Claro que en las grandes catástrofes el periodismo está presente, y quince años después podrás derivar algunas enseñanzas sobre las formas de abordaje que tuvieron los principales medios sobre el ataque a las Torres Gemelas. Aquí se destaca la cualidad de mantener una línea informativa, atendiendo a la noticia sin perder el norte, la personalidad y el foco propio
Sebastián de la Nuez
No eran las redes el punto clave por ese entonces, no lo podían ser pues apenas estaban por desarrollarse. La televisión, la radio y los medios impresos seguían siendo esenciales. Entre los impresos en Norteamérica, BusinessWeek, un semanario que podías conseguir en el quiosco de la esquina de Los Palos Grandes justo en el cruce con la Tercera Avenida. Time, Newsweek o la francesa Paris Match podías conseguirlas también.
Una característica común: las revisa conservaban su personalidad ante un hecho poderosamente global y multifacético; cada una mantenía su línea editorial. BusinessWeek se centraba en el análisis financiero, económico y bursátil. Bajo el principal titular, “Acto de guerra”, iba a lo suyo: “Por qué la recesión parece inevitable” y “El golpe sobre Wall Street” fueron sus principales trabajos en la edición inmediatamente posterior al 11 de septiembre. Después seguían notas de cómo enfrentar el terrorismo y sobre eventuales consecuencias del acto de guerra para la presidencia de Bush. “Washington tendrá que demostrar su capacidad de ganarse la cooperación de otros países en la lucha antiterrorista”, se decía en un recuadro. ¿Lo hizo?
Trae, además, un análisis en el contexto internacional centrado en la posibilidad de que los regímenes moderados en el Mideast, como era considerado el de Sharon en Israel, se las vieran bajo presión en los tiempos por venir, bajo la perspectiva de acrecentar el conflicto con Palestina.
A BusinessWeek como medio masivo le preocupaba todo, y todo lo hizo objeto de análisis o al menos señaló temas que se abrían o reabrían a propósito del ataque. Pero privilegiaba, por ejemplo, el presupuesto de Defensa para los misiles; la posibilidad de que el choque sobre la economía estadounidense disparara una recesión global. No se le escapaba un detalle como el del centro comercial de Rodeo Drive, en Beverly Hills (normalmente un atractivo para los turistas), notablemente desierto después del ataque. Una terrible señal, según la revista.
La mesa de Redacción de BusinessWeek habrá medido la situación: seguramente, se dijeron los jefes, las revistas generalistas enfocarán hasta la saciedad los relatos de las víctimas, el papel de los bomberos, el heroísmo de quienes ayudaron desde la sociedad civil y la solidaridad de tanta gente: esas historias particulares entretejidas aquel nefasto día y los subsiguientes. Estarían a ocho columnas en las ediciones dominicales de periódicos como The Washington Post o The New York Times. Habría reportajes de las cadenas de TV y radio con esos testimonios vívidos.
¿La especialización en el periodismo también se está perdiendo? Ahora hay decenas de miles de “agregadores de noticias”, un concepto pobre para un objetivo mediocre y ajeno al periodismo. La idea de la jerarquización en función de lo que el medio considera importante y con consecuencias para su público específico se ha desdibujado. Tiene lógica: la red no parece distinguir targets. Los portales son trituradores de noticias. Y fórmulas de las revistas del corazón se han transformado en géneros de titulación para atraer al efímero «usuario», que no lector. «El tuit de la Kardashian que encendió las redes» puede ser hoy un titular en medios digitales, perfectamente plausible, perfectamente repetido y viralizado.
En general, los sitios informativos de internet, en especial aquellos que no se derivan de grandes medios de comunicación, parece que no tuvieran línea alguna o política editorial (hay excepciones). Lo cual equivale a decir que carecen de personalidad: reciclan en el home page una noticia tras otra, sin señalarle al lector qué aspectos de cada hecho deben ser atendidos con preferencia. El único criterio parece ser abultar las posibilidades del scrolling hasta el infinito.
SOBRE UNA PORTADA DE TAL CUAL
En un aspecto más personal, en esos días trabajaba en el diario Tal Cual junto a Teodoro Petkoff, incluso decidiendo temas y títulos de portada. La foto de portada para el 12 de septiembre de 2001 no ofrecía discusión: estaban los bomberos en la Zona Cero, entre nubes de polvo, trabajando sobre los escombros para rescatar a quienes habían quedado atrapados. Una imagen de una agencia noticiosa. Di una idea para el titular del 12 (el del propio día 11, pues Tal Cual circulaba a partir del mediodía, fue “Locura terrorista”) echando mano del título de una vieja película, “Cuando el destino nos alcance”. Fue aprobada.
Cierto: había una sensación de déjà vu distópico o retro-futurista en el ataque, algo parecido al sobrecogimiento que deja un film de ciencia ficción/terror en el estómago del espectador que asiste desde la inocencia a una devastación apocalíptica. Fue un impacto tremendo, en época de la Guerra Fría, por ejemplo, El planeta de los simios, aunque ahora nos parezca una bobería. Pero uno llegaba a los créditos de estos films con una angustia: ¿y si en verdad la humanidad se dirige inexorablemente hacia eso, hacia el soylent green, un alimento popular fabricado a partir del desecho tóxico de seres humanos previamente envenenados?
No está tan lejos en el tiempo la fecha clave en que se sitúa Cuando el destino nos alcance: 2022. Quizás para ese año ya probablemente el chavismo sea solo un amargo recuerdo en Venezuela.
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