«La gente de izquierda lee más», decía Raúl Bethencourt

Raúl Bethencourt en su librería, circa 1965. Foto cedida por Margarita Bethencourt.

Cuando se habla de las viejas librerías de Caracas, las emblemáticas donde se pactaban tertulias y se vendía buena literatura, se habla de los despojos del tiempo y del progreso. Javier Marichal, librero y bibliófilo de toda la vida, refiriéndose a una del Centro Simón Bolívar que duró hasta los 80, recordaba una pared que unos obreros destruyeron cuando el local fue transformado en venta de franelas o alguna zarandaja parecida. Con aquella pared se iban las firmas de unos antiguos asiduos que se reunían en Centro a conversar, entre ellos Alejo Carpentier. Hoy, acaba de salir en el diario El País, ha desaparecido 75% de la oferta venezolana en libros. Una tragedia, se mire como se mire. Quedan las paredes del recuerdo o las fotografías sepia, las alacenas y desvanes donde duermen cajas polvorientas que contienen páginas que quizá ya nadie leerá. Por cierto, he aquí un viejo y casi desmaterializado recorte de prensa que contiene la plenitud de otra era, la de las vacas gordas aunque entonces no lo pareciesen: una entrevista al librero Raúl Bethemcourt en El Impulso de Barquisimeto del domingo 16 de febrero de 1975, firmada por la periodista Mirla Alayón. Es curiosa, sobre todo por algunas preguntas de ella (como la referida a José Vicente Rangel) y también por las respuestas del legendario Bethencourt, el de Suma en Sabana Grande, donde Carlos Andrés Pérez solía ir a comprar

Mirna Alayón

−¿Siempre ha trabajado en la venta de libros?

−Desde hace quince años.

−¿Qué hacía antes?

−Primero fui contable, después vendedor de maquinarias, luego distribuidor de libros y ahora propietario de esta librería.

−¿Por qué adquirió usted la librería Suma?

−Fue la forma de cobrar una deuda.

−¿Cuánto tiempo hace de eso?

−Hace nueve años que soy su propietario y la librería tiene 26 años de fundada.

−¿Qué experiencia grata me puede contar de esta actividad que realiza?

−La cantidad de amistades y relaciones, el cien por ciento de ellas son venezolanos y lo he logrado atendiendo la librería.

−¿Ha aprendido de sus clientes?

−Claro, muchos me estimulan a leer.

−¿Lee usted mucho?

−No tanto como quisiera, porque me falta tiempo.

−¿Se ve usted obligado a leer temas que no le agradan?

−Algunas veces sí, para poder orientar a los clientes, pero rara vez caigo en libros que no me interesan.

−¿De los personajes públicos de la actualidad, podría usted citarme alguno como cliente de la Suma?

-Carlos Andrés Pérez antes de ser presidente de la República venía mucho, a pesar de que tenemos la fama de ser muy de izquierda.

−¿Cree usted entonces que ahora el presidente Pérez no lee como antes?

−Realmente no lo creo así, seguramente ahora tiene quien le compre los libros.

−¿Quién cree usted que lee más, la gente de izquierda o la de la derecha?

−La gente de izquierda, por la sencilla razón de ser la más inquieta y preocupada por los problemas sociales.

−¿Tiene Suma alguna característica especial diferente a las demás librerías?

−Tiene una tendencia humanística muy marcada, antes era más técnica. Ahora, aclaro, tocamos todas las ramas excepto medicina y derecho, porque requieren una especialización muy grande.

−¿Entre el político y el intelectual, quién es cliente habitual?

−Creo que ambos, pero más el político. Por ejemplo Ramón Escovar Salom y Ramón J. Velásquez son asiduos clientes.

−¿Qué tipo de libro tiene más salida?

−La novela, salvo autores notables, ha decaído. Vendo más ensayos y el joven busca más la narrativa.

−¿Según lo que usted puede apreciar, el joven lee mucho?

−El joven lee mucho y sobre todo con un afán que a mí me halaga, pero siempre se mantiene el lector constante y vicioso.

−¿Qué condiciones especiales debe tener la persona dedicada a la actividad que usted realiza?

−Es imprescindible tener buena memoria, también inquietudes por la lectura y una paciencia terrible para aguantar al ignorante.

−¿Cuáles son las obras de más demanda en esta librería?

Recurso del método, de Carpentier; Abbadón el exterminador, de Ernesto Sábato; La saga/fuga, de Torrente Ballester… Entre los ensayos, Las venas abiertas de América Latina, de Galeano, y La civilización en la encrucijada, de [Radovan] Richta.

−¿A qué atribuye usted la fama de la librería Suma?

−Un poco al punto donde está ubicada y especialmente a que los clientes y asiduos visitantes se dan cita aquí. Incluso le puedo decir, llegan cartas, telegramas e invitaciones a personas que no conozco pero a las cuales les remiten su correspondencia acá.

−¿Cómo se define usted políticamente?

−De izquierda, pero esto no quiere decir que vendo solo este tipo de literatura.

−¿Tiene usted a la venta la Biblia?

−Claro que sí, es un libro por lo demás muy curioso, leído no solo por los religiosos.

−¿José Vicente Rangel es cliente suyo?

−Era cliente, pero ahora viene poco.

−¿Se venden mucho los libros de poesía?

−La muy definida, porque no hay que olvidar que la poesía es la cenicienta de la literatura. Buscan más a Neruda, García Lorca, Poe, etc.

−¿Aparte de la lectura, qué otra afición tiene usted?

−El teatro y el cine.

−¿Por qué le agradan?

−Porque soy curioso de los experimentos que en ambas representaciones se puedan lograr.