
Teodoro Petkoff sostiene el grabador del periodista que le interroga, en su casa de Bello Monte, en octubre de 2015.
Este 3 de enero Teodoro Petkoff habría cumplido 88 años. He aquí un extracto de una semblanza grupal que indaga en las mujeres que rodearon al político, periodista y economista. En este texto, la periodista Daniela Mejía Barboza transcribe parte de su entrevista con Aurora Martínez —radicada en Caracas—, quien habla de las circunstancias que rodearon el nacimiento de Rayna, la primera hija del primer matrimonio de Petkoff y que falleció en noviembre de 2015. Rayna también hubiese cumplido años en este mes de enero
Daniela Mejía Barboza / Foto: Giuseppe Di Loreto
En 1953 la dictadura se radicalizó. Pérez Jiménez había tomado por completo el poder del Estado, desconociendo los resultados de las elecciones del 30 de noviembre de 1952, en los que el partido Unión Republicana Democrática (URD) había obtenido la mayoría de la votación. Fue así como el Alto Mando Militar le confirió los poderes de la Junta. Los líderes de URD fueron a la cárcel y al exilio.
Ese mismo año, en febrero 1953, Aurora y Teodoro se casaron y se mudaron al sector Dos Pilitas, en La Pastora. Tres meses después la pareja esperaba a su primer hijo. Martínez recuerda que fue por esas mismas fechas que Teodoro volvió a ser apresado. Recuerda una de las mañanas cuando fue al encuentro con su esposo en una casa sindical del PCV, cerca de su residencia: la Seguridad Nacional había allanado la sede.
—Al llegar vi cómo a Teodoro lo metían en la camioneta de la Seguridad Nacional.
Sin perder tiempo, Aurora se dirigió a la Seguridad Nacional en El Paraíso, donde le informaron que Petkoff no estaba allí. Se trasladó entonces a la otra sede del organismo policial en Los Dos Caminos, una pequeña casa de ventanas marrones que quedaba cerca de lo que hoy es el centro comercial Millenium Mall. Después de mucha insistencia, el director, viendo que ella estaba en estado, se compadeció y la tranquilizó: “Niña, sí, aquí está. Ese es un revoltoso al que estábamos buscando desde hace muchísimo tiempo”.
—Para mí fue terrible, pero fue una tranquilidad saber que no lo habían matado. De allí me fui directamente a casa de mi suegra, en Altamira… Dormí ahí pero en la mañanita me fui a Los Dos Caminos a esperar a ese señor [el director de la sede de la Seguridad Nacional en Los Dos Caminos].
Fue cerca de las 10 de la mañana del día siguiente cuando Aurora logró ver a Teodoro, quien había sido víctima de las temibles torturas del régimen y se encontraba maltratado y con los pies reventados. Había pasado la noche entera desnudo sobre el rin de un carro. Así pasaría las otras dos noches siguientes. Era una de las prácticas de terror predilectas del perezjimenismo. Esta experiencia la cuenta Petkoff en el documental Tiempos de dictadura (2012):
—Le limaban los bordes [al rin de un carro] y te paraban allí, desnudo, completamente desnudo, te paraban sobre los bordes del rin. Al comienzo te parecía una tontería. Después te dabas cuenta de que es una cosa sumamente dolorosa. Yo estuve perdiendo el pellejo de los talones durante meses.
Tan pronto como abandonó la Seguridad Nacional de Los Dos Caminos, Aurora se enrumbó, de nuevo, hacia la sede de El Paraíso para abogar por Teodoro y procurar su libertad. Como un tábano persiguió al temido esbirro Luis Rafael Castro, alias “El Bachiller”, y sus súplicas no desestimaron al mismo Pedro Estrada, ni al director de la Cárcel Modelo, a donde fue a parar Teodoro después de los tres días de tortura. Con astucia, o quizás con dulzura, Aurora logró ganarse la compasión de estos hombres, considerados los más despiadados de la Seguridad Nacional. Gracias a eso pudo pasar a ver a su esposo, cuando no se permitían las visitas a los presos políticos. Señala que aquel embarazo, signado por la lucha por la libertad de Teodoro, ha sido una de las cosas más duras que ha tenido que enfrentar:
—Me mudé para la Seguridad Nacional estando embarazada de Rayna. Desde las siete de la mañana hasta la hora que se fuera Pedro Estrada, estaba allí. Yo no tenía carro, éramos muy pobres. Yo no tenía casi ropa. A veces me tenía que poner la ropa interior de Teodoro.
En una ocasión logró que a Teodoro lo llevaran a la oficina de Pedro Estrada, para ofrecerle su libertad a cambio de la firma de una caución, mediante la cual se comprometería a no seguir conspirando contra el gobierno. Consciente de lo testarudo que era su marido, Aurora sabía que se negaría a firmar, pero guardaba la esperanza de que no fuera así.
—Hice que Teodoro fuera con Pedro Estrada para que firmara una caución, lo que yo sabía que no iba a hacer. Puedes imaginar lo que me dio a mí cuando le dice a Pedro Estrada que él no iba a firmar nada. A mí el mundo se me cayó. Se llevaron a Teodoro de nuevo y yo me quedo con Pedro Estrada, fúrico, y “El Bachiller” Castro. Estrada era un hombre alto y fuerte, se levantó y me dijo: «Aurorita, ese hombre no merece tus lágrimas”.
Teodoro Petkoff siempre ha sido así de obstinado, decidido y muy comprometido con sus ideales y convicciones. Su hija Rayna lo admira por eso: “Mi papá ha sido un tipo muy frontal y recto en la vida. Eso admiro de él. Ha sido siempre fiel a su pensamiento”.
Por supuesto, su apresamiento del año 53 fue uno de esos momentos en la vida de Teodoro en que debía probar su lealtad a la causa del partido, y al ideal de libertad que se levantaba en oposición al régimen perezjimenista. Así que cambió su libertad y comodidad por el encierro y la tortura, dada su convicción política.
Al acercarse la Navidad de 1953, Aurora, con un embarazo ya avanzado, siguió abogando ante las autoridades por la liberación de su esposo. Fue, incluso, a la casa del ministro de Relaciones Interiores, Laureano Vallenilla Planchart, cuya dirección consiguió hábilmente anotar un día en que a “El Bachiller” Castro se le escapó de los labios. El ministro vivía en una mansión en Los Chorros, cuando esta urbanización no era de fácil acceso para alguien que se movilizaba a pie. Sin embargo, Aurora se puso el mejor vestido que tenía y se fue a la residencia del ministro. Al llegar, como vio la puerta abierta, entró “como Pedro por su casa”. Su determinación era tal que ningún vigilante pensó en detenerla. Una vez dentro de la casa se encontró con la esposa de Vallenilla P., Elena Plaza Bueno, quien adornaba un pino gigante y frondoso. Aurora quedó estupefacta. Ella, que había quedado huérfana a los 14 años, nunca había puesto un arbolito de Navidad.
La conversación con la señora Vallenilla fue corta. Aurora le explicó que su esposo estaba preso y ella, a punto de dar a luz, de manera que le pidió interceder por Teodoro. Pero la esposa del ministro no podía hacer mucho por ella; solo le ofreció cien bolívares.
—Le dije que yo no iba para allá a pedir dinero, aunque en esa época cien bolívares me hubieran servido para comprar algo para la canastilla de Rayna, que no tenía nada, pero le dije que no. Lo que quería era que hablara con su marido, que abogara por Teodoro.
A pesar de su decepción en casa de Vallenilla P., Aurora insistió buscando intermediarios que le ayudaran a recuperar a su esposo. Días después, durante ese mismo diciembre, “El Bachiller” Castro se conmovió ante la tenacidad de la joven señora Petkoff, a quien encontraba parecida a su hija, también embarazada. Tal vez por esa coincidencia fue que decidió darle un regalo de Navidad y la llamó la mañana del 24 de diciembre.
—Fui corriendo a la oficina de “El Bachiller” Castro y me dijo: “Te tengo tu regalo de Navidad” y me dio la boleta de excarcelación de Teodoro. De la emoción que yo tenía, ¡no lo podía creer!, agarré el papel y lo arrugué en la mano. Así lo llevé a la Cárcel Modelo.
Al llegar a la cárcel, Aurora, temblorosa e incrédula, ni siquiera reparaba en la importancia del papelito arrugado que llevaba “en el puñito de la mano”; solo pensaba en salir de allí con Teodoro. Entró a la oficina del director y le entregó el papel. Él ya estaba al tanto de la decisión de las autoridades, pues “El Bachiller” Castro lo había telefoneado para comunicársela. Así, pues, faltando un mes para recibir a la pequeña Rayna, Aurora y Teodoro pudieron pasar la Navidad en familia.
El trajín de estos meses dejó anémica a la joven embarazada, por lo que Teodoro contactó a Ida, la médica de la familia, y le pidió que ayudara a Aurora a recuperarse. Estando en Altamira, y por recomendaciones del hematólogo, la pareja se sometió a una hemoterapia.
—Era una práctica médica. Le sacaban la sangre a Teodoro todos los días y me la ponían a mí. Yo le digo en broma que la alergia que yo tengo es por la sangre de él. Durante 20 días me pusieron su sangre. Mi suegra, Ida, era quien le sacaba la sangre a Teodoro y me la ponía a mí.
Teodoro, muy cuidadoso de su “meloncito” (así llamaba a Aurora), se quedó pendiente de su esposa durante los días siguientes. Faltaba muy poco para el nacimiento de su primogénita, Rayna Petkoff Martínez, quien llegó al mundo el 26 de enero de 1954, “en una concha donde no había ni éter ni nada”. La partera, una adeca llamada Carmen Verónica Cuello, ejercía su profesión de médica en la clandestinidad. Dice Aurora:
—Yo era una persona perseguida, esposa de un político y también llamada Petkoff. Eran médicos que estaban trabajando en la clandestinidad. Rayna nació con el cordón umbilical en el cuello. Alguien fue a buscar algo [un sedante] a otra clínica y me lo pusieron para dormirme brevemente. Así pudieron sacar a Rayna, si no, hubiéramos fallecido las dos en el parto.
Rayna era un nombre que la pareja había pensado para su hija desde antes de casarse. Fue Teodoro quien lo escogió y lo puso en honor a su abuela paterna. En búlgaro Rayna significa “que pertenece al paraíso”. Paradójicamente, Rayna no nació en el paraíso, sino en una casa con muchas necesidades y en medio de la lucha política de su padre.
Ver también «De El Batey a Chacao»
Ver también «Aquellos calorones de El Batey»
Buenísima narración.
Honrosa historia la de Aurora y la de Teodoro, por supuesto.
Ella es una gran periodista, culta, comprometida, madre entrañable y poeta que ha luchado por superarse toda su vida y ha vivido episodios muy importantes de la Venezuela contemporánea. De historias infinitas en su vida, memorables como las de Teodoro, que Dios lo tenga recompensado bregando feliz en el cielo.
Y a ella, que mucho viva: tiene esa cabeza lúcida, activa y sensible. Yo la quiero, aprecio y admiro tanto como a él. Que yo sepa vive en Caracas.
Muy buen trabajo hizo la periodista, coherente y cautivador cuento.
La felicito, y a Sebastián de La Nuez, por esta labor formidable de su «Hable conmigo».
Muy conmovedor relato.
Gracias, María Fernanda, un fuerte abrazo.
Gracias, Carlos, puedes ver otros materiales sobre TP en este mismo blog. Saludos.
Qué buen trabajo el de la periodista Daniela Mejia. Enterándome además de muchas cosas, por cierto, que desconocía sobre la épica lucha de mi mamá, guerrera y persuasiva como ninguna, para liberar a mi papá de la cárcel. Cada día los admiro más a los dos. Gracias Sebastián por recoger en tu blog historias que inspiran. Éxitos, Saludos!!
Que bellas palabras y expresiones de admiración para mis padres. Te agradezco infinito el afecto Maria Fenanda. Un abrazo.
Extraordinario relato, cualquier tema sobre la vida de Teodoro es apasionante.
Hola Irene, como estás? Soy Jesus Sánchez, admirador número 1 de Aurora, también me gustó la pequeña historia narrada sobre tu mamá y Teodoro.
Hoy, 31 de marzo del año 2022, mi esposa (también periodista) y yo, comentábamos acerca de Aurora, su estado de salud, y obviamente, no tengo acceso a medio alguno para saberlo pero encontré la narración y con ella la posibilidad de comunicarme con algún familiar u amigo y así lograr información sobre aurora.
La conocí personalmente hace varios años en una exposición del libro, en la plaza Altamira. Parecía un sueño verla físicamente, tan linda y querida por mi, su admirador número 1.
Mi relación con ella nació con el programa «La Tierra y su Gente», yo tendría menos de 15 años, y durante muchos años deseé conocerla, hasta esa hermosa tarde lluviosa y neblinosa.
Saludos
Jesus Sánchez
0424 6597194
Hola, hoy casualmente conocí a Aurora, me acerqué a ella en la St Honoré de Los Palos Grandes para decirle que su cara me era conocida y me dijo que era Aurora Martinez, la periodista del conocido programa «La tierra y su gente». Le dije que me había llamado la atención por su hermoso cabello y me contó que su hija había fallecido hace 7 años de cáncer. Una mujer encantadora, muy elegante y conversadora.
Gracias por su comentario, Martha.
Una historia conmovedora y apasionante con un final feliz, por la liberación de Teodoro para cuidar de su esposa y ver su hija nacer. Para mí, Teodoro siempre será un referente.