Ha muerto el último de los libreros itinerantes

La nota en El Nacional dice, escueta, que falleció Esteban Brassesco a los 85 años de edad; que murió en una casa hogar en la urbanización La Castellana, donde estaba recluido

Sebastián de la Nuez

Agrega la nota que Brassesco sufrió un ataque respiratorio. Padecía problemas renales y hepáticos. Continúa dando elementos sobre la llegada del uruguayo a Venezuela:

Llegó a Venezuela en 1978, como perseguido político, procedente de su natal Uruguay. Allá se desempeñó como profesor de Historia en educación media. En Venezuela trabajó por un breve período como docente antes de dedicarse a vender libros, una profesión que ejerció en redacciones como las de El NacionalEl UniversalÚltimas Noticia (…).

Tuvo cinco hijos, y todos se formaron a terminaron de formarse en Venezuela, el país  que abrió sus puertas a los refugiados, a los exiliados y desesperados. Aquellos regímenes sureños, donde mandaban los gorilas con preseas y charreteras; el paisaje que ofrecían parecía una catástrofe interminable. Eran gobiernos torpes, criminales, autoritarios, militaristas. Sus autoridades no conocían otra forma de hacer política que reprimiendo, torturando y asesinando.

Brassesco y su familia encontraron sosiego en Venezuela. Ahora Martín, uno de los cinco hijos, tras el fallecimiento del padre ha escrito en su muro de Facebook:

Para todo el que esté en Caracas y quiera pasar a saludar a mi madre y hermanos, a mi padre lo velan hoy en la Funeraria Vallés desde el mediodía y hasta las 9 de la noche. Gracias de antemano y gracias también por sus poderosos mensajes de consuelo que ayudan y sanan. El desconsuelo es menor cuando escarbo en la memoria y solo veo a un hombre bueno, inteligente, protector, guía, discreto, estoico, noble y pacífico. No nos quedó nada en el tintero de la historia que escribimos, papá. Solo intentar predicar con tu ejemplo.

Esteban Brassesco era una presencia regular, un afecto adicional, en las principales redacciones de los periódicos caraqueños. Iba también por El Diario de Caracas, uno lo recuerda llegando con su enorme maletín al segundo piso del edificio REX, calle 9 de La Urbina, donde estaba El Diario en su época inaugural, la más brillante. Llegaba y desplegaba una vitrina de libros sobre algún puesto de trabajo desocupado. Y uno le quedaba debiendo. Anotaba las deudas en un cuaderno y poco a poco le ibas pagando, de mes en mes. Con cheques. Despachados desde aquel maletín salieron libros de Oriana Fallaci, Norman Mailer, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa. Sabía las inclinaciones de los periodistas, a eso puede llamársele mercadeo directo, estudio intuitivo del target sin necesidad de sondeos. Era un gran vendedor. Y si querías una respuesta, él te la daba. Sin hacerse, tampoco, el sabio.

Brassesco formó parte de aquella diáspora sureña que tanto enriqueció  a Venezuela.


Foto: Oswer Díaz Mireles. De una pintura en la Sala Infantil del Centro Cultural de la UCAB.