«NO NOS QUEDA MÁS QUE ESPERAR»

Las lluvias del pasado mes de diciembre dejaron 200 familias damnificadas en el municipio Sucre. Gladis Cadamo es tan solo una en un refugio a la expectativa de una vivienda propia otorgada por el Ejecutivo nacional

 

 

Mariana Bernárdez S.

Era noviembre del año 2006. Gladis Cadamo se despertó repentinamente porque el terreno sobre el que estaba construida su casa comenzó a moverse tras unas lluvias que fueron consideradas “más bulla que la cabuya” por el gobierno local del municipio Sucre. 20 años antes había dejado el hogar de su madre, en Los Bloques Grandes de Caucagüita, porque la familia crecía y el apartamento en el Bloque 3 seguía midiendo 50 metros cuadrados: su hermana tenía 5 hijos y ella iba ya por el tercero. En diciembre del año pasado el terreno comenzó a ceder de nuevo y el tercer día de precipitaciones se llevó su rancho. Hoy, 24 años después de haber llegado al sector 14 de Abril, cuatro de los ahora siete hijos de Gladis volvieron al Bloque 3 y ella permanece con los demás en el refugio del Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces) mientras reza por una casa en Ciudad Belén, al oeste de Guarenas.

―¿Alguna vez pensó que podía quedar damnificada?

―Sí, porque en el año 2006 calificaron mi sector como zona de alto riesgo y tengo los papeles y todo pero en aquel entonces me cansé de ir a la alcaldía y el Gobierno Nacional nos dijo a los vecinos que nos iban a mudar para Ciudad Belén. Nunca nos mudaron para allá y ahora están llevando a la gente del refugio en donde estoy.

―Si sabía que su casa estaba en una zona de alto riesgo, ¿por qué no buscó otro lugar dónde ir?

―Porque no hay, todo lo que hay por ahí está en alto riesgo y mi familia está es ahí. Yo no tengo los recursos para hacer otro rancho en otra parte. Lo que pasa es que después de lo del 2006 reparamos el rancho y seguimos esperando a ver si nos íbamos a Ciudad Belén como nos habían dicho pero bueno, cayó el aguacero en diciembre y eso se terminó de caer. Vamos a ver qué pasa.

Su mirada refleja el cansancio de una vida más dura que fácil, y sus palabras la resignación de alguien sometido a la voluntad del destino. De pequeña a Gladis le decían La India porque tenía una melena azabache y lacia hasta la cintura. Aún conserva la negrura de su cabellera, pero ahora lleva un moño alto desde que se levanta hasta que se acuesta a dormir. Quienes la conocen de aquellos tiempos aún la llaman La India, pero en el Inces de Los Ruices donde ha pasado los últimos dos meses la apodan La China.

―¿Cómo llegó desde Caucagüita hasta el refugio del Inces en Los Ruices?

―Yo sola. Yo llamé a Alida Marcano que vive aquí y trabaja con la alcaldía, estando pendiente de los problemas de la comunidad, y vino el Director de Asuntos Comunitarios. Vio qué pasaba y llamó a los de Protección Civil para que hicieran el levantamiento de la información y nos censaron. Como yo trabajo con Alida no me podía ir de la comunidad porque tenía que estar informando, entonces los demás se fueron para allá y yo me quedé hasta que se cayó mi rancho también y me fui para allá.

¿Tuvo algún problema para ingresar en el refugio?

―Pensé que me iban a rechazar. Les dije que era de Caucagüita y les expliqué mi problema, les enseñé los papeles de Protección Civil. Primero no me querían aceptar con mis 7 hijos, porque sólo tenían cupo para 20 personas más, entonces me dijeron que los 2 menores y los otros se tenían que ir. Pero el de 16 está enfermo, entonces yo dije que si él no entraba, yo no entraba, y ahí estamos cuatro y los demás en casa de mi mamá.

¿Cómo es su vida desde que vive allí?

―Si te digo que me tratan mal por ser de la oposición y ellos chavistas te miento. Hay como 400 personas pero todo está muy organizado y no hay malandraje ni nada de eso, la gente se porta bien. Si alguien se enferma llega la ambulancia enseguida, hay agua para bañarse y eso. Lo que falta es agua potable y pañales, leche y compotas para los niños pequeños, pero de lo demás no me quejo.

Yeison, el de 16, va al liceo en la Av. Rómulo Gallegos, pero no ha asistido a clases desde la semana pasada porque está enfermo. Gladis estaba trabajando en la Casa del Pueblo de Caucagüita cuando la llamó el coordinador del refugio a decirle que Yeison estaba vomitando y tenía mucha fiebre. Enseguida fue para allá y para su sorpresa había una ambulancia esperándola para ir al hospital. Al joven le mandaron reposo, y pasa el día acostado en el refugio mientras su hermana Karen asiste al colegio y Wilfredo, quizás demasiado inocente a sus cuatro años para entender la situación, juega con los demás niños del refugio.  

¿Puede continuar con las rutinas que tenía antes de las lluvias?

―De cierta manera sí. En la mañana llevo a Wilfredo al preescolar, cerca de lo que queda del 14 de Abril, y sigo trabajando porque además es el único ingreso que tengo. Como ya me conocen no pasa lo que en otros refugios, eso de que te tienes que quedar adentro siempre para no perder el puesto.

 ―¿Cómo piensa salir de su situación de damnificada?

―A nosotros no nos queda más que esperar. Yo no tengo recursos para hacer una casa digna y no tengo terreno tampoco. Ya 16 familias de aquí se fueron a Ciudad Belén y están armando las carpetas para mandar a otras 30 familias. A mí ya me censaron, no me van

¿Se iría a cualquier parte en donde le ofrecieran una casa?

―¡No! A cualquier parte no. Ellos me censaron y mi familia está aquí. Ciudad Belén es cerca, ahí sí me iría, pero no me van a mandar al interior.

Ciudad Belén es un proyecto urbanístico del Gobierno Nacional concebido en la parte alta del barrio El Tamarindo, en el Municipio Plaza, para 91.000 personas. Planteada como una solución habitacional socialista por el presidente Hugo Chávez en su programa Aló Presidente N° 276, Ciudad Belén comenzó a ser construida en el año 2006 en una zona propensa a deslizamientos por meteorización debido a su pendiente y a sus características litológicas, y proclive a sismos por encontrarse entre dos fallas regionales.

¿Conoce Ciudad Belén?

―No, pero casa es casa, y nos tienen que dar alguna solución.

¿Cree que salga de esta situación en un corto plazo?

―La verdad no, pero espero que sí. Será lo que Dios quiera.