Los trapitos al sol de una novelera

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Virginia Urdaneta es arquitecta de profesión, y actriz de toda la vida. Con prestigio y trayectoria en teatro, cine y TV, hoy en día se ve obligada a participar en castings para poder “matar tigres” y mantenerse económicamente. La crisis adopta muchos rostros

 

Vanessa Rodríguez de Sousa

Las puertas de la casa se abren de par en par. Un pasillo al aire libre conduce a un jardín, el lugar perfecto para aprenderse las líneas antes de salir a grabar o de montarse en el escenario. Virginia Urdaneta no teme abrir las puertas de su casa para recibir visitas, pues sabe que, de alguna manera, ella también ha entrado en las casas de miles de venezolanos que la observan interpretar diversos personajes en las telenovelas. Con todo y eso, su trabajo no queda ahí. Muchas personas también han tenido la oportunidad de verla derrochando talento sobre las tablas. Resulta imposible ignorar su trabajo en la pantalla grande, en especial, su participación protagónica en la primera película venezolana que mostró un beso entre dos hombres y que la galardonó como Mejor Actriz Principal en el Festival de Mérida: La máxima felicidad. Su versatilidad y su talento la han acompañado durante sus 30 años de trayectoria; sea en la televisión, el teatro o el cine, logra lo que considera su meta principal como actriz: expresar.

Es divino, divino. Pienso que eso te llena demasiado porque no es como un trabajo que tú usas tu cabeza y tal y cual, sino que tiene cosas mezcladas, la emoción con lo que tú piensas. Se siente muy poderoso.

 

ESCENA 1, TOMA 1. INICIA EL JUEGO

Virginia Urdaneta trabajó menos años como arquitecta, que los que tardó en graduarse. Mientras estudiaba ingresó en el grupo teatral de la Universidad Simón Bolívar  porque en una oportunidad quiso ayudar a una de sus amigas que estaba montando una obra y le faltaban actores. Desde ese momento se enamoró de la actuación. Tiempo más tarde una foto suya  llegó a las manos de Alfredo Anzola, quien, al verla, encontró a la actriz principal de su película. “Así fue que empecé: jugando con Manuel”, dice, mientras le brillan los ojos. Era el año 1979 y desde allí supo que se quedaría en ese mundo. “Cuando trabajaba de arquitecta me acuerdo que a las 5:30 de la tarde, que se me acababa el horario, salía de los ascensores y empezaba a hacer muecas en la cara porque yo sentía que no había expresado nada (risas). Me hacía falta como expresar”. Sin embargo, le entristece no haber realizado ningún proyecto dentro de su profesión. Tras unos segundos de silencio admite que aún le gustaría diseñar objetos como sillas, sarcillos y joyas. Luego de su debut en el cine participó en otras dos películas: La máxima felicidad (1982) y En Sábana grande siempre es de día (1988). A pesar de que no trabajó en otras películas, da a entender que actuar para cine es lo que más le gusta: “El cine es la cosa más rica del mundo. Es muy divino porque es un mes y medio en una burbuja, toda tu vida es esa película, entonces cuando se acaba la sensación es un vacío horrible, como que te caíste, quedaste sin un piso, sin una cosa”. Con el tiempo la suerte la acompañó y RCTV le abrió la puerta al mundo de las telenovelas.

 

ESCENA 2, TOMA 1. EL CIERRE DE RCTV

El cierre de Radio Caracas Televisión tuvo consecuencias para todos los trabajadores del medio. No solo cerró las puertas un canal que vio crecer y acompañó a cientos de artistas durante mucho tiempo, como es el caso de Virginia, sino que también redujo drásticamente las ofertas de trabajo. Con un suspiro introduce la frase más pronunciada por los extrabajadores del canal: “RCTV fue mi escuela”. El ambiente de pronto se congeló. Virginia asegura que el cierre de Radio Caracas Televisión fue consecuencia de un problema personal de Marcel Granier con el Gobierno:

Fue muy temerario poner en juego el trabajo de tantas personas. Porque si fuera un canal de noticias como Globovisión, que tuvo que tomar una posición, está bien, pero ¿qué necesidad tenía Radio Caracas de tomar una posición política?, tenía un noticiero, más nada. ¿Él dónde está?, pues muy divino afuera, pero hay gente que no. Mira, hay un camarógrafo que yo adoraba desde que yo entré, que está vendiendo raspaditos en una plaza. Y lo peor es que Venevisión en vez de tratar de hacer las cosas mejor se achantó. Entonces no solo se cerró la puerta de Radio Caracas, sino que Venevisión produjo menos.

 

ESCENA 3, TOMA 1. LOS ARTISTAS TAMBIÉN COMEN

Virginia, que siempre ha hecho papel de buena en la televisión, se tuvo que enfrentar a una situación difícil: el trabajo se volvió más competitivo. “Ahora se están dando el lujo de hacer casting”, dice con voz de incredulidad. El problema es que no hay productoras, explica. Comenta que se encontró con la sorpresa cuando la llamaron a participar por un papel en una telenovela juvenil que produce Radio Caracas;

¡Es que no cuenta ni la trayectoria! Tengo toda la vida de Dios trabajando en Radio Caracas, eso es una mariconada. Amanda Gutiérrez, ¿casting?, María Alejandra Martín, después de que ha protagonizado en Radio Caracas, ¿casting? Es una locura. Porque si tienes que hacer de policía, una loca, no sé, algo fuera de lo normal, que te hagan un casting para ver si más o menos encajas en el papel no es tan raro, ¿pero de una cosa normal y silvestre? Además, te ponen el precio de una vez. Sea quien sea, el precio de ese personaje es este. Y no son los precios que uno ganaba.

Por ello ha tenido que resolver. El teatro, aparte de ser su primer amor, le ayuda a pagar las cuentas. Entre monólogos de su autoría y otras obras, logra reunir dinero, pues sabe que también debe mantener a sus dos hijos universitarios, Erika y Alan.

 

ESCENA 4, TOMA 1. AMOR A LA PROFESIÓN

Esto es lo que amo, así que con esto me quedo.

La actriz, que también ama el cigarro, no se arrepiente de haber elegido el camino de la actuación. “Un momentico, yo no actúo”, interrumpe cuando se le habla de actuar. “Yo nunca actúo. A mí me molesta cada vez que me salen con eso. La gente cree que porque uno es actriz, uno actúa. Soy como soy. Tú encuentras algo del personaje que es tuyo y te lo crees. Toda persona se enamora, entonces tú te lo imaginas, tú lo ves bello. Es como un viaje. No te crees las circunstancias exactas”. De todas formas, admite que lograr eso no es sencillo y que por eso ella tiene sus técnicas. Por ejemplo, antes de subir a un escenario le gusta tocarse…“¡Pero ya va! No tocarme de masturbarme (risas), sino rozarme así con las manos. Uno necesita entrar en contacto con uno mismo”. Otro método, un poco más común, es el típico trago que calienta el cuerpo, “pero tiene que ser inmediatamente antes”, asegura sin dejarle espacio a la respiración; “si me lo tomo 20 minutos antes ya tengo el otro efecto que no debería tener (risas),  pero sí ya va a empezar y te lo tomas rapidísimo y sales, la adrenalina es tal que tú no sientes nada. Es curioso, yo digo que me gusta un trago, pero me rasco rapidísimo (risas)”.

Virginia encuentra la felicidad en cada papel que interpreta, si volviera a nacer no haría nada diferente ni elegiría otro camino. “Para esto nací, esto es lo que me hace feliz”.