Poesía con chasquidos de cigüeña

Eli_Morella

Eli Tolaretxipi y Joaquín Marta Sosa se conocieron en un encuentro de poetas en la isla de Tenerife hacia 2002. Ahora él dirige una editorial criolla que ha editado a la poeta vasca, quien estuvo en Caracas para darse a conocer. Entre otras cosas, se tomó un té en el Arábica y conversó

Sebastián de la Nuez

La amistad entre Joaquín y Eli tardó años en madurar. Ya se habían conocido en La Laguna y pasó el tiempo hasta que unos poetas bilbaínos le dijeron un día a ella que el tal Joaquín quería contactarla. Al parecer hubo un almuerzo al cual convocó Joaquín pero  ella no asistió. Joaquín había leído un par de poemarios de ella, y le llamó la atención esa poesía “como tallada en piedra”, con unos sonidos un poco roncos y duros. “Como de cigüeña cuando está arriba anidando, ¿sabes?”

−No, no sé. No me he fijado.

−Suena como el choque de dos maderas: trac, trac, trac…

Total que pasó más tiempo y él por fin logró preguntarle si tenía algo para publicar. Ella le dijo que sí, que tenía algo llamado Edgar pero que ya tenía editor. Él salió un poco decepcionado. Le dijo, de todos modos, que podía hacerse una edición venezolana. Y leyó el material que ella le envió o le entregó en su propia mano. Le encantó. Edgar no se trataba de un examante de ella sino de Edgar Allan Poe.

Continúa Joaquín:

Leer a Eli requiere más de una lectura. Creo que es a la tercera cuando terminas por paladearla bien. Porque es una poesía que está recubierta por una sonoridad que tienes que ir excavando, indagando en ella. En ese sentido creo que es un poco vasca; los vascos son así, de difícil entrada, pero luego muy amorosos, muy afectivos.

Y cuenta una anécdota: estaban en un recital y ella, de repente, cuando le tocaba, dijo simplemente que leería algo sobre Reverón que les dedicaba a aquellos dos venezolanos que están sentados allá (refiriéndose a Joaquín y a su mujer).

−Pero además con ese tono, distante y casi desdeñoso −agrega Joaquín−: si fuera a la inversa, uno diría algo así como “oye, me ha encantado conocer aquí a esa gran poeta de San Sebastián… etcétera”.

Le pregunto a ella de dónde sale su poesía: ¿de lo que lee, de lo que le cuentan, de lo que observa…?

−Pues de todo. Construyo con materiales que tengo muy cerca.

Y usa el verbo FILTRAR.

Joaquín la trajo a Venezuela en julio para que diera unas vueltas por ahí, presentara el libro que él le edita en este país; y que la gente la conociera. Hubo un par de recitales.

A otra pregunta, Eli, la que hace poemas que suenan a los chasquidos de una cigüeña cuando está anidando allá arriba, aclara que es una vasca mestiza, que se considera española y no es, para nada, independentista. “Creo que España es un mosaico diverso”, zanja.

Sus estudios fueron de filología inglesa, y es así que empezó a leer a mujeres como Sylvia Plath y Elizabeth Bishop, a quien también ha traducido. En la Universidad de Vitoria (capital de Álava, sede oficial del parlamento y de las instituciones comunes del País Vasco), donde había una revista en la que empezó a colaborar. Era el comienzo de los años ochenta.

−¿Y te sientes dura, así como piensa Joaquín?

−Claro, Joaquín viene del trópico… Que son exuberantes, floridos. Nosotros somos secos, parcos…

−¿Áridos?

−Puede que lo seamos, pero yo no me considero árida. Creo que tengo, como dicen por ahí, corazón de alcachofa. Pero yo no creo que parezca dura por fuera, no sé… Puede ser la forma de hablar. Puede ser la influencia del vasco, que es una lengua muy matemática: las frases son cortas, no hay muchas subordinadas. Puede que mi castellano tenga esa influencia, por debajo, del euskera. Porque el euskera es otra de mis lenguas, la lengua materna.

Busca la palabra que lo deformó / que lo dejó fuera de / la mancha que habla y hace ruido / Busca la resistencia para no resbalar (…)

Le pregunto si busca una sonoridad o si lo suyo es una búsqueda de las palabras.

−En fin ¿qué buscas para ti, para tu propia cosecha, para tu propio placer, cuando escribes?

−Busco entender. Entender lo que me pasa.

−Lo tuyo es un viaje interno.

−Sí. Y luego trato de envolverlo en algo que pueda regalar a los demás, que pueda ofrecer aunque no lo entiendan bien; que puedan quedarse con una imagen, con la sonoridad de una palabra. Siempre te debates, yo al menos, entre el adentro y el afuera.

−¿Por qué Edgar Allan Poe?

−El tratamiento de la mujer en sus relatos… He tratado de traerlas al presente, eso he querido hacer. Cómo serían estas mujeres tan inteligentes… Pero son espectros, han muerto o van a morir, son enterradas o desenterradas. He tratado de traerlas al mundo de ahora.

A ella le fascinó que a Poe, a su vez, le hubiera fascinado lo femenino, y ese misterio sigue allí.

 La función de los objetos / es la espera en la oscuridad / Una luz remota los encuentra (…)

Vino hace años a Caracas. La encuentra apabullante.  Pero al mismo tiempo aprecia que hay algunos oasis dentro y opina que los venezolanos son maravillosos. “Es uno de los pueblos más cariñosos y generosos que he conocido”.

El libro de Eli Tolaretxipi, editado por la casa de libros que dirige Marta Sosa y que se llama Fundavag Ediciones, se puede encontrar en algunas librerías selectas, no en todas.

 

QUIÉN ES MARTA SOSA

Para quien no lo sepa: de origen portugués, poeta y ensayista. Joaquín Marta Sosa fue decano en la Universidad Simón Bolívar, dirigió El Diario de Caracas y trabajó por un tiempo en la Contraloría antes de 1999. Ahora se dedica a lo que más le gusta en la vida, o sea, escribir y leer. Precisamente con Fundavag ha editado Urbasa, su más reciente poemario. Y ha elegido, después de estar saltando entre un continente y otro, quedarse en Caracas y no en un pueblo pacífico en la costa más oriental de Cantabria llamado Castro Urdiales.

Fundavag Ediciones es hija de la Fundación Rosa y Giuseppe Vagnoni, una pareja de italianos a la que, en los predios del comercio, le fue muy bien en Venezuela. En agradecimiento crearon esta institución para el desarrollo de proyectos de solidaridad social y de índole cultural.

Marta Sosa le ha puesto alas a la editorial creada por Filippo, el hijo varón de la pareja ya fallecida.

En medio de este marasmo que padece el país Fundavag edita prácticamente un libro por mes. Además abrió un concurso de novela.

Con el sello Fundavag se ha publicado, por ejemplo, una curiosa recopilación de notas periodísticas sobre moda en el siglo XIX venezolano, de la profesora  Cecilia Rodríguez Lehmann.

 

(En la entrevista están insertados unos versos del poemario Edgar.)

Foto cortesía de Morella Muñóz-Tébar.