Hace 41 años

Este es el tipo de crónica que, aprovechando las posibilidades de internet, debe ir amarrada a una canción para escucharla mientras lees: Foxy Lady con Jimi Hendrix, aun cuando el video de you tube tenga problemas por baja resolución. Es el festival de la isla de Wight a finales de agosto de 1970 y a Hendrix le faltan 18 días para que las drogas terminen con él pero jamás con su guitarra

 Hace 41 años, la isla de Wight imitaba a Woodstock con un festival de cinco días de duración que fue la apoteosis del rock and roll versión Reino Unido. Los dos primeros días no prometían gran cosa –sólo cabía destacar Supertramp, para esa fecha un grupo en ciernes−, pero luego fueron programados Chicago, Family, Taste, Procol Harum, The Doors, The Who, Ten Years After, Emerson, Lake & Palmer, Jimi Hendrix, Jethro Tull y Joan Baez. En el video del festival también puede apreciarse a Moody Blues, muy románticos tocando Noches de blanco satín.

Era 1970, el año en que Los Beatles se despedían de sí mismos, pero el rock no se detenía y alcanzaba, a través de Tommy, con The Who, la categoría de ópera. El estreno fue en febrero; en abril The New York Times anunciaba que el rock «es el arte actual  más popular y creativo».

En aquellos días, en Inglaterra, cada libra contenía doce chelines, y cada chelín, doce peniques. Londres era la ciudad mood, lo más trendy del mundo −con la excepción de San Francisco−, siempre a contracorriente del resto de Europa: conduciendo por la izquierda y comiendo pescado grasiento con papas fritas igual de grasientas. Ir a contracorriente estaba de moda y las disqueras, así como la industria de la radiodifusión, se aprovechaban de la ola contracultural ligada a la música y a las grandes concentraciones de gente joven. Pero es demasiado tarde para juzgar algo con tanta energía genuina como para ser menospreciado. La época forma parte de la Historia.

El mundo era joven, peludo, llevaba una Fender colgada al torso y tomaba barbitúricos. O al menos eso era lo que vendía una buena parte de la Prensa occidental. Pero, ¿era tan tan tan desquiciada la vida de las estrellas del rock como se pretendía?

La revista Melody Maker (septiembre 12, 1970) publicaba una entrevista a uno de los epítomes del desenfreno –a juzgar al menos por su pinta, por sus estentóreos gritos, por su mirada perdida en el escenario de sus actuaciones−: Robert Plant. El trabajo reveló a un caballero de su casa viviendo en una granja cerca de la localidad rural de Kidderminster, con su esposa Maureen y su pequeña hija de nombre tan castizo como Carmen; más un perro y unos cuantos chivos.

El festival fue del 26 al 30 de agosto. Tuvo problemas desde el comienzo porque una barahúnda de jóvenes quiso entrar a la gran playa del escenario sin pagar, y se había colocado una cerca que fue echada abajo. También hubo problemas técnicos. Pero como decía Bob Dylan en Mr tambourine man, allá estuvieron 600 mil personas bailando bajo el cielo de diamante, agitando libremente una mano, silueteadas por el mar, rodeadas por arenas de circo… deja que olvide el hoy hasta mañana.

En esos mismos días se anunciaba la aparición de un disco en vivo de los Rolling Stones (eso ya es una tradición hasta la actualidad), titulado Get yer ya-ya’s out. Mientras Led Zeppelin, de Plant, se hacía millonario en ventas con el fenomenal long play «Led Zeppelin III». Ninguno de estos dos supergrupos había estado en Woodstock ni tampoco lo estaría en la isla de Wight./SN