

El domingo pasado, El País le publicó una pequeña joya titulada «20 años, 20 lecciones» en donde Muñoz Molina sintetiza algunas cosas que ha aprendido en relación al lenguaje y los recovecos o meandros por los que alimenta a la literatura. Lo que el escritor dice ahí es muy provechoso para todos aquellos que se manejen con la palabra. Por ejemplo, periodistas.

En esta entrada encontrará el lector reflexiones que suscitó la lectura del texto de Muñoz Molina en alumnos del Noveno Semestre de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello. Se les pidió que le escribieran una misiva a Muñoz Molina y, aun cuando algunos no se sintieron cómodos con la exigencia, muchos supieron conectar el texto con sus propias percepciones del aquí y ahora

 

Le confieso que llegué a su texto accidentalmente, pero agradezco haber dado con él. Soy estudiante de noveno semestre de periodismo y no puedo más que felicitarlo por el aprendizaje que transmite en pocas líneas. Concuerdo con usted en casi todo lo que dice, pero sobre todo en su explicación de que para escribir se toma en cuenta todo lo que uno ha visto. Al igual que usted, tomo en cuenta libros, imágenes, fotografías, películas, recuerdos, experiencias, deseos y sueños al momento de sentarme a escribir. Muchas veces, de esa mezcla salen textos buenos, muchas otras, textos no tan buenos. Pero aunque no esté conforme con ellos son míos y son muestra de lo que soy. Al igual que usted, lo que hago después de escribir es tratar de mejorar, pero para ello no puedo hacer más que escribir otro texto y luego… Otro texto.

Fabiana López Berra

Gracias por compartir sus experiencias, creo que resumen perfectamente sentimientos comunes a todos los que nos inclinamos por el oficio periodístico. No deje de escribir, ni ahora ni en 20 años. Solo así podrá poner verdaderamente a prueba las premisas que hoy declara tan apasionadamente.

Nicolle

Actualmente soy estudiante de Comunicación Social en mi país y mi experiencia en el medio no se acerca siquiera a la suya, sin embargo sus apreciaciones en lo relacionado a los prejuicios que tiene cada individuo al momento de enfrentarse con un hecho o una realidad, indudablemente, influyen de manera directa en la forma como es abordado el mismo. Por otro lado, es obvio que como buen representante del medio la pasión por la lectura se hace inminente y en mi caso al momento de poder apreciar un buen libro se siente la necesidad imperiosa de hacerlo conocer por los más allegados y hacer resaltar las virtudes del mismo ante el mundo; esta observación se asemeja a su lección número 19.

Y así como esas dos lecciones son las que menciono en estas pocas líneas es imperdonable no resaltar su más grande lección número 20 donde recoge la vasta experiencia de tantos años de carrera y al leerla es como presenciar un reflejo de mi persona y solo me resta pensar que, sí al llegar a los diez años de ejercicio de esta profesión logro poder mirar hacia atrás y sentir y conocer la mitad de las experiencias y anécdotas que usted guarda y logró mantener la misma pasión que usted expone en esas pocas líneas, podré considerar que la vocación por este oficio es parte de mi.

Mariángel Álvarez