Dedicado a Earle y Desirée

Esta es la versión de un artículo aparecido en Tal Cual el viernes 16 de diciembre de 2011, y se refiere al llamado Proyecto de Ley de Comunicación del Poder Popular que la bancada oficialista en el parlamento quiere aprobar con cierta premura

 Sebastián de la Nuez

Ese proyecto de ley de comunicación del poder popular que se discute en estos días en la Asamblea Nacional –lleva, para el momento en que esto se escribe, cinco artículos aprobados−, ¿de qué trata, a fin de cuentas?

Me pregunto por el papel de personas a las que siempre he admirado y respetado, como Earle Herrera y Desirée Santos Amaral. Por cierto, ¿dijeron algo sobre las agresiones del grupo de vándalos acicateados desde el Gobierno, esa mafia motorizada y armada que produjo daños a su casa de estudios, la Universidad Central de Venezuela?

En su artículo 2, esa propuesta de ley para el poder popular −los chavistas lo escriben con mayúsculas− alude a un proceso colectivo para crear una nueva conciencia social y a un nuevo modelo comunicacional que impulse “la comunicación liberadora para la construcción del Estado comunal”. Uno, tratando de entender estos proyectos, debe asumir las cacofonías de la sintaxis propia de escuelita bolivariana así como las estúpidas distinciones de género o las redundancias: todo es “nuevo”. En todo caso, ¿quién les ha dicho, a quienes hicieron este proyecto, que se necesita alguna forma especial de comunicación para construir el Estado comunal (suponiendo que el pueblo venezolano desee construirlo)? En un país libre cada quien construye lo que dictamine su inquietud individual, siempre y cuando se atenga a las leyes. No necesita una comunicación especial para hacerlo.

En cuanto al “modelo comunicacional” lo único que debe impulsar es la libertad misma. ¿Qué galimatías es ese del modelo comunicacional impulsando la comunicación liberadora? El modelo no es liberador en sí mismo en tanto sea necesario para impulsar la “comunicación liberadora” como mandato ulterior.

Por cierto, la comunicación no me va a liberar de nada. Más bien me va a sujetar a mis deberes y derechos como ciudadano. Lo que me va a liberar es la libertad misma.

¿Podrán entender esto un individuo como Darío Vivas y una señora como Blanca Como-Se-Apellide? Difícil, ¿no es cierto?

Pero sí lo entienden perfectamente Earle Herrera y Desirée Santos Amaral. A ellos debo preguntarles si, en lo más remoto de sus conciencias, piensan que se están conduciendo desde su libertad al promover semejante instrumento.

En el proyecto de marras no aparece la palabra “independencia” por ninguna parte. Toda la maraña de instancias proviene de los consejos comunales (o sea, si no estás ahí no eres nadie en términos de comunicación popular) y va a dar, a final de cuentas, a la vicepresidencia de la República, o sea, en este caso, a Elías Jaua, empujador oficial del régimen.