Hoy, sábado 4 de julio de 2015, clausuraron dos exposiciones de la Sala Mendoza (Universidad Metropolitana): la de las fotografías de Alfredo Cortina, con la curaduría de Vasco Szinetar, y la de los dibujos del escritor José Balza, toda una revelación
Sebastián de la Nuez
Las fotografías y los dibujos estaban allí desde abril y hay suficiente información en internet en torno a ambas propuestas. Si algo puede uno recomendar, desde aquí, es la serie que hizo el escritor y curador venezolano Luis Pérez Oramas para el portal Prodavinci comentando doce (acá pueden ver una) de las 63 fotos que integraron la muestra de Cortina en la Mendoza. Por cierto que las fotos pertenecen al Archivo Fotografía Urbana, entidad hija de la Fundación para la Cultura Urbana, la cual sigue vigente a pesar de la embestida oficial que sufrieron sus impulsores.
Las exposiciones cerraron hoy, pues, con un recital de poesía dedicado a Elizabeth Schön, la musa y sujeto hierático en las imágenes de Cortina. Edda Armas, Igor Barreto, Alfredo Chacón y Franklin Hurtado fueron los encargados de leer pasajes de los poemarios de Schön, sus preferidos.
Fue una mañana de sábado con incursión en una pareja de sensibilidades y emprendimientos. Pertenecieron a un país que ya no existe… o solo sus vestigios permanecen. Edda Armas fue particularmente evocadora al recordar, antes de leer sus versos escogidos, su relación con la poeta y sus encuentros en la casa de la pareja Cortina-Schön en Los Rosales.
Eso sí: antes de llegar a la Unimet había que sortear una verdadera horda de bachaqueros apostada en la subida —antes de entrar en la zona del campus— a cuyo costado se halla un Bicentenario. Bachaqueros y gente humilde que creyó en Chávez y ahora lo paga con cinco o seis horas al solazo, esperando para poder comprar algo que cualquiera consigue, en cualquier parte del mundo, en cinco minutos en el abastos de la esquina.
Alfredo Cortina y Elizabeth Schön tuvieron suerte. Vivieron el puntofijismo a plenitud.
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