Laurentzi Odriozola, el de los Yankees de Bilbao

Laurentzi Odriozola, fotografiado en mayo de 2009.

Nació en 1939 y se vino a Caracas en los brazos de sus padres a los cuatro meses de nacido. Estudió en la Universidad Católica Andrés Bello cuando el director era el padre Alberto Ancízar. La larga carrera periodística de Laurentzi Odriozola concluyó oficialmente en 2015: su salida del periódico Notitarde puede leerse como el comienzo de un particular exilio luego de que el gobernador chavista,  José Francisco Ameliach Orta, maniobrara para que el gobierno, a través de testaferros, asumiera el periódico. Odriozola reivindica en el periodista la principal de sus virtudes, la de saber escribir

 

Sebastián de la Nuez / Foto: Mariana Yépez

Laurentzi Odriozola, con un padre que militaba en el Partido Nacionalista Vasco, es hijo de la Guerra Civil española. Nació en el exilio, en Francia, el 2 de abril de 1939, según sus propias palabras «un día después de que el hijo de la gran puta de Franco hizo la guerra terminal, el 1 de abril del 39». Fue alumbrado entre dos espantos, pues en septiembre de ese mismo año comenzaba la Segunda Guerra Mundial con la invasión a Polonia.

Creció en Caracas y estudió Periodismo en la Universidad Católica Andrés Bello, aunque antes, en 1958, había empezado Medicina. Entró a la UCAB cuando recién se había fundado la Escuela de Periodismo. Lo bueno de Odriozola es que guarda en su voz aguardentosa, aun a través del hilo intermitente del wasap, la vivencia del periodismo tal como se practicaba en la etapa de la democracia representativa. En ella desarrolló su oficio y su olfato; puede compararla con aquello que vino después. Su memoria es un desordenado disco duro que produce chispas al retroceder. Mientras estudiaba trabajó haciendo colaboraciones para la revista Élite. Su primera entrega la tituló «Calvario de mesoneras».

Formalmente empecé en el periodismo de una manera institucional, trabajando con la Creole en 1967. Estaba como director de la revista El Farol Martín de Ugalde, un profesor que ganó un concurso de cuentos nacional. Era una revista que se tiraba en Editorial Vargas. Una escuela muy buena porque Martín era un tipo muy exigente. Bueno, ese es mi inicio en el periodismo. Luego, El Diario de Caracas. Hacía una columna a la semana y la compartía con Pastor Heydra. Creo que se llamaba «La escena política». Mi trabajo fue más en la sala de Redacción, a pesar de que escribía algunas cosas. O sea, tengo poca experiencia en el reporterismo de calle, tradicional, habitual.

Se labró una carrera interesante como profesional inquieto, con contactos, siempre bien informado; trabajó en medios impresos privados y gubernamentales. Destacan su paso por la agencia Venpres y el periódico La Columna, de la Iglesia, en Maracaibo. Produjo el programa de TV Dimensión humana, con Napoleón Bravo.

Algo le habían visto las autoridades de la UCAB cuando estudiaba que le buscaron una beca en la Fundación Konrad Adenauer. De hecho, estuvo un par de años en Alemania en medio de su carrera de Periodismo, por lo que no se graduó en 1965, como los compañeros con quienes había comenzado, sino en 1967. Así, en el año del Cuatricentenario de Caracas, en el de la fuga del cuartel San Carlos y del terremoto, Laurentzi Odriozola se convertía en profesional. Todo el tiempo transcurrido y una frase de colofón a los 79, luego de haberle dedicado un tercio de su vida a un periódico regional cuya circulación levantó, un diario al cual impuso su sello y al que se entregó:

—¡Un coñazo de periódicos que han cerrado o los han comprado!

Lo dice con su voz de fumador, cavernosa y resuelta, sabiéndose parte de un todo, un signo inexorable de los tiempos: él también ha sido arrastrado por el alud de la hegemonía comunicacional. El oficio y los estándares de convivencia (ese tipo de acuerdo tácito en una sociedad donde la Prensa es protagonista del equilibrio entre poderes e intereses, no un mediocre altavoz oficial) han sido barridos. A Laurentzi Odriozola le quedan sus chats, sus cuatro hijos repartidos por el mundo, su mudanza de un piso a otro, sus baúles con cosas que ya no revolverá. Jamás buscará la fotografía que le han pedido, una en blanco y negro, impresa en papel, donde él aparezca en medio del trajín enfebrecido de una sala de Redacción, entre una noticia y otra. Y se burla un poco: «Debo tener una de esas fotos de mierda que le toman a uno, sentado, en los periódicos.»

Y le queda su léxico deslenguado, esa llaneza tiznada de descreimiento, esa condición híbrida con sus querencias repartidas entre dos continentes: dice que es de los Yankees de Bilbao y del Athletic de Nueva York. Pasó la era de las reuniones de pauta por la mañana, o las otras en la tarde, para decidir qué va en primera página. Veinticinco años en Notitarde, de 1989 a 2015, para que un buen día lleguen los dueños del periódico y le digan que van a vender, que es mejor que recojas tus cachachás y te vayas yendo. Quizás no se lo dijeron así pero algo parecido sí. Los dueños, o el principal accionista, adujo la simpleza de que el nuevo propietario tendría más contactos para acceder al papel importado, ese insumo básico que se había convertido en un dolor de cabeza, con lo cual seguramente buscaba dar tranquilidad a los trabajadores de que su chamba estaba asegurada.

—Le dediqué una tercera parte de mi vida.

Se dice pronto, una tercera parte de mi vida. Lo recibió con 18 mil ejemplares de circulación y cuando se fue la dejó en más de cien mil, todo certificado por auditores externos. No sabe calcular cuántos periodistas tenía a su cargo, pero incluyendo redactores, fotógrafos y diagramadores han debido ser cerca de cien personas contando también las corresponsalías, que incluso en San Felipe y Puerto Cabello había.

Para él, los grandes levantamientos en 2014 y 2017 fueron lo máximo: una tragedia en las calles, desde luego, pero un material noticioso en el día a día como para sacarle el máximo provecho. De Notitarde salió una foto que recorrió el mundo, la bella miss con un tiro en la cabeza, inerte su cuerpo en brazos de un parrillero, la moto rumbo a un hospital donde no habrá modo de salvarle la vida a Génesis Carmona.

—No todos los días uno tiene una foto como esa.

Esos sucesos que comenzaron el día de la Juventud desembocarán, en lo que a Notitarde toca, en el acogotamiento del medio. El gobierno regional anda muy incómodo con los titulares de Notitarde, con su tratamiento del acontecer en la calle. Obliga a vender. El gobernador Ameliach, el militar amigo de los colectivos, lo acusará de asesino a él, a Laurentzi, a través de la radio. Al director de Notitarde le han grabado unas palabras en Redacción en las que se refiere a un suceso, exclama algo parecido a «¿y por qué no lo mataron?», una frase descolgada de alguna reunión, dicha al voleo en medio de una discusión. Uno de esos patriotas cooperantes ha debido estar ahí.

—Alguien me grabó esa vaina, la editó y la exhibieron como prueba de que yo quería matar al gobernador.

Se pactó una venta ficticia a través de un personaje que sirvió como mampara, en enero de 2015. Las conversaciones para vender el periódico habían comenzado en julio del 2014, precisamente en la época en que Ameliach lo acusó en radio a él, y al periódico.

Existen diversas formas de diáspora. La gente también puede verse obligada a emigrar de su profesión. Hoy en día Notitarde no circula en papel.

  • En este enlace, una entrevista con Odriozola inédita, hecha originalmente en 2009, en Caracas.