Dice que en ese escaparate estuvo durante 50 años. Obdulio Reginfo es un pintor yaracuyano que ha vivido en Caracas desde su adolescencia. Fue miembro del Partido Comunista en los 60, asegura haber sido entrenado por la legendaria activista Livia Gouverneur y ahora se autocalifica como comunista, chavista y madurista
Gladys Seara
Está sentado en la Carpa César Chirinos de la Feria Internacional del Libro 2014. Son las 12.40 del mediodía y anuncian que el ministro de la Transformación Revolucionaria para la Gran Caracas, Ernesto Villegas, suspendió su conferencia.
La ausencia del vocero del Gobierno ya se veía venir mientras los presentes en la sala fotografiaban al caballero de tez oscura que se acomodaba en su silla y sostenía un cuadro con tres figuras: dos de Hugo Chávez, una de Jesucristo. Obdulio Rengifo, el propio autor, no aparenta 71 años. Con ilusión atesoraba entre sus manos su obra, con la esperanza de que Ernesto Villegas llegara y la viera. «Los micrófonos están abiertos para quien quiera hablar, pedimos disculpas por la ausencia del ministro», se escuchó una voz ─la del joven encargado de las actividades─ retumbando en la sala que poco a poco se estaba quedando vacía.
El bigote de este cultor yaracuyano es peculiar, no cubre toda la parte superior del labio sino que se posiciona en los extremos. «Soy comunista, chavista y madurista», dice apenas se le pregunta quién es.
Sigue mostrando su obra, posa con coquetería y comienza a narrar su historia:
Tengo 50 años en Caracas, yo he pintado desde los trece años y soy autodidacta.
Pasó su niñez en el único municipio del estado Yaracuy con acceso directo al mar. De ahí vienen sus dotes artísticas: su madre, Inés María Rengifo, hoy con 101 años, bailaba tambor y componía los cantos para las festividades de San Juan Bautista; su tío tocaba cuatro y su padre tocaba arpa.
Fui luchador armado, era miembro del Partido Comunista.
Eso también lo heredó de su familia porque, según comenta, durante el gobierno de Rómulo Betancourt a sus padres y tíos les quitaron las tierras.
Rengifo, de rasgos barloventeños, puede dejar boquiabierto a quien lo escucha cuando asegura haber sido formado por Livia Gouverneur:
Estuve al lado de Livia, ella me ilustró. Mis primeros libros en el PC me los regaló ella.
Y sigue sorprendiendo cuando narra que participó en los talleres que daba Gouverneur en el sector Sierra Maestra del 23 de Enero.
Ahí teníamos una célula comunista llamada José Leonardo Chirinos, ahí aprendimos a manejar armamento.
En metro sesenta y cinco de altura se ocultan más historias, algunas de prisión:
En los gobiernos pasados yo era un perseguido político, estuve preso en la Cárcel Modelo y en el Cuartel San Carlos por mis ideas comunistas. También me llevaron como preso común a Los Flores de Catia, me adjudicaban robos comunes para ensuciar mi nombre y empañar mi imagen.
El septuagenario califica esa época de lucha política como el tiempo de encierro: “Por 50 años estuve oculto y con el proceso revolucionario de Hugo Chávez por fin pude salir del escaparate donde me mantenía escondido.
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Rengifo también forma parte del grupo Reverón con Inclusión” que expone obras en lugares como la Universidad Santa Rosa (La Pastora); también da clases de pintura, dibujo y teatro en un centro geriátrico.
He tenido mucha ayuda. Los lienzos y las pinturas me los donan el Ministerio de la Cultura y Unearte. También colabora conmigo el Seguro Social: me dan las medicinas que necesito porque soy hipertenso y diabético.
Mientras habla mantiene su mano derecha sobre el cuadro de Chávez y Cristo.
Lo hice unos días después de que muriera el comandante, lo pinté al lado de Jesucristo porque Chávez creía en él, pero además porque veo a Cristo como un socialista: demostró que la humanidad sí puede compartir con los desposeídos y Chávez creó, después de Bolívar, el verdadero amor, la verdadera unidad y la verdadera integridad no solo en Venezuela, sino en América Latina.
Estas palabras llevan una carga de melancolía que le recuerdan el ‘por ahora’ del líder de la rebelión militar del 4 de febrero de 1992.
Para mí el ‘por ahora’ fue lo que más me impactó y tengo un cuadro que pinté ese día que se llama “Ocho letras que despertaron a Venezuela”. Ese fue un Chávez que apareció como un Dios humano, un Dios que enseñó a entender a las personas qué significa la palabra unidad, que la unidad es comunismo, es compartir lo que uno tiene.
Rengifo no se cansa de contar sobre su vida, sobre sus anhelos:
Nosotros los pobres no tenemos nada y nadie nos quiere ni nos ama porque somos hijos de nadie, como dice Galeano. Por eso la gran burguesía nos utiliza para explotarnos; somos como la naranja, nos exprimen y luego botan el bagazo, por eso los chavistas tenemos que seguir apoyando a este hombre [Maduro].
Obdulio finaliza con un halago a la periodista. Valió la pena ir a la Feria Internacional del Libro ese viernes 21 de marzo: no asistió el ministro, pero sí un señor con una historia que no fue más de lo mismo.
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