Víctor Acosta, oncólogo especialista en mastología. Nunca le ha dicho a un paciente “le quedan cinco meses de vida”, aunque sea esa la verdad. Se considera un médico sensible, que durante los 35 años de carrera en el área de oncología ha trasladado su trabajo de una institución a otra en busca de una medicina con mística que le traiga mayor gratificación
Nicolle Yapur
Tiene apenas cinco años y los estudiantes a veces se tropiezan con él en la biblioteca. Se trata del pequeño Víctor, hace mucho tiempo, cuando su madre, Alecia Freites, que trabajaba en Instituto de Medicina Experimental de la Universidad Central de Venezuela, lo llevaba a que observara las batas blancas, escuchara conversaciones de doctor y conviviera con libros que, al menos en ese momento, no podía entender.
Como todo hijo de médico, para esa profesión apuntaba su destino. Nunca quiso ser otra cosa. Su camino se fue trazando prematuramente en su vida, cosa que agradece. Comenzó a estudiar en la UCV y pronto se le vio colado en las salas de emergencias de los hospitales. Al alcanzar el tercer año, un compañero un poco mayor lo introdujo al mundo del Hospital Padre Machado, en Los Teques. Allí se enamoró del trabajo y se vio intrigado de inmediato por lo que sería su especialidad: la oncología.
Dios y medicina
El doctor Acosta atropella las palabras cuando habla, como si quisiera decir todo en un segundo. Parece más un corredor de seguros que un experimentado oncólogo dedicado a la mastología, especialidad que al principio no le atraía. Sin embargo, allí está, como director del Centro Clínico de Estereotaxia Ceclines, una institución enfocada en la prevención, detección y tratamiento del cáncer de mama. Ubicado en plena avenida Libertador, en la planta baja de un imponente edificio gris, el lugar parece jugar con la percepción del espacio. Un laberinto de salas de examen, algunas con las puertas lo suficientemente abiertas para dejar ver la maquinaria, termina en la pequeña oficina de Acosta, repleta de libros y documentos, y con la pared tapizada de cualquier cosa —un dibujo de una mujer exhibiendo el busto, una cita de Freud, una caricatura de Rayma— menos un título universitario.
Con el rostro cansado y una barba de un par de días, sonrió. “¿De qué vamos a hablar?”
Pues de usted. Uno de los primeros graduados del curso de postgrado del Hospital Padre Machado, ex director de la Clínica de Prevención del Cáncer de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela, antiguo presidente de la Sociedad Venezolana de Mastología, máxima autoridad de Ceclines. Acosta recuerda su tránsito de la medicina pública a la privada con nostalgia, un poco decepcionado por la burocratización y la falta de recursos del hospital que lo vio crecer y le dio el cargo de médico adjunto en el servicio de patología mamaria.
Al principio le parecía aburrido eso de extirpar tumores. Pero, conforme fue pasando el tiempo, se interesó: a diferencia de otros cánceres, el de seno no tiene prevención primaria, es decir, se desconoce su causa. Esta inquietud lo fue llevando también hacia el terreno de la investigación clínica, lo cual derivó en varias publicaciones de mastología que llevan su nombre. Sus conocimientos en el área, sin embargo, no limitaron su fe al campo de la tecnología, pues admite que hay un elemento de suerte ligado a la cura de este mal. Cuando hacía la residencia en el Padre Machado, se le presentó una mujer con una mancha negra en el talón. Luego de una biopsia, el doctor Acosta le dijo que tenía un melanoma maligno y que el pronóstico no era bueno. La mujer se negó a recibir terapia, pero siguió asistiendo a consulta con él. Ese mes, le regaló una parrilla de carrito. Y así lo hizo todos los meses, durante los próximos 15 años. Si murió ya, asegura Acosta, fue por otra causa. Pero esta experiencia lo lleva a hacer aseveraciones como “el único que sabe cuánto le queda a cada persona es Dios” sin sentir vergüenza.
Frustraciones
Quizás fue su inclinación por la mastología lo que le mantiene viva una actitud positiva ante la vida. Los casos fatales de cáncer de mama no son tan elevados como los de otras patologías malignas. Pero como todo médico también tiene frustraciones, en parte generadas por los pacientes que pierde a causa del desconocimiento, de la falta de educación en la importancia de realizarse un examen temprano. Evoca momentos en los que llegaban casos avanzados, a los cuales tocaba repetirles la misma mala noticia que ya les había dado otro facultativo. Sin embargo, lo que su memoria protege con mayor desdén es su experiencia en la medicina pública.
Cuando empezó a trabajar en lo que antes se conocía como el Hospital Hogar Padre Machado, la institución era atendida por monjas, los doctores no cobraban y la gente iba allí prácticamente a morirse. Pero luego se convirtió en el Hospital Oncológico Padre Machado, adquirió prestigio, llegaron nuevos médicos y, paradójicamente, comenzó a descomponerse. Entraron los sindicatos, las polémicas, escaseaban los recursos y Acosta decidió que no quería trabajar así.
Decidió renunciar y fue absorbido inmediatamente por la Clínica de Prevención del Cáncer de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela, de la que posteriormente fue director en el año 1980. También comenzó como algo pequeño y de bajo presupuesto, pero fue creciendo, se burocratizó y, a pesar de que allí pudo entrar en contacto con la investigación, comenzó a notar que su trabajo no se traducía en algo productivo desde el punto de vista científico. Decepcionado, tuvo que esperar 16 años para ver nacer una empresa con principios que comulgaran con su filosofía médica. En 1996, surgió el Centro Clínico de Estereotaxia Ceclines, a partir de la iniciativa de 11 accionistas de los cuales cuatro tratan allí a sus pacientes.
Al hablar de este último proyecto, a Acosta le brillan los ojos, como quien cuenta orgulloso los logros de un hijo. Se emocionó al revelar que llevan varios casos de investigación clínica y que, además, están a punto de convertirse en sociedad civil, lo que les permite brindar asistencia médica en mastología a las comunidades de bajos recursos. Este paso también los habilita para otorgar becas de estudio a futuros especialistas.
Hombre de familia
Su esposa es patóloga, su hijo mayor es cirujano y su hija se acaba de graduar de lo mismo que su madre. Una familia de médicos. Es por eso que se entienden cuando dicen que están ocupados y casi no tienen tiempo para compartir entre ellos. Víctor Acosta llega a la clínica a las seis y cuarto de la mañana, de lunes a viernes, y sale a las siete de la noche. Trabaja los sábados hasta el mediodía y a veces pasa por ahí los domingos a atender obligaciones administrativas. Este ritmo de vida lo hace un hombre acelerado, de respuestas concisas y contundentes, capaz de hacer varias cosas a la vez —firmar cheques, sacar informes, contestar preguntas— con ánimo alegre y sonrisa contagiosa.
Su rostro solo se ensombrece al verse forzado a opinar sobre el sector de salud pública. Mirando al piso, confiesa que el problema no se trata de la falta de equipos, pues la tecnología está. El único inconveniente es que no hay quien la maneje de forma adecuada, lo cual se debe en parte a la fuga de profesionales del país. Él no ha querido unirse a esta tendencia, pues ya tiene 59 años, un nombre establecido y un proyecto que lo motiva a apostar por Venezuela. Sin embargo, entiende que los jóvenes se deslumbren con el buen funcionamiento de otros sistemas de salud en el mundo y con la tecnología que tienen al alcance. Aquí no es fácil superarse y él lo sabe. Pero con una sonrisa ladeada y usándose a sí mismo como ejemplo, demuestra que lo complicado a veces trae mayores satisfacciones.
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Si se le pide que recomiende un autor, sugerirá a Elías Pino Iturrieta. Si se le pregunta por un hobby, responderá la gastronomía. Su vicio es el café y le gusta la literatura de Bolívar. A pesar de que se le exige desafiar a Dios en el trabajo, en la cotidianidad es un hombre como cualquier otro, con algunas contradicciones y un optimismo envidiable. Pasa el día viendo tumores, pero siempre encuentra tiempo para su familia, hacer un curso de cocina y ver series sobre médicos. No es fácil separar la vida profesional de la personal, y su estrategia para poder hacerlo es recordar cuál es el puesto que le corresponde. Él es el doctor, no el papá ni el hijo del paciente. Y aunque hay que establecer una distancia, no cree que su gremio carezca de sensibilidad. Todo lo contrario: “Uno es médico por sensible”.
Excelente Dr. Víctor Acosta. Lo conocí en el 2007, cuando mi esposa Zulay Ramos, tuvo CA. Y nosotros estábamos en monagas. Nos lo recomendaron. Y allí estuvimos. Es extraordinario. A partir de allí, hemos cabalgado en sus acertadas decisiones como médico. Tiene una vocación que todo el mundo puede envidiar. Desde ese entonces me he dedicado a recomendarlo, en el medio donde trabajó muchísima gente me conoce y yo les hago referencia de este Extraordinario ser humano que lleva por Nombre Dr. Víctor Acosta. Le envío saludos fraternos. David Quijada. 0416-6810486. Quijadadj@pdvsa.com.
corroboro cada palabra descrita en este articulo sobre el Dr. Acosta, me lo recomendaron para una segunda opinión en el año 2008, fui diagnosticada con CA y su profesionalismo y sensibilidad me han llevado a continuar en sus manos, Dios le siga bendiciendo con salud, como el se la brinda a sus pacientes. CECLINES es una familia!
Buenas noches me diagnosticaron un tumor en mama izquierda de 3.46cm y me dicen que tengo que hacer puncion con aguja gruesa para hacer biopsia, que me recomienda
estimado dr. Victor acosta le agradezco su bien de ayudar ami Señora : Moraima Suares quien presenta una situacion en el seno derecho, gracias por lo que pueda hacer `por curara a mi señora mi nimbre es Angel Vallester y estoy a sus ordenes
Excelente médico con una calidad humana inigualable, soy su paciente desde el año 1985
Gracias a dios y al doctor Acosta estoy operada lo recomiendo con los ojos cerrados dios los bendiga
Un ángel en mi vida, tengo una mastectomía radical de seno izquierdo, con extirpación de ganglios, especialmente humano, profesional y muy sensible…lo recomiendo y les digo no se arrepentirán jamás.
Buenas tardes!
Gracias a sus conocimientos y experiencia le doy gracias a dios y al Dr. Victor Acosta fui operada desde el año 2003 y hasta la presente sigo siendo su paciente y lo recomiendo ampliamente. El mejor de los reconocimientos para este GRAN PROFESIONAL DE LA MEDICINA que se caracteriza por su calidad humana y profesionalismo reciba usted Dr. Victor Acosta. Mi agradecimiento; extensivo al grupo de profesionales que integran la gran familia CECLINES. Mirla Veliz.
Buenas tardes Dr Víctor Acosta tengo unas pastilla que eran de la esposa de un compañero de trabajo que falleció el año pasado con cáncer de seno el me comento y le dije que me las diera para donarla a otra persona que la necesite se llaman tamoxifeno 20mg tiene fecha de vencimiento agosto del 2017.
Sin más a que hacer referencia me despido de usted.
Hola Alejandro soy paciente de Ceclines y necesito tamoxifeno.
Arelis Madera
03/212/2018
excelente Dr. siempre lo digo los medico son personas que Dios manda a este mundo con una bendición divina.
Felicito a todo el personal que labora en esa institución. Muy humanas, queridas y sensibles, siempre dando un buen consejo, un abrazo oportuno y una sonrisa. Dios los bendiga
EXCELENTE CENTRO ATENCION……..