Las tres S del humor de Zapata

Laureano Márquez en Centro Javier el 11 de febrero de 2014. Al lado, el autor de este blog.

Laureano Márquez en Centro Javier el 11 de febrero de 2014. Al lado, el autor de este blog.

Intentaron definir el humor, pero lo dijo Laureano Márquez de entrada: es como intentar desentrañar el misterio de la Santísima Trinidad. Y además, definirlo o abordarlo en función de la vida y obra de Pedro León Zapata, cosa que es fácil y difícil al mismo tiempo. El humorista nace con una especie de defecto y por eso lo ve todo en la vida como lo ve

Sebastián de la Nuez

La reunión de esta mañana resultó variopinta, heterogénea, llena de recovecos en esa materia esponjosa que es el humor. Claudio Nazoa no fue esponjoso, por cierto, cuando dijo que los programas actuales de Venezolana de Televisión, de humor, no producen risa sino odio. Al contrario, los demás programas de esa parrilla sí producen risa.

Abilio Padrón dijo que las caricaturas de Pedro León Zapata por lo general no le habían producido exactamente risa sino reflexión. En la reunión de esta mañana estuvo de cuerpo ausente el hermano mayor de Coromotico. Era un grupo de amigos, y el motivo era conmemorarlo hablando de él, del país, de esta Venezuela a la que dedicó sus esfuerzos y desde la cual pintó. Sucedió en el Centro Javier, detrás del San Ignacio y bajo los auspicios de la revista Comunicación (Centro Gumilla), que este año cumple cuarenta años de edad. Invitó el profesor Marcelino Bisbal.

Claudio Nazoa decía que Zapata era un individuo malo, réquetemalo, pero es probable que nadie se lo haya creído en la sala. Abilio Padrón no dijo nada al respecto pero, a cambio, habló de los peligros de la censura, en la quinta y en la cuarta y también en París. Roberto Echeto,  curador de la antología del humor venezolano que hizo la empresa Cyngular para Banesco, puntualizó el tema de la verdad que Laureano Márquez  atrapó en el aire: sí, la verdad atañe al humor y no puede hacerse desde la mentira o a favor de la mentira; no prospera.

El historiador Pedro Correa, joven dedicado a escudriñar  −lo hizo sobre todo en La patria pícara− el sarcasmo y la punzada en publicaciones del siglo XIX venezolano, resumió: la historia de Venezuela está llena de mandones y de gente dispuesta a burlarse de los mandones.

Abilio dijo que los caricaturistas –por extensión los humoristas− están obligados a dibujar política y a hacer mofa de la política puesto que ese es el tema nacional. A fin de cuentas, se dibuja o se hace humor como una forma de la terapia. “Dibujar es expulsar los fantasmas que uno guarda”.

Nazoa contó anécdotas y dijo que hoy en día, en este país, el humorista debe primero acomodar la realidad para luego poder hacer humor con ella pues resulta a primera vista tan absurda –se refería a la revolución bonita− que es imposible darle otra vuelta de tuerca.

Joaquín Ortega, otro invitado en su condición de politólogo que analiza el humor, habló de cómo se había roto cierta inocencia a partir del 11 de septiembre de 2001, y eso desemboca en los sucesos en la Redacción de Charlie Hebdo a principios de enero de este año. Habló del respeto en el humor, poniendo distancia con las cosas que ahora se machacan bobamente en las redes. Los lugares comunes no sirven. Hacer humor del mal ajeno tampoco sirve (del dolor, por ejemplo, como dijo Márquez dándole la razón).

Se habló de El Sádico; se habló de la convivencia entre lo chabacano que sube cerro y la búsqueda de un humor más elaborado en Radio Rochela, dos cosas que en cierto tiempo convivían allí dentro. Se habló de Buster Keaton y de Charlie Chaplin pero también de Aníbal Nazoa y Jorge Tuero. Se habló de Pedro León Zapata frente a Rómulo Betancourt.

¿Cuál es el legado que uno puede derivar de esta reunión de amigos, es decir, el legado de Zapata visto por ellos? Pues sobre todo esa condición de ciudadano que hace rabiar al poder. Eso se relaciona con la historia de este país donde son pocos los civiles a los que se les rinde culto −¿acaso no hay médicos, economistas, poetas, ingenieros, que podrían estar en los billetes aunque sean da baja denominación?− pero demasiados los milicos que hacen las veces de héroes. Aparece un gran sable atravesando toda la caricatura del día, de arriba abajo, y una leyenda en su correspondiente globito:

A mí la sociedad civil me gusta firme y a discreción.

Ese es el país. Esa es la lectura totalizadora de un humor hecho con Sensibilidad y Sensatez desde la Sátira.