Se formó sobre las tablas del teatro no precisamente como actor. Hoy conquista los micrófonos de Onda, la Superestación (107.9 FM). El músico y humorista César Muñoz no descarta continuar la invasión en las redes sociales con piezas que sigan liberando endorfinas. De su música, humor y de su humor, música. Es un tipo tranquilo… y crítico: «A los periodistas, sobre todo los de artes y espectáculos, les hace falta cojones, salir a la calle a buscar el fenómeno escondido”
Adriana Massimini
La prisa no es lo más común en César Muñoz. A pesar de su apretada agenda, logra evadirla casi siempre con su impecable organización. Sin embargo, la cola caraqueña y una inesperada entrevista telefónica desde una radio margariteña lo sacaron de su ya programado esquema.
Viene desde su casa en El Hatillo hasta Altamira, donde lo esperan en el estudio del programa radial Un mundo perfecto su compañera Erika DeLa Vegay el productor Eder Natera, quien repica a su celular generando algo de tensión en Muñoz.
Es plena hora pico de un viernes y con manos al volante vuelve a preguntarse por qué todavía los noticieros no tienen un pronóstico de la cola, así como hay pronóstico del tiempo. El corneteo no facilita las cosas, aunque el ruido no es tan intenso como para tener que recurrir a sus tapones de oídos, accesorio que no deja en casa, al igual que su iPhone. Un tipo al que le gusta la tecnología, que es conocido por ser fanático de Mac, que empezó estudiando programación pero luego abandonó para dedicarse por completo a la música, de la cual confiesa sentirse enamorado desde los 7 años.
EL MÚSICO
Su primera guitarra fue una revelación. Su madre se la compró a crédito. A los diez años, César había desarrollado un oído musical tal que le permitió identificar la mejor guitarra de la tienda. El dueño se sintió de tal modo impactado por la agudeza musical del muchacho que le permitió a la madre comprometerse en un crédito para poder adquirirla, algo que no acostumbraba.
A sus cuatro añitos, César ya había vivido experiencias sonoras en el cuarto de su tío Aroldo, un melómano que residió en su casa por un par de años y que le hacía escuchar los grandes clásicos de la música académica, cuestión que fascinaba al pequeño aprendiz. Treinta y tantos años después Muñoz es un músico profesional graduado de la prestigiosa Berklee College of Music, productor de temas musicales para cine y televisión, y compositor de numerosas piezas que le han llevado a participar en festivales de música en el mundo, como el Toronto Jazz Festival (Canadá), Festival de Viña del Mar (Chile), Folk Fest (Estados Unidos), Festival del Latinoautor (Uruguay), entre otros.
Sin embargo, la existencia de este talento se empezó a conocer no precisamente por alguna de las piezas interpretadas en esos escenarios. Bastó con que Muñoz, para simpatizar con la audiencia del programa en el que hoy suple a Ana María Simon, hiciera gracia con una canción medianamente improvisada que hacia burla de la jerga caraqueña. El «Yo y que qué», transmitido por tecnología live streaming desde el estudio principal de la estación de radio ONDA, colmó los portales de las redes sociales en cuestión de horas.
Ese tono caraqueño sifrineado con el que bromea en la ya muy popular canción, no se aleja de la verdadera manera de hablar de Muñoz. Nacido en el este de Caracas y graduado en el colegio San Ignacio de Loyola, admite que él puede ser catalogado como sifrino. Sin embargo está distante de ser una persona superficial. De hecho, a pesar de que siempre está rodeado de gente «del medio», pues casi todos sus amigos son actores y actrices, no se siente muy a gusto en el ajetreo social.
«Soy un tipo tranquilo, me gusta el petit comité«, dice. Le encanta cocinar parrillas en su casa. No sale mucho entre semana. Se va de las fiestas sin decir adiós cuando empieza el bululú.
EL COMEDIANTE
Parece una ironía que alguien de tan bajo perfil sea uno de los protagonistas del circuito stand up comedy en Caracas y fundador del reconocido colectivo humorístico El Efecto Chicharra. Tal vez esa experiencia que en los años ochenta vivió en la coral Alpargata Cantorum −en donde compartió escenario, como músico, con personajes como El Conde del Guácharo y otros humoristas− hizo que en su cabeza surgiera la posibilidad de hacer reír también. «Yo siempre, desde niño, me preguntaba quién inventará los chistes, hasta que descubrí que uno mismo puede crear su propio repertorio».
Jamás se planteó si era capaz o no y actuó bajo su filosofía de vida para lograrlo: estudiando.
Compré La biblia de la comedia, donde te dictan talleres por días y llega un momento en que te piden que busques un compañero. Ahí es cuando invito a mi amigo Iván Aristeguieta [miembro de El Efecto Chicharra] y empezamos a trabajar.
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The conscience of a people is their power.