Falta poner a rodar Yo no he visto a Linda, con Daniel Santos, como banda sonora. O mejor algo de Rolando Laserie, el guapachoso. Una guaracha, un son. Algo que estuviese de moda en los cincuenta. La imagen es de Leo Matiz, el legendario fotógrafo colombiano que vivió y trabajó en Venezuela. Del lado izquierdo se anuncian los cigarrillos Chesterfield, mueblería La Liberal, el salón de belleza Chic Lady. Del lado derecho, Librería SVMA, con esa grafía. José Ignacio Cabrujas escribió que para vivir en Caracas nunca necesitó de un monumento histórico, que el pasado nunca le hizo falta. «Lo que me hace falta es mi pasado», escribió. Es decir, su propio pasado. «Caracas está construida sobre la base de una vieja manera de hablar de los caraqueños, de una vieja tradición caraqueña que es “mientras tanto” y “por si acaso”».
Seguro que el inquieto guionista de telenovelas y dramaturgo tuvo razón. Seguro que Max Pérez tuvo todo para su auto, no como ahora, sesenta años después, cuando circula un vídeo por las redes donde un Nova destartalado arrastra el rin pelao porque el conductor, seguro, no consiguió caucho de repuesto o no pudo adquirirlo por su precio astronómico. Bonita ocasión para escribir cosas como «qué tiempos aquellos, éramos felices y no sabíamos». Pero no, los venezolanos no eran felices entonces, bajo la bota de la dictadura perezjimenista. Aun cuando muchos estuviesen cómodos.
Sesenta años después, el mientras tanto sigue. Más mientras tanto que nunca. / Sebastián de la Nuez
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