Alguna vez fue fotógrafa profesional —además de licenciada en Filosofía y Letras— pero se reconvirtió en editora y librera. Es el alma y la imagen de El Buscón, Katyna Henríquez
Sebastián de la Nuez
La librería del Trasnocho tiene las paredes no de cemento sino de cartón y papel. ¿Cómo se convirtió Katyna en librera? En principio, gustándole la poesía y la literatura. Pero también se hizo por haber tenido cerca la pasión por la lectura de sus padres. Y por haber visitado la librería de su tío, Simón Alberto Consalvi. Algo se le habrá quedado cuando, de niña, fue a El Búho, que no duró mucho pues su tío el canciller puede que haya sido un gran político e historiador, pero como gerente de librería resultó blando a la hora de cobrar. Prefería conversar a vender.
En esta foto de Oswer Díaz Mireles estamos (sábado 25 de julio) K. y yo: ella mostrándome publicaciones de Anaya en las cuales colaboró con sus fotografías durante su estancia de seis años en Madrid; yo escuchándola, tratando de sacar provecho de su experiencia, recordando lo que leí hace poco en un libro que recoge conversaciones entre Ricardo Piglia y Juan Villoro, esa idea de explorar una historia desde la narración. Las cosas adquieren pleno sentido al narrarlas. El oficio del librero no es meramente vender libros. Trabajar en una crónica de Katyna Henríquez junto al poeta Rafael Cadenas más el canario Raúl Bethencourt, el legendario Hans Hirsch, el impresor Valentín Espinal… buscones, tertulianos, lectores, distribuidores, nostálgicos, escritores, iluminados, buhoneros, ñángaras, emigrantes, filósofos de café, atormentados: es un bazar. Puede que todo adquiera sentido cuando te dedicas a narrarlo tratando de amarrar los cabos sueltos.periodista Jorge Carrión menciona en Librerías —una especie de enciclopedia sobre todo lo que usted deseaba saber sobre el tema en un montón de ciudades del mundo— este local de Paseo Las Mercedes. Lo hace en referencia a su entorno, como ejemplo de una librería que gira alrededor de la restauración o la hostelería, aunque en este caso el sol es el cine. Para Carrión, en el Trasnocho Cultural el centro de gravedad todavía recae en un cine alrededor del cual se articulan los espacios gastronómicos, artísticos o librescos.
Se equivocó. A veces El Buscón atrae más público que otras ofertas dentro del Trasnocho. Y en todo caso, entrar allí, hablar un rato con K., se parece a nadar en un útero mullido, protegido de ese hostil mundo externo. Como dice el tío que llevó a la quiebra El Búho en el prólogo de Las palabras de El Buscón, de no haber existido Gutenberg no existiría El Buscón “…y no imagino qué estaría haciendo ahora K.”.
Fotografiando a Enriqueta y Ana María Pardo, probablemente.
Buena crónica buscona Sebastián! Gracias por tu visita y por tu mirada al noble oficio de librero.