Henrique Capriles Radonski, gobernador de Miranda y líder del partido Primero Justicia, se lanzó el miércoles 12 de octubre al ruedo de las primarias, oficialmente. Su mamá, que se llama Mónica, lo apoya. Y con su mamá, una masa de gente variopinta, ruidosa y en su mayoría bastante joven. Se ponen franelas a veces amarillas, a veces no. Capriles comenzó bien: dijo que había que hacer menos política y trabajar más
Los centros deportivos suelen ser como el Parque Miranda: un gran coso alrededor del cual se entrecruzan escaleras, pasillos y puertas. Cemento y hierro sin gracia. Lo que importa es que corra el aire, que haya luz y que las gradas aguanten. La plana mayor de Primero Justicia andaba por allí entremezclada con uniformados de Defensa Civil, camarógrafos, fotógrafos y gente del pueblo llano. También muchachas clase media, bellas en sus jeans apretados, de las que que suelen rodear a los galanes de PJ.
En la calle, pugnando por entrar, se quedaron muchos representantes de Sucre, de Vargas, de Catia… quizás del Country Club.
Capriles Radonski llegó tarde, como corresponde. También Ismael García aunque no es de PJ. Estaba por allí el alcalde Ocariz e incluso Imelda Cisneros, quien fue ministra de Carlos Andrés Pérez, pero ella no entró a la habitación donde varios líderes se encerraron por un buen rato.
Wilmer estaba por allí también, de un lado a otro: es un joven moreno forrado en su uniforme de guardián del prójimo. Estudió Administración de desastres en la Unefa. Pertenece a la división de Operaciones de Defensa Civil del municipio Sucre. Era uno de los noventa efectivos para la seguridad de las casi cuatro mil personas metidas allí, en ese sitio hecho más bien para jugar básquet.
Cuando Henrique Capriles Radonski salió del cónclave en dirección a la escena, se detuvo en medio del grupo que lo esperaba en el pasillo; saludó a todos, uno por uno, incluyendo alguien que estaba retirado bien al fondo. Henrique es un político que ha aprendido las variantes de su oficio.
Los padres de Henrique andaban por allí: Henrique el mayor con un sombrero para disimularse todo lo posible a sí mismo, en cuanto se enteró de que lo abordaba un periodista puso terreno de por medio. La madre, Mónica, vestida con camisa blanca y pantalones negros, no opuso, en cambio, reparo alguno.
−¿Qué piensa en este momento? ¿Tiene miedo?
−Yo se lo entregué a Dios.
−Pero Dios está muy arriba.
−Pero yo se lo entregué; que Dios me lo lleve por el camino. Es la única manera de que una madre pueda aceptar, entender… O sea, para una madre es distinto. Usted puede entrevistar a otra gente y le dirá otras cosas. Pero la mamá es la mamá.
−¿Pero cuáles son sus temores?
−El momento del país no es fácil. Si usted me estuviera hablando hace veinte años, bueno, eso era otro país. Y con el favor de Dios dentro de diez años será otro país.
Lleva 42 años con Henrique padre, industrial de profesión, con quien procreó tres hijos: Andrés es el mayor y Alexandra es la menor. Andrés es administrador de profesión y tiene sus empresas.
−¿Y la niña?
−La niña tiene cuatro niños. Ya no es tan niña. Ella estudió arquitectura pero no llegó a terminar porque se casó.
−¿Ayudan en la campaña?
−Todos ayudamos en lo que podemos. No estamos dedicados a eso, pero en lo que podemos, ayudamos.
−Falta un año para que esto termine. ¿Cómo ve a Henrique, como un torero, como un cantante?
−Nada que ver.
−Digo, en cuanto al miedo.
−El miedo no tiene nada que ver. El miedo es de mamá. Ambos, Henrique y yo, venimos de familias que nunca estuvieron involucradas en política. Yo acepté esto de mi hijo porque pasa de ser vocación; me di cuenta después de que estuvo preso que es su razón de vida. Y como es así, lo apoyo. Y una, como mamá, cuando ve a un hijo realizado por supuesto que está feliz. Así es con cada uno de mis hijos… Eso es lo que uno pide como mamá: que cada quien esté contento haciendo lo que le gusta hacer.
−¿Cuál fue la primera señal que dio en la dirección de la política?
−Desde chiquito, cuando veía los actos políticos, siempre le gustaban. Un primo le pidió que le redactara un proyecto de ley para presentarla en el Congreso. Henrique lo hizo, les gustó, y a raíz de eso le ofrecieron lanzarse por parte de Copei como diputado. Eso fue cumpliendo 24 años. Y cuando él me lo dijo, le pregunté: «¿Político, en este país?» Me dijo: «Mamá, si todo el mundo pensara como tú, nadie haría nada». Y entonces le dije: «¿Sabes qué? Tienes razón. Te apoyamos».
Ella dice que Henrique padre y ella siempre han estado como guardaditos. Cuando su hijo estuvo preso le tocó salir, dar la cara, pedir ayuda.
−Y eso fue lo que hice. Sabe que yo en mi vida me imaginé… Porque a veces los muchachos tienen choques o pleitos, pero a mí nunca me tocó buscarlo en una jefatura, gracias a Dios.
−¿La mejor cualidad de su hijo?
−Su humanidad.
−¿Y su mayor defecto? Piense bien, no me vaya a contestar políticamente correcta.
−Yo no soy políticamente correcta. El perfeccionismo, que a veces…
−¿Maniático?
−No maniático, sino que a él le gustan las cosas perfectas, perfectas, perfectas. Ya de muchacho, si creía que una tarea no estaba buena, a veces me parecía que debía dejarla así pero él la volvía a hacer.
−Mónica, ha sido un gusto conocerla.
−Igualmente./SN
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Foto de arriba: fuera del recinto, gente siguiendo el discurso por una pantalla gigante. A la derecha, saliendo del encuadre, camiones de la microondas, de los enseres de sonido y otras parafernalias técnicas.
Foto en el medio: Julio Borges llega al Parque Miranda en su moto y con su esposa atrás.
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