Las elecciones de la tercera edad

El país civilizado votó de acuerdo a su naturaleza: en santa paz y una camaradería que podría sostenerse en una sola imagen: la señora que buscaba, con los números de la cédula de sus compañeros de cola, en cuál página del cuaderno de votación debía ubicarlos el primer testigo de la mesa; así, cuando a cualquiera de ellos le llegaba el turno, decía por ejemplo: “Búsqueme en la página veintiuno”. La aglomeración fluía un poco más 

Cuatro colegios, una sola manera de ser venezolano. El Cervantes, en el cruce de las avenidas Principal de Las Palmas y Andrés Bello; el Ramos, más al norte pero en la misma urbanización, al lado de la sede del partido MAS –por cierto, cerrada a cal y canto−; el liceo Núñez Ponte y la Unidad Básica Nacional «Domingo Faustino Sarmiento», en Maripérez. En todas estas escuelas, además de la camaradería y la voluntad de calarse sol y horas de pie, el común denominador de la tercera edad. Es definitivo: el12-F ha sido la fecha en que la gente mayor salió a votar en masa. Cabezas blancas, bastones metálicos con cuatro paticas, andaderas y arrugas. Eso abundaba. Lo puso la periodista Elvia Gómez en un tweet: “Entre los héroes de esta jornada están los ancianos. Muchos no verán los cambios, pero comprenden bien la importancia de las primarias”.
A una viejita que apenas sobresalía de su silla de ruedas la cargaron en volandas para subir las escaleras que la conducirían a ejercer su noble derecho en la UBN «Faustino Sarmiento». Un caballero de sombrero y fumador de Belmont, orfebre ucraniano de ochenta y pico años, esperó toda su cola en el Cervantes –una cuadra de gente y más allá también− para luego venirse hasta  el colegio Ramos y aguardar otro buen rato a que saliera su mujer. Hijos o nietos llegaban conduciendo el carro familiar, se bajaban, abrían la puerta del acompañante y emergía entonces, a duras penas, alguna dama de avanzada edad. En algunos casos, de avanzadísima edad. Los de la cola miraban y no necesitaban decirse nada.
El orfebre sí dijo porque quien esto escribe se lo preguntó directamente:
−Es que somos los viejos quienes más hemos sufrido estos años.
−¿Por qué?
−Porque hemos visto cómo nuestros hijos y nietos han debido irse del país.
El orfebre ucraniano llegó hace setenta años a Venezuela. Nunca, dijo, se había sentido señalado por su condición religiosa o raza. Hasta ahora. Su apellido es muy ruso y muy judío./SN

 

Fotos: arriba, frente a la Unidad Básica Nacional «Domingo Faustino Sarmiento», y abajo, estampa de la cola del colegio Cervantes (a las 10:30 am) y una pancarta que preside la fachada de la «Faustino Sarmiento», como por no dejar.