Enriqueta Pardo Pardo, quien durante décadas fue motor y corazón de la librería Soberbia junto a su hermana Ana María, se encuentra hospitalizada, en estado muy delicado. Ella, nacida en 1923, representa un oficio, una memoria, la delicadeza puesta sobre anaqueles para que Caracas pudiera salvarse y dejar a las nuevas generaciones su alma gentil, su cultura acogedora
Sebastián de la Nuez
Contaba Queta cierta vez en su apartamento de La Florida, frente al antiguo CADA, que cuando iba a celebrar su cumpleaños número 17 recibió un balde de agua fría: a última hora se suspendió la celebración porque los alemanes acababan de ocupar su país, Francia.
Queta, uno de los pilares de Librería Soberbia junto a su hermana Ana María, ha sucumbido a un derrame, está inconsciente en alguna clínica de Caracas y lo más probable es que jamás se recupere. Sus amigos libreros y buscones recordarán su dulzura, el amor que le brotaba cuando evocaba a su marido Pierre Couret (fallecido en 1984), su risa traviesa, esa disposición a recapitular el pasado y contarlo con cara risueña. Ha tenido una vida rica en pasajes dramáticos y también felices; ha visto lo que pocas personas, al día de hoy, pueden contar de primera mano. Ha sido, ella junto a su familia, puente que cruza el océano Atlántico. Sus anécdotas tienen el poder de estremecer o, nada más, provocar un guiño de simpatía, melancolía o ternura.
Ya en 2014, Queta se ayudaba con andaderas y estaba medio sorda. En conversaciones sucesivas con quien esto escribe fue contando su vida y sus querencias. Si quería aclarar algo con su hermana Ana María ─las otras dos hermanas viven en Europa─, le hablaba en francés. Cierta vez vio un número de la Revista Shell fechado en 1960 que traía un trabajo firmado por Couret, una reseña del Mercado de las Pulgas de París. Ella lo miró y se le encendieron las pupilas, como iluminando cosas que hasta entonces habían permanecido adormecidas. Las fotos del artículo, de antigüedades puestas a la venta en uno de los anticuarios del mercado, eran del propio Couret. Este hombre, farmaceuta de profesión, en 1951 formó parte de la expedición que registró científicamente y por primera vez las cabeceras del Orinoco. Se habían casado en 1954. A Couret le gustaba la fotografía. Le gustaban las orquídeas y las antigüedades. Le gustaba explorar. Le gustaba Venezuela. Gran parte de lo que dejó en libros, en investigaciones, en documentación científica, se lo legó Queta al IVIC. Según le dijeron, le han hecho una sala especial dedicada a él en alguna parte de la sede de San Antonio de Los Altos. Organizaba Pierre a los orquideólogos de Venezuela y armaba exposiciones. Una en especial, en el entonces recién inaugurado Hotel Caracas Hilton, atrajo a la primera dama de entonces, Alicia Pietri de Caldera, en su inauguración. Queta y Ana María recordaron esto con especial deleite pues doña Alicia comentó, y todos pudieron escucharla: “Rafael tiene que ver esto”.
En efecto, el presidente de entonces se presentó esa misma tarde, cuando nadie lo esperaba.
Queta está llena de querencias, seguro que la cama de cuidados intensivos donde se encuentra vive rodeada, en estas horas tristes, de presencias que la acompañan. Habrán sido llamados por la amistad y la pasión por las pequeñas cosas de la vida que dejan el sabor de lo bonito, de lo digno de ser conservado. Esta nota está acompañada de una foto de Queta mirando por la ventana una mañana en su apartamento de La Florida; luego se mudarían de allí, para irse a vivir con su prima Cristina, la hija de Isaac J. Pardo. La otra foto, de Giuseppe Di Loreto, es la mesa del recibo alrededor de la cual solían sentarse a conversar.
Ver también esta nota.
Que dolorosa su partida. No tengo palabras para describirla. …Gracias por escribir este articulo tan lleno de nostalgia para mi.
Dios, si en verdad tu existes, por favor rodéala de los libros y pájaros más hermosos, y que las flores nunca falten en su cielo –
Gracias, Fernando, por tus comentarios. Ha sido una dolorosa pérdida.
Qué interesante reseña, mientras la leí, regresé a mi infancia, pues solía ir con mi madre a la librería Soberbia cuando estaba ubicada en los terrenos que hoy ocupa el Sambil de la avenida Urdaneta. Tuve la oportunidad, de conocer a estas hermanas , al doctor Pierre y su espectacular colección de orquídeas cuando las tenía en la azotea de su residencia en las Mercedes, a llovido desde entonces casi medio siglo. Como olvidar al doctor Isaac Pardo, todavía conservo uno de sus libros firmado…
Hace 14 años que vivo en España… me gustaría saber si todavía vive la hermana de Queta. La señorita Pit como la llamaba mi madre.
Gracias por tu comentario, Juan Manuel. Si quieres envíame correo a sdelanuez@hotmail.com y te doy el teléfono en Caracas de Ana María Pardo.
Gracias a tu reportaje, nos enteramos que la tía Titot se nos fue, aunque tarde. A pesar del avance de las redes sociales y las telecomunicaciones, a veces no nos enteramos de los sucesos familiares. Nuestra familia está regada por Venezuela y también es parte de la diáspora. Definitivamente, no basta la llamada decembrina para desearnos un Feliz Año o enterarnos de la salud de los viejitos.
Un gran abrazo…
Dos seres extraordinarios, que tuve la inmensa dicha de conocer en su famosa librería Soberbia; todo gracias a mi prima Rosa Pardo Segnini y a mis primos: Noel Mariño Pardo y Ricardo Mariño Pardo.Varias veces estuve en la librería con ellos y era un gusto inmenso para mi, «Curucutear» libros antiguos y extraños que eran un tesoro. Descansa Titot, Paz a tus restos. Estupendo articulo.
Hola a todos lo amigos y familiares, que leen estas crónicas y anécdotas de las llamadas «LAS NIÑITAS». Hay un cuento de mi mamá, Yolanda Amelia Garcia Pardo de Rizzo, quien cuenta que cuando era niña (de 10 años de edad aproximadamente) fue con mi abuela Marbel Margarita Pardo Senhenn a visitar a sus primas (las NIÑITAS) y a su Tía Margarita Pardo Soublette, quienes habían llegado de Francia en fecha que no recuerdo exactamente, en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, y presumo entre 1943 y 1953. La anécdota es que a mi mamá le dijeron que visitarían a las NIÑITAS y a Tía Margarita. Cuando llegaron y les presentaron a las hijas de Tía Margarita, mi mamá y mi tía Gisela Margarita, preguntaron: ¿Dónde están las NIÑITAS para jugar con ellas?. Sorpresa mayor para mi Mamá y mi Tía, LAS NIÑITAS eran Enriqueta, Isabel, Ana Maria y Georgina Pardo Pardo (mujeres de más de 20 años).
Así como esta hay muchas anécdotas en nuestra familia.
Un apéndice para el Sr. Sebastián de la Nuez. En relación al comentario del cumpleaños de Tía Enriqueta sobre la llegada de los alemanes a Paris, eso fue en 1940, para ese tiempo Tía Enriqueta tendría como 17 años y no como en la reseña, que se menciona los 12 años de edad de Enriqueta.
Hago esta acotación para que la cronología de los hechos sea lo más precisa posible. ya que para los lectores no familiarizados con la familia, esa información no es cónsona con los hechos históricos, y así como este error involuntario hay muchos más en los cuentos y relatos sobre la familia Pardo que distorsionan la realidad de muchas vidas de los descendientes de Isaac Jose Pardo Abendana, llamado en la familia como «PAPA VIEJO»
Saludos
Carlos Rizzo
5ta. generación de Isaac José Pardo «PAPA VIEJO» y 6ta. generación del general Carlos Soublette
Gracias, Carlos, ha sido corregido el error. También fueron editados algunos párrafos pues preparo un trabajo más completo sobre las hermanas Pardo, por lo cual decidí dejar ciertos datos por fuera de esta reseña, para completarlos y darles el debido marco o contexto. Gracias, nuevamente.
Día sí, día no, visitaba la librería; sótano incluído. Iba con mi pequeña hija de seis años que se sentaba con las dos hermanas a «conversar» mientras Enriqueta fumaba y sonreía y yo curucuteaba en el sótano. Me llenaron de tardes interesantes y es uno de los recuerdos más queridos que tengo de Caracas. Todavía guardo infinitas cosas compradas en Soberbia, son un tesoro, como ellas. ¡Descanse en paz Enriqueta!