Fotografías de artistas como Robert De Niro, Marilyn Monroe, Audrey Hepburn y otros grandes decoran las altas paredes. Los Simpson están sentados acompañando acompañando al visitante. Personajes que van desde los más emblemáticos de la película La guerra de las galaxias hasta Los 4 fantásticos se unen a la espera en las oficinas de Cines Unidos. Del otro lado de la gran sala de ficción se encuentra una puerta transparente que muestra a José Pisano, programador de las salas del Trasnocho Cultural, aproximarse. Es fundador del Circuito Gran Cine y representante de Fox en Venezuela
Sara De Santa Clara S.
Baja del último avión que llega desde Madrid. Se dispone a recorrer todas las salas de cine que presentarán el Festival de Cine Español. Es la única que está en el suelo venezolano, no hay copias y viene solamente por los diez días de presentación. Así es la vida de una película de cine de autor que llegar para un festival.
“Es mi hijo”, afirma José Pisano con unos ojos abiertos y de gran tamaño al hablar sobre el Festival de Cine Español, creado por él en 1996. La sala se oscurece y con la emoción que tiene una película de Indiana Jones salta de la silla, sube las manos y empieza la cabalgata para encontrar Cazadores del arca perdida, una de sus películas favoritas.
Sus ojos son como los de un niño emocionado por la fantasía. Su energía sobrepasa su edad. Pisano es un niño de 8 años atrapado en el cuerpo de un hombre de 43. Su chaqueta le queda holgada, parece una escena de cuando los niños se colocan los trajes de los padres simulando más edad.
LA COMPRA DEL TICKET
Yo estudié arquitectura pero amo al cine, siempre fue mi pasión.
Se graduó a los 16 años del colegio, le gustaba la arquitectura y entró a estudiar cómo diseñar espacios y edificios, en las aulas de la Universidad Simón Bolívar. Al salir empezó a trabajar con una constructora. Poco después vio un anunció de prensa: aplicó para laborar en Seguros La Previsora, donde se encargó de la Fundación Previsora. Su principal tarea, en la época, era recuperar su sala de cine que estaba en manos de Cines Unidos.
El objetivo era crear una sala donde se proyectaran películas de cine de autor. Quería acercarse a la visión que tenía el Cine del Centro Plaza, pero en Plaza Venezuela. “Las colas para entrar al cine llegaban hasta la plaza”, afirma emocionado. “Fue la primera vez que programé una sala”. Con ganas de aprender y el séptimo arte en la sangre, se armó de valor para hablar con un hombre muy reservado, el dueño del cine del Centro Plaza, que por su edad, y contra todos los pronósticos, acobijó a este pequeño pichón que no tenía ni idea de que iba a poder volar.
Así empezaron a programar juntos las salas. Sin percatarse, otras ya se habían unido a esta propuesta de proyección del cine de autor, entre las que se encontraba la Cinemateca Nacional. Juntos construyeron una figura jurídica que los representara, Circuito Gran Cine. Lograron tener una cartelera en conjunto, lo que significó que tuvieran un espacio en el periódico.
José Pisano había comprado un ticket en la taquilla. Dejó la arquitectura, luego de siete años de ejercicio, para enfrentarse a uno de los negocios más complicados que existen, el del séptimo arte. “Siempre hay dos o más trenes, y yo me subí en el del cine”.
BUSCANDO LAS COTUFAS
“Muy pocas veces como cotufas en el cine, normalmente son unos Pirulín”.
Su inocencia se siente en el ambiente. Mueve la silla al hablar de los dulces −para adelante y para atrás, para adelante y para atrás− una y otra vez. “¡Uh! Tequeños, cuando tengo mucha hambre me como unos tequeños”, y con una risa culposa continúa: “Sí, y en la sala”. Nunca come nada con salsas en las butacas. “Si me compro un perro, me lo como afuera”.
Pisano comenta que la industria del cine va desde la producción de la película, pasando por la distribución y hasta llegar a la proyección. De la proyección y de las golosinas salen las ganancias del cine. “Yo admiro a los que invierten en hacer una película, ellos hasta hipotecan sus casas”. Todo por amor al arte.
José Pisano ha trabajado en distintas áreas de esa cadena. Fundó en 1996 Séptimo Films, una empresa que negociaba, con los productores, los derechos de proyección de películas en las salas de cine alternativo. La primera película que trajo fue La buena estrella. Con ella empezó el Festival de Cine Español.
El Trasnocho Cultural, en el Paseo las Mercedes, lo contrató para que programara sus salas, cosa que hace hasta el día de hoy. Su nombre se oía en la industria, un joven que no tenía miedo de enfrentarse a Vito Corleone en El Padrino. Un hombre conocido por todos, con contactos fuera y dentro del país. Por lo que Cines Unidos lo llamó a formar parte de las filas del cine comercial. “Creo que hay que ver ambos tipos de películas, la elección depende del humor del día”. Pisano asegura que puede ver una comedia, una película familiar o una del cine de autor. “Todo en su justa medida”.
Así el aprendiz del arte se convirtió en maestro. Cumplía dos funciones: programaba las salas del Trasnocho Cultural y negociaba con las grandes industrias los derechos de proyección, en el país, para Cines Unidos. “Tuve que dejar Séptimo Films, por los intereses encontrados con mi nuevo trabajo”.
LA PELÍCULA
Por la inestabilidad e inseguridad del país durante el primer lustro de la década 2000, el representante para Fox en Venezuela pidió traslado y quedó una vacante. Pisano fue el hombre elegido para representar, junto a otra persona, los intereses de Fox en Venezuela. Sigue trabajando en las mismas oficinas, en las de Cines Unidos, porque Fox tiene un acuerdo con esta empresa, por lo que su espacio físico está dentro de las mismas instalaciones.
“Por mi trabajo siempre veo las películas antes de que se estrenen”. Ellos tienen una pequeña sala dentro de las oficinas en las que ven todas las películas que se exhiben en las salas. Pisano adora ese momento. “Hay veces en que me salgo del cine en el estreno”. Ya vio la película, por lo que el día del estreno es, para él, como un día más de trabajo.
José Pisano es un amante del cine. Adora sentarse en una butaca y con las luces apagadas ver, en una pantalla gigante, una buena historia. “El cine está cambiando, ahora todo es digital”. Esto implica que la imagen es mucho más nítida, que el público se tendrá que olvidar de las rayas en la gran pantalla. También implica que esa copia que tanto se resguarda de una película cuando entra al país, que esa copia que pasa de sala en sala proyectándose ya no será necesaria, porque todo estará en digital y se pasarán las películas a las computadoras de las salas donde se presenten y luego de la autorización, también digital, podrán proyectarse.
AL SALIR DEL CINE
José Pisano de pequeño iba al cine, al principio con sus padres y luego solo. Lo buscaban una vez terminada la película, como hacen muchos padres. Un fanático del cine, un cinéfilo que convirtió su hobby en su trabajo. “Me siento feliz de poder hacer lo que en realidad me gusta”. Ese muchacho que veía las películas de Disney en el cine, que se maravillaba con grandes historias, con las butacas y las golosinas, ese muchacho se transformó en un protector de las películas del cine de autor.
Al finalizar febrero, Pisano deja su trabajo con Fox para formar parte del equipo de Blancica, buscando películas y retornando al cine de autor, al tipo de cine que se proyecta en salas alternativas. “Creo que ya di todo en Fox, quiero explorar nuevas cosas”. Hay quienes dicen que el próximo paso de Pisano debía ser en el exterior, pero él quiere al país. “No elimino la posibilidad de trabajar afuera, pero aquí creo que hay mucho potencial”. Asegura que poco a poco se estará desarrollando la industria cinematográfica del país.
Pisano es un hombre familiar, un hombre tranquilo. Alguien que está dispuesto a enfrentarse a nuevos retos. Tiene un hermano en el exterior y no tiene hijos. Ama los dulces. «Estoy casado con el cine», afirma.
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