El defensor criollo del vinilo

Corostola en su medio ambiente, íntimo y un poco polvoriento.

Corostola en su medio ambiente, íntimo y un poco polvoriento.

Vicente Corostola es productor musical, diseñador gráfico y coleccionista de disco de vinil. Se define a sí mismo como un “marciano que rescata sonidos y objetos del pasado”. Es el dueño de La Discoteca y es un investigador de un objeto que en muchas casas estorbaría: el disco de vinilo

Jesús Abreu

Vicente Corostola nació en 1970, cuando Rafael Caldera era presidente. Chelique Sarabia y Cherry Navarro tenían un par de años reclutando jóvenes que tuvieran bandas con guitarras melodiosas y Los Impala ya se habían presentado en el Show de Renny. Venían de Maracaibo con su propio sonido de rock venezolano. Cincuenta y cinco años más tarde, Corostola, productor musical y coleccionista de un objeto de culto como es el disco de acetato, rescata el sonido de aquellos años y de aquellos discos: ha creado una exposición llamada La Discoteca, con una parte de su colección –aproximadamente 14 mil long plays.

Parece un personaje de una de las películas de los hermanos Coen: su cabello llama la atención porque la calvicie se ha hecho presente en la parte superior de su cabeza, pero conserva el cabello largo a los lados, usa zapatos converse color rojo y franelas generalmente diseñadas por él mismo, como una que tiene puesta para la entrevista, y en la que se observa el estampado de una pieza de lego de color azul en su pecho, en la que se puede leer la palabra “crea”.

Vicente Corostola es descendiente de vascos que llegaron a Venezuela huyendo de la guerra. Estudió en el colegio Emil Friedman, en Caracas, y fue ahí en donde le enseñaron el gusto por la música. Recuerda que en su casa escuchaba música de todo tipo y que había discos de acetato, pero lo que hizo la diferencia en su niñez fueron las visitas a la oficina donde trabajaba su mamá.

“El transporte del colegio me dejaba en Concresa y mi mamá trabajaba ahí, justo frente a su oficina estaba Rodven Discos [sello disquero de la década de los ochenta propiedad del Grupo Cisneros] y los días miércoles, si mal no recuerdo, aceptaban listas de discos, de los amigos de las oficinas cercanas, y a la semana siguiente ya te los tenían y los vendían a precios de pedidos al mayor, desde boleros de Barbarito Diez hasta Flashdance. En mi caso fue una cantidad inmensa de discos que había en mi casa y se escuchaba todo eso mezclado”.

Corostola aprendió a tocar la guitarra y el bajo, tocó el cuatro en el colegio y formó parte de varias bandas antes de la propuesta definitiva que se llamó Área, pero no pasó de ser un arrebato musical de jóvenes rebeldes. Estudió en la Universidad José María Vargas y allí culminó la carrera de Diseño Gráfico.

 

LA MÚSICA DE LOS ESPÍAS

Al mundo de las bandas y el rock nacional, Corostola llegó por azar; estaba en clases de guitarra y su profesor, Cecilio Perozi, era integrante de una de las agrupaciones del rock venezolano de la década de los 90: Témpano. En una de esas sesiones de guitarra llegaron dos de los integrantes de la agrupación Los Espías y con ellos Corostola logró desarrollar una gran amistad. Fue en esa época en la que se convirtió en manager y diseñador de la banda, incluso llegó a tocar la guitarra en algunos de los conciertos del grupo.

“Cecilio, que era el guitarrista de la transición de la banda Témpano – Póster, me llevó un día a los estudios donde grababan su disco y fue ahí en donde empecé a conocer el mundillo de las bandas y a interesarme en todo lo que eso implica. Con Los Espías comencé siendo pana, del clan, luego terminé siendo diseñador, manager y hasta novio de la madrina”.

 

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A finales de la década de los noventa, Corostola terminaría un curso de locución en el que se interesó, básicamente por dos razones: porque le llamaba la atención la radio y quería llegar a producir un programa en el que se transmitiera música de diversos géneros, música que no sonaba usualmente en la radio nacional: rock progresivo, música indie, instrumental, pop y rock sintéticos y, en general, sonidos vanguardistas. Por tres años estuvo primero en la emisora Hot 94 y luego en la Mega. “En mi programa de música, tanto en Hot como en la Mega, solo ponía música y hacía comentarios respecto a los discos que llevaba y algunas anécdotas de las bandas y las grabaciones”.

Cuando trabajaba en la Mega conoció a Félix Allueva, presidente de la Fundación Nuevas Bandas, y este lo invitó a formar parte del equipo que, para entonces, era un pequeño grupo incentivado por crear una institución que trabajara por la música rock en Venezuela, desde investigación histórica del género musical en el país hasta conciertos y propuestas de bandas incipientes.

“Mi llegada a la Fundación Nuevas Bandas fue por pura casualidad y gracias a la radio. Yo hacia mi programa los sábados y Félix tenía el suyo los domingos, creo; como mi programa era especializado, usualmente invitaba a las bandas que participaban en los conciertos del Festival y gracias a eso conocí a Félix. Entre favores y proyectos terminé dirigiendo la Fundación y trabajé ahí durante 17 años”.

 

PROFESOR Y DUEÑO DE LA DISCOTECA

Corostola comenzó a investigar aspectos de la historia de la música popular contemporánea en Venezuela, así como a revisar textos con errores de precisión en cuanto a fechas, personas y grabaciones. Eso resultó, con el paso de los años, en un cúmulo de información suficiente para crear una materia en la Universidad Monteávila. “Cuando trabajaba en radio escuchaba muchas metidas de pata de supuestos especialistas y comunicadores sociales, por eso me interesé en la investigación de la música popular contemporánea y eso fue a parar a la Monteávila”.

En una oportunidad Corostola se presentó en uno de los salones de clase de la Monteávila con varios discos de vinilo. Cayó en cuenta de que gran parte de los estudiantes nunca había visto uno. Fue en ese momento que decidió comenzar una labor de difusión, primero en su cátedra Historia de la Música Popular Contemporánea en Venezuela y luego, de forma general, se dedicó a la historia de los artistas y bandas que grabaron en Venezuela su música en ese formato romántico que es el disco de vinilo.

 

LOS SONIDOS DEL PASADO

“La Discoteca es un rescate histórico”. Así califica Corostola la exposición que desarrolló en la Hacienda La Trinidad hace unos meses y en la que utilizó más de 300 discos, todos en buen estado y listos para ser escuchados por quienes asistieran a la exposición. El disco de vinilo es “más cálido”, dice, luego de reflexionar por un momento la palabra exacta para definir el sonido que guarda ese chato objeto que es el vinilo. No solo era el trabajo en cuento al sonido, era también el oficio que implicaba el empaque del disco y el arte de la imagen o la foto que acompañaría al disco; en la exposición de Corostola se podía ver y escuchar a un Chelique Sarabia en su faceta inédita, o pocas veces recordada, como compositor de música pop electrónica; o discos de Zapato 3, Los Darts o Los Supersónicos. “La idea era hacer un libro y la exposición terminó siendo un libro abierto. Quise crear un reducto del vinilo en el mundo del mp3”.

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La próxima vez que encuentre un disco de acetato en su casa piénselo dos veces antes de tirarlo a la basura. Recuerde que es un objeto de culto y que lo mejor de la música de cualquier época, con el sonido más cálido, fue grabado en un disco de vinilo y ese sonido no lo escuchará en ningún otro formato.