En donde Blanca Mármol confiesa que le gustó la película Avatar y que en su adolescencia veía la serie del afamado abogado Perry Mason. “Ella tiene criterios fuertes. Al final, los otros magistrados quedan como los mandaderos de lo que dice el Gobierno”, dice alguien que le sigue los pasos y no es parte del Poder Judicial: su escolta
Andrea Pérez Riera
EL MODUS OPERANDI DE UN JUEZ
“Los jueces no se improvisan”, afirma Mármol, para quien el impacto de ser nombrada juez fue tal que pasó un año asimilando el compromiso, revisando expedientes una y otra vez, página por página. Se dio cuenta de que tenía que ser imparcial y que decidiría la vida de otras personas. Cuando se preguntó cuál era el camino para lograrlo, ella misma se contestó: “Afronto cada decisión como si fuera la última. Porque si por esta decisión tengo que dejar de ser juez, dejaré de serlo; pero no dejo de hacer lo correcto”.
Una fórmula de vida es lo que puntualiza Mármol con esta reflexión: “Dejar de amar a Dios por amar a Dios, no es amar a Dios. Si tú dejas de ser juez por temor a que te quiten, entonces no eres juez”. Lamentablemente, este temor viene aunado a lo que Mármol definió en una entrevista como el efecto Afiuni: “Antes de tomar una decisión, el juez se acuerda de que Afiuni está presa por conceder una libertad que era absolutamente ajustada a derecho. El efecto Afiuni significa el fin de la administración de justicia en Venezuela porque en un país donde los jueces tienen miedo, los ciudadanos no pueden dormir tranquilos”.
La falta de autonomía de los poderes en el país es algo desesperanzador para la magistrada: “Cuando la política entra al tribunal, la justicia sale por la ventana”. Después de 12 años de mandato, Mármol afirma que el Ejecutivo ha violado la Constitución cuando no respeta la separación de poderes, cuando ordena destitución de jueces, cuando desconoce el derecho a la libertad de expresión, como ha visto recientemente con la clausura del semanario Sexto Poder. “Es una situación reiterada de ilegitimación”, dice.
Ante esta manera de concebir la justicia, María Conchita Caggia apoya lo que ve a diario en el despacho de la magistrada. “Ella es así en cada caso. Si algo no es justo, no importa si es político, no lo apoya, como puede ocurrir al revés. Su norte es lo legal y la justicia y lo demuestra en sus proyectos de sentencia”.
LA VOTO-SALVANTE
Quizá se piense que en medio de un TSJ tan politizado, Blanca Mármol —siendo la única magistrada ajena a los nombramientos a dedo de la Asamblea Nacional— esté amparada por una “gracia divina”, como dijo en alguna entrevista. No obstante, sus ganas nunca han sido debilitadas. Siempre respetuosa, discute sus criterios con los otros magistrados, quienes ante sus argumentos terminan convencidos, en algunos casos.
Desde sus inicios como magistrada, su escolta Alexandro Sifontes la admira, la protege y la defiende. Según Sifontes, a Blanca Mármol la conocen en el TSJ como “la voto-salvante”, porque frente a los proyectos de sentencia de los otros jueces de la Sala Penal —con los cuales no comparte las razones jurídicas— no le tiembla el pulso para salvar su voto y plasmar sus argumentos. “Ella tiene criterios fuertes. Al final, los otros magistrados quedan como los mandaderos de lo que dice el Gobierno”, dice Sifontes.
Por ejemplo, existe un atenuante que permite colocar pena mínima a un imputado por la buena conducta pre-delictual. Blanca Mármol considera que esta es una manera de salvar a muchas personas que entran en la cárcel por un delito circunstancial y salen peor. “Yo no he logrado que tomen eso en cuenta en la Sala Penal, que es muy contradictorio para unos magistrados socialistas. Tengo que salvar el voto y decirles: ‘Pero, ¿quién es la socialista? Con este voto la socialista soy yo’”.
LA RUTINA DE HOY
Su rutina comienza a las 4:00 am, cuando se levanta para salir de San Antonio de Los Altos y llegar temprano al Tribunal, donde se pone al día leyendo expedientes o sentencias realizadas por su equipo o por otros magistrados. En medio del ritmo ajetreado, aún tiene tiempo para acercarse a los trabajadores del TSJ, pues en vez de desayunar en el salón de los magistrados acostumbra ir al comedor central, compartir con la gente y disfrutar de la naturaleza. Allí hay una pequeña terraza de cara al Ávila.
En medio de la crisis, no decae, no titubea, sigue manteniendo la esperanza de que el país pueda salir adelante: “No debemos deprimirnos, tenemos que apretar más, trabajar más”. Eso representa acabar con la pobreza: Mármol considera que a partir de allí, los demás problemas se resolverán.
Si se le pregunta qué pasará en 2012, ella contesta que se jubilará, pero rápidamente aclara: “Antes no”. Ningún malentendido la llevará a solicitar la jubilación antes de lo establecido, porque para ella si un magistrado es enjuiciado y no se defiende, da un pobre ejemplo. Si algo le queda claro es que los derechos no se entregan jamás, se luchan hasta el final. Esa firmeza la ha llevado a no tener temores: “A lo que hay que tener miedo, es a tener miedo”.
Precisamente esa ausencia de miedos la ha llevado a confrontar a quien sea, incluso al Presidente, pues en una oportunidad, asistiendo Chávez a un acto de apertura del año judicial en el TSJ, saludó uno a uno a los magistrados. Cuando se acercó a Blanca Mármol, le preguntó, tomando su mano: “¿Cuánto tiempo tienes en el Poder Judicial?, ¿cuándo te vas?”. Y ella le contestó: “Yo me voy cuando te vas tú, porque tu plazo es hasta 2012 y el mío también”. Hoy lo mantiene así. “El año que viene me voy con Chávez”.
Lejos de sus labores como magistrada, Blanca Mármol está pendiente de sus hijos, nietos y mascotas. En su casa alberga a cuatro perros, cuatro gatos, una pareja de loros y unos periquitos. Un espacioso jardín les permite a estos consentidos convivir juntos. A ella le encanta no sólo tenerlos, sino hablar de ellos y de sus travesuras. Y si ve a algún animalito en peligro, no duda en recogerlo y llevarlo al veterinario, la mayoría de las veces termina adoptándolo. De eso es testigo su escolta, Alexandro Sifontes.
De resto se refugia en la lectura, sobre todo de la poesía y de la novela. Actualmente está leyendo la saga Millenium de Stieg Larsson y de vez cuando desvía su mirada a El viaje del elefante de José Saramago. De telenovelas sí que no sabe nada, nunca ha sido seguidora del género. Pero en la década de los cincuenta sí vio la serie Perry Mason, el abogado que nunca perdía un caso, haciendo confesar entre sollozos a los criminales al final de cada capítulo: “Era bien entretenido, muy interesante y muy bien interpretado”. El cine lo visita, siempre y cuando no se sienta atormentada por efectos de sonidos ensordecedores, aunque vio Avatar y le gustó.
Buenas tardes doctora Blanca Marmol. Felicitaciones por sus respuestas bien acertadas en esta entrevista. Demostrando una vez más su rectitud, certeza y avanzados conocimientos en la administración de justicia.Ejemplo que deberían seguir todos los involucrados en esta materia. Por otra parte, desearía saber cual es la vía para un contacto con usted, en la notificación de asuntos de su competencia.
Saludos cordiales.