Ayer (22/10/2018) en el salón de Mayordomía del Palacio Real en Madrid donde se reunió el poeta Rafael Cadenas con los periodistas españoles, se bebió el vino de los atentos en un instante de palabras en fuga. He aquí una reseña del acto, que precede al de la entrega del Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía
Sebastián de la Nuez
Este tipo de actos no son el fuerte del poeta en quien el antólogo de No es mi rostro, Juan Pablo Gómez Cova, ve un pensador y un artesano. Estos premios han llegado a Cadenas sin buscarlos y su trámite protocolar, sin duda, le cuesta. O es algo que más bien le asusta.
Los periodistas se interesaron por Venezuela, por los antecedentes de Cadenas, por Derrota y Fracaso, por la carga oriental de sus últimas entregas, y él habló de la revolución de Walt Whitman, recordó En torno al lenguaje y confirmó que ya no es quien escribió Derrota. Sobre Venezuela, que en cuarenta años hubo práctica democrática pero no educación democrática. «No se es demócrata solo por votar», dijo. Habló con demora en cada frase, fiel a sí mismo, y se excusó por no escuchar con claridad pues un día antes se bañó con los audífonos puestos y los dañó. No es que no quisiera escuchar sino nada más eso, un descuido.
Así fue: cada frase redonda y cargaba con lo que el poeta quiso poner en ella y nada más. Los otros tres señores sentados junto a él se portaron de manera considerada y respetuosa, lo que era de esperarse; pero muy especialmente mostraron un sincero afecto hacia Cadenas, ya en plan informal, al terminar la sesión de preguntas y respuestas. Eso sí, Paula, la hija, comentó por lo bajo que lo tenían prácticamente secuestrado.
El hombre que se ha hecho a sí mismo humilde, silencioso y rebelde estableció, sin embargo, su propio tempo y, además, asomó su humor y ese desconcierto metafísico que lleva como parte de su equipaje personal. Es probable que, a su vez, desconcertara a algún periodista español. Las grandes figuras del panorama cultural hispano suelen mostrar unas prisas tremendas por salir hacia alguna parte todo el tiempo. Cadenas no, Cadenas es paciente.
Afuera, el Palacio Real, a la 1:00 del mediodía al terminar la reunión, seguía siendo asediado por oleadas de asiáticos: pugnaban por meter en sus cámaras digitales la majestuosa mole, toda piedra y almenares. Llegaban armados con sus yenes recién convertidos en moneda europea para asaltar por taquilla aquella plaza.
Al acto con la prensa y Rafael Cadenas sigue el de hoy martes 23, cuando recibe el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana de manos de la propia reina. En este encuentro en Palacio se presentó la obra antológica No es mi rostro. Hablaron el presidente del Patrimonio Nacional, Alfredo Pérez de Armiñán; el rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero y el antólogo del libro, Juan Pablo Gómez Cova (hay una excelente introducción, además, de Carmen Ruiz Barrionuevo). Esta Obra Antológica es editada por la Universidad de Salamanca con motivo del XXVII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. En la foto que acompaña esta nota, el rector aparece a la derecha de Cadenas; a su izquierda, primero el presidente de Patrimonio y, al extremo, el antólogo del libro. En ese instante, Paula le “sopla” a su padre la pregunta que le acaban de hacer. / SN
La primera vez que oí a alguien hablar de Rafael Cadenas fue por allá en los años 70. Napoleón Bravo leía en un programa de radio el poema Derrota. Yo que sé muy poco o nada de poesía, me sentí atraído por ese montón de palabras tan bien colocadas una tras de otra.