A las 5:30 pm, en Altamira Sur

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La avenida Del Ávila, en Altamira Sur, se ha convertido en un campo de batalla a esta hora, con el golpeteo de las bombas lacrimógenas, las pedradas, las cacerolas y gente gritando a todo gañote, a coro: «Maldito es el soldado que dispara contra el pueblo». O «pueblo, escucha, únete a la lucha».
Han disparado al menos 200 o 300 bombas, aunque parecen vencidas: no asfixian tanto como en otras ocasiones. Los más arrojados entre los jóvenes las agarran cuando caen al piso y se las devuelven al pelotón de donde provienen. El pelotón no los quiere en la autopista, porque el presidente Maduro dio la orden expresa por televisión; pero los muchachos no parecen tener en Maduro una buena referencia acerca de lo que deben o no hacer. Dicen que son estudiantes y que quieren libertad. Son enfáticos en esto.
Quizás el articulista Fausto Masó tenga razón en que, por ahora, al Gobierno le salen las cosas bien porque de esta manera se evita la molestia de explicar por qué el desabastecimiento ha llegado a los límites actuales y, a cambio, le viene de perlas hablar de un grupo «de la derecha fascista» que lo quiere asesinar. Plantear el asunto en términos de lucha de clases y lealtad al finado presidente Chávez (como lo acaba de hacer esta tarde en cadena), en fin, hacerse la víctima, le resulta un esquema más sencillo, más ritual. Un terreno seguro.
Pero como van las cosas, no tendría nada de raro que esto prendiera en la redoma de Petare o en la avenida Sucre o, incluso, en Lomas de Urdaneta. Esta gente en Altamira Sur en este momento, incluso a veces echando hacia atrás (es decir, hacia la avenida Francisco de Miranda o plaza Altamira) mientras la ballena suelta ese chorro inclemente y las bombas siguen llegando en abundancia, como si no costaran un céntimo, no tiene ganas de arredrarse. No por ahora. No esta vez. Son casi las seis de la tarde y esto sigue.
La última arremetida de la GN y de la PNB, la más brutal, a las 6:10 aproximadamente, ha hecho que los muchachos se refugien en los edificios aledaños. Pero ya vuelven a salir.

 

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Los de negro se acercaron y dispararon una ráfaga de bombas prácticamente a quemarropa.