La pregunta que cabe hacerse, la que quizás nunca tendrá una respuesta concluyente, es: ¿en qué medida contribuyó Globovisión a la crispación y la polarización en Venezuela? En esta segunda parte, conversaciones con Macky Arenas sobre el caso Orlando Urdaneta y los excesos del canal
Sebastián de la Nuez
Siempre se ha hablado de los excesos cometidos por Globovisión en el ejercicio de su muy libérrima política de opinión e información. En la entrevista que le hice a Ravell para el diario Tal Cual, reproducida en este blog, admitió que sí, que quizás se hubieran cometido excesos. En la primera época, aquella que va hasta el paro petrolero, se llevaba la batuta el actor Orlando Urdaneta en su papel de crítico del régimen, rol que ejercía cada noche de lunes a viernes. Macky Arenas, una de las productoras históricas del canal además de ancla –todavía hoy en día permanece con un espacio al lado del periodista Manuel Felipe Sierra−, me explicó su punto de vista sobre el tema de la polarización:
Creo que Globovisión ha tratado de nadar entre las corrientes polarizadas. Yo no creo que haya contribuido a la polarización; de repente algunos anclas, algunos segmentos, hayan hecho que alguien se sintiera agredido… pero decir en un país como este, donde desde las alturas del poder se ha hostigado y se ha amenazado, que se ha jugado con todos los hierros a la radicalización, decir que un canal de TV donde ha tenido cabida todo el mundo contribuyó a la polarización, no. Pero obviamente ha reflejado la polarización existente. No queda otra. Es así como está el país.
Arenas entró con Soluciones, programa que después asumió Shirley Varnagy mientras que Lysber Ramos Sol tenía Debate en el mismo segmento nocturno; junto a Blanco y negro –con el analista Carlos Blanco y el hoy gobernador Aristóbulo Istúriz− conformaban la llamada tira de la noche. Luego le encomendaron En vivo junto a Elsy Barroeta al mediodía, pero se empezó a complicar el asunto porque la noticia se comía el tiempo de Elsy, que era jefe de Información del canal al mismo tiempo. Luego, Macky se quedó con Titulares de mañana cuando se exilió voluntariamente Orlando Urdaneta. Urdaneta era el pináculo de la radicalización con ese programa. Nadie como él encarnó el talibanismo opositor en aquellos años en que se desataron los demonios. Tenía no solo verbo fácil sino empaque y gracia. Pero el contenido resultó altamente explosivo. Me contó Arenas:
«Tenía una inquietud muy grande por lo que ocurría en el país. Estaba muy involucrado, emocionalmente, con lo político. Sinceramente estaba muy angustiado con lo que pasaba. De repente aparece mezclado en la plaza Altamira, en el 11 de abril. En el canal estaban preocupados humanamente por él, pero le daban apoyo. Uno buscaba sindéresis, pero eres periodista, eres venezolano, a veces se hace muy difícil…»
Recordó la persecución en la autopista de la que había sido objeto el actor.
Incluso le dispararon, lo secuestraron. Muchas cosas habían ocurrido ya. Llegó un momento en que le recomendaron, o él mismo lo pensó por sus hijas, por su familia, irse del país.
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GV contaba con seguidores y detractores a todo volumen. No había medias tintas entre un grupo y otro; ambos sectores mostraban su disposición a no tolerarse. Los fanáticos seguidores pueden caricaturizarse como damas clase media, de las que clamaban letanías contra ese señor (Chávez) en plaza Altamira y estaban dispuestas a prendarse de algún militar con guáramo que se apareciese por allí. Solían llamar al programa Aló Ciudadano y comenzar, indefectiblemente, felicitando al ancla Leopoldo Castillo, incluso coqueteándole.
Pero los detractores era francamente belicosos, Lina Ron entre las más conspicuas, en especial sobre el terreno de las amenazas directas e insultos. En el plano legal, Conatel jamás dio tregua.
En fin, también hubo detractores acérrimos y no tenían nada que ver con el oficialismo: periodistas críticos no solo hablaban de excesos; para algunos, la planta constituía una avanzadilla de una derecha más torpe que propiamente proimperialista, que a fin de cuentas no hacía sino darle cuerda al gobierno militarista.
Como quiera que sea, Globovisión estuvo siempre en la mira del chavismo: es cuestión de ensayistas y comunicólogos la tarea de tomar el tema por sus riendas, el de las verdaderas intenciones del proyecto revolucionario en el área comunicacional. Hacia tal proyecto convergen todas las políticas y desde él parten todas las líneas para llegar o bien a la manipulación de los hechos o bien a la opacidad en torno a la información pública. GV estuvo allí, en el centro de ese proyecto, como un quiste molesto, como un tábano socrático, como una mosca de siete vidas.
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Arenas tuvo a Hugo Chávez en su programa dos veces. El día del paro convocado por Fedecámaras, 10 de diciembre del año 2000, estaba pautada la tercera entrevista, pero jamás llegó a realizarse. Cada vez que llegaba al canal, lo hacía en modo simpático, entrador. Pero cuando se sentaba se le notaba tenso, justo antes de que se encendiera la lucecita roja. A ella le daba la impresión de que era el típico militar acostumbrado a dar órdenes sin que nadie le replicara.
Para Chávez, compartir con el periodista de igual a igual le resultaba cuesta arriba. Así lo sintió Macky. Llevaba la incomodidad por dentro pero a todas luces se notaba que luchaba por mantenerse simpático. Lo notaba incómodo, tenso, inseguro; y prepotente. Durante un cuñero, una vez le dijo «mira, yo no entiendo por qué me tienes que hacer esas preguntas». Ella le contestó que él mandaba en Miraflores, pero que en aquel estudio, no. «Aquí quien hace las preguntas soy yo». A su lado estaba el general Francisco Rangel Gómez, quien le diría más tarde a Arenas, en privado, que había sido la más respetuosa entre los periodistas. Pero Chávez le dijo que estaba envenenada.
Luego del revocatorio sobrevino la pelea más feroz. En una oportunidad; Macky Arenas se encontraba en un restaurante comiendo con una amiga, y al salir observó a un taxista que la vigilaba; no hizo mayor caso ni comentario pero, cuando estaban llegando a la Alta Florida desde la Cota Mil, un automóvil les cerró el paso y se bajaron dos individuos. El auto agresor, vidrios ahumados y sin placas. Ella tenía un Yaris. Uno de los individuos le abrió la puerta y la amenazó con una pistola para que se bajara. Hubo un forcejeo pues ella se resistió, y su amiga se negaba a abandonarla, tampoco se iba a bajar ella tal como le ordenaba el hombre. Evidentemente tenía orden de no disparar, pues de lo contrario hubiese tenido toda la oportunidad para hacerlo.
En esos días sucedió también el bombazo contra el automóvil de la periodista Marta Colomina, de Televen y Unión Radio. ¿Cuántos otros incidentes parecidos ocurrieron durante esos años al personal de Globovisión? Trabajar allí se volvió peligroso. Hay un audiovisual, El patrón de la revolución, que documenta ciertas directrices de Chávez en los años 2007 y 2008. Viéndolo se hace evidente la relación entre sus arengas en cadena, despotricando contra la televisora, y hechos inmediatamente posteriores. Una línea que bajaba con suma precisión.
−Por ahí me llegó la información de un plan que tiene Globovisión −decía, y continuaba con algunas imprecisiones, sin citar fuente alguna, acerca de una conspiración para desestabilizar el país en la jornada del plebiscito por la reforma constitucional.
A los pocos días se presentaba un grupo de gente amotinada frente a la planta, pintando las paredes de consignas. A veces aparecían botellas y piedras usadas como proyectiles contra el edificio. Ravell bajaba, las cámaras tomaban declaraciones encendidas que se iban aplacando porque el contacto cercano con el supuesto enemigo siempre tiene esa virtud, la de apaciguar los ánimos. Por lo general era Ravell quien salía a conversar, a preguntar, a escuchar mientras asentía con la cabeza. Pero en otras ocasiones no había ni gente alebrestada ni razón específica discernible para el encono; simplemente pasaba alguien y tiraba algo. En cierta ocasión tiraron una botella con heces fecales contra la garita de la planta y el artefacto le dio, por mala suerte, a una trabajadora llamada Daisy Delgado que casualmente estaba parada allí. Quedó herida y hedionda.
En una alocución Chávez conminó a la recién nombrada presidenta de Conatel a tomar medidas contra Globovisión, y lo hizo públicamente, dirigiéndose además al estado mayor conjunto que lo acompañaba: «¿Verdad, señores generales, ustedes que saben tanto sobre seguridad de la nación, que eso no se puede permitir? ¿Con expedientes es que se va a arreglar esto o con decisiones?»
Estaba muy molesto porque en alguna televisora, no específico cuál, lo habían tildado de narcotraficante.
ESPERE LA PRÓXIMA ENTREGA sobre el nuevo principal accionista de Globovisión.