Una tarde con Manuel

MDM en la terraza de la casa de Vegueta el martes 8/3/2022, por la tarde.

Una tarde con Manuel Díaz Martínez puede alargarse y terminar con un batido de plátano canario en el tercer piso de la casa de su hija Claudia en Vegueta. Es una tarde de primavera en Las Palmas de Gran Canaria, la que atrae turistas todo el año precisamente por su eterno paisaje primaveral. Estar varias horas con el poeta es largarse a vivir y sufrir por un rato en la Cuba revolucionaria, cuando las cosas comenzaron a ponerse feas para el pensamiento libre (que siempre, por serlo, es revolucionario). Más o menos hacia 1968, cuando lo del premio a Heberto Padilla.

El batido lo hace él mismo, el autor de Señales de vida, la antología que le publicó Visor en España en 1998. Manuel ha seguido desde entonces haciendo poemas, haciendo cuentos y a ratos dibujando. Nacido en Santa Clara en 1936, es el autor sobreviviente de la prolífica generación cubana de los 50. Tiene sus dos buenas manos ‒arrugadas a su provecta edad; expertas, en todo caso, batiendo cambures‒ pero sus piernas ya no le responden tanto; sin embargo, suben y bajan todo el día las escaleras de Claudia, exitosa ingeniera de interiores: ella misma proyectó esta casa. Manuel alega que el ejercicio de las escaleras le sienta de maravilla.

Su conversación se desliza desde Nicolás Guillén a Rafael Alberti, pasando por Lezama Lima, Alejo Carpentier, Hemingway y un anónimo guardián pretoriano de Fidel Castro, esa sombra enorme, dicharachera y campechana. Le conoció apenas una vez en un ágape, cuando Alberti, mire usted las paradojas de la vida, se lo presentó: «¿Y usted no conoce aquí al poeta Manuel Díaz Martínez?»

El comandante se le quedó viendo y dijo que… de alguna parte le sonaba ese nombre.

Ya para ese entonces claro que le conocía o al menos sabía perfectamente de él pues, de hecho, Manuel había recibido una invitación expresa para asistir al acto con Alberti. Lo conocía o sabía de él, sobre todo, porque había sido uno de los miembros del jurado del premio de poesía otorgado a Padilla por sus méritos literarios en Fuera del juego, la obra tachada de contrarrevolucionaria por el régimen, que accedió a publicarla a regañadientes y con un prólogo impuesto donde se decía que aquello era cosa de intelectuales que le hacían el juego al imperialismo. / SN


NOTA: en preparación, una semblanza del poeta Manuel. En este mismo blog se encuentra este enlace, un extracto de Solo un breve rasguño en la solapa, su autobiografía, donde explica el caso del premio y la actitud bochornosa del poeta Guillén en ese trance.