Eso es lo que se respira en el Museo de Bellas Artes, en Los Caobos: cierto aire de abandono, cierto aire de pérdida. Aunque una exposición fotográfica de Efraín Vivas salva la jornada
Sebastián de la Nuez
Los celadores conversaban unos con otros. La Cinemateca pasaba una película para niños pero mantenía la puerta abierta, quizás porque el aire acondicionado no le funciona. Visitar el Museo de Bellas Artes no es tan malo, pero asegúrate de no necesitar un baño. No había ninguno abierto, al menos no este domingo primero de junio.
Pero uno recuerda de pronto que Octavio Paz cumple cien años. Y un afiche gritando lo que dijo renueva la fe: no celebro ni conmemoro guerras. La muestra exhibida (gracias en buena medida a la embajada mexicana) para rendirle culto al autor de El ogro filantrópico es pobre, cierto, pero sus destellos salvan. Unas cuantas obras amarradas a frases de Paz, entresacadas del libro Los privilegios de la crítica. Los jóvenes que llegan y ven ese enorme Soto por primera vez captan su sentido al leer la frase que lo acompaña. Es la pura verdad: Soto pone sobre el aire vistas fijas del movimiento.
El Museo en manos del chavismo es algo triste y uno asiste con cierto espíritu entre burlón y piadoso, quizás más lo segundo que lo primero. No se sabe a qué viene ese par de salas dedicadas arbitrariamente a unas cuantas obras en homenaje a los países del Mercosur (o Unasur, para el caso da lo mismo).
Sin embargo, hay una joya en otra sala: la exposición de fotografías de Efraín Vivas. Una muestra a la cual ha llamado “Más allá de las sombras”. Fantásticamente buena. Imágenes en blanco y negro de lo estéril, del desasosiego. Paraguaná y otros lugares que sufren la resolana inclemente retratados al desnudo. De vez en cuando apenas la mano del hombre en alguna que otra construcción de piedra y tablas a medio derruir. Vivas nació en Maracay en 1953. He aquí un párrafo extraído del blog de Roberto Mata, quien a su vez cita a Vivas:
La fotografía como medio de expresión es el espejo del alma. Uno tiene un negativo aquí ―llevándose la mano al corazón― y un positivo aquí ―señalando lo que está frente a sus ojos―, y el lente es el canal que te ayuda a sacar tu interioridad y expresarla.
Y algo de Fernando Pessoa que acompaña la muestra de Vivas en el Museo, bien escogida sin duda:
Dijo Amiel que un paisaje es un estado del alma, pero la frase es una felicidad indolente de soñador débil. Más certero sería decir que un estado del alma es un paisaje.
Deja una respuesta