Esto lo escribe un joven de la UCAB que el año próximo se graduará en Comunicación Social, mención Periodismo. A veces, el camino hacia una carrera está empedrado de incertidumbres de algún modo benefactoras
Gustavo Pizzi
Elegí estudiar periodismo por casualidad, hace 5 años jamás me hubiese imaginado escribiendo esto. En ese entonces no hacía mucho el ejercicio de reflexionar, de detenerme a pensar en mi futuro; siempre me la he llevado bien con la incertidumbre y me conformaba con mi optimismo, aunque sí estaba consciente que era bueno para dos cosas: jugar fútbol y pasarla bien.
Desde bachillerato tenía muy claro que quería seguir mis estudios en la universidad pero ninguna de las carreras que conocía me gustaba. Tuve que empezar por descartar opciones hasta llegar a aquella que no me desagradara, Comunicación Social. Ni siquiera sabía con propiedad de qué se trataba, simplemente sonaba “estudiable”.
A medida que fui aprobando semestres me fui interesando muchísimo en las materias que me ofrecía esta carrera, pero luego pasé de avanzar por avanzar a darme cuenta que de manera fortuita me había ubicado en la formación académica que más me gustaba y más me convenía. Descubrí que a través del periodismo deportivo podía seguir haciendo por mucho más tiempo las dos cosas en las que soy bueno: jugar fútbol y pasarla bien.
Luego de graduarme de la Universidad Católica Andrés Bello pretendo realizar un post-grado o un estudio completo de este tipo de periodismo. Mi deseo es trabajar en la televisión, llegar a ser narrador o comentarista de futbol, ser ancla, estar en programas de opinión, convertirme en un experto de esta disciplina, viajar con este trabajo y convertirme en un excelente periodista deportivo.
Estoy consciente de que es un mundo altamente competitivo y hay muy pocas plazas para que expertos den su opinión en la televisión, pero sigo siendo optimista y no me permitiría trabajar en algo que no me apasione o que considere que no soy bueno para ello. Además en el proceso estaré siempre acompañado de incertidumbre, hasta ahora mi más fiel colega.
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