Que no se pierdan estas voces

Enrique Hidalgo, músico y poeta (foto tomada de internet, s/f).

El periodista Evaristo Marín continúa en esta entrega rindiendo homenaje a músicos del oriente venezolano que han hecho historia y la siguen haciendo.  Desde Emil Sucre Gamboa a Enrique Hidalgo pasando por Carmen Victoria Arreaza, Gualberto Ibarreto, Chelique Sarabia y más. En este texto desfilan versos, acontecimientos y personajes cuya memoria no debe perderse

Evaristo Marín

Emil Sucre Gamboa lleva nombre de pila árabe pero viene de los Sucre de Cumaná, descendientes directos del Gran Mariscal Antonio José de Sucre. Emil ha alcanzado en El Tigre de Anzoátegui notable relevancia como compositor e intérprete del cuatro; también es locutor, educador y humorista. Vive haciendo chistes a costa de los personajes locales. Cierta vez, a un viejo músico, amigo suyo, se le arrugó la boca de tanto comer mango en la víspera de su sorpresivo fallecimiento. Total, no le podían colocar la prótesis dental. «Entiérrenlo sin plancha, él no va para ninguna ternera», dijo de lo más serio Emil. El talento no parece tener límites en Anzoátegui. Una pianista de Aragua de Barcelona, Carmen Victoria Arreaza, es la autora de Elevación, una de las canciones que popularizó Mayra Martí (muy apreciada cantante nacida en Puerto La Cruz) en los recordados shows  de Renny Ottolina por RCTV. No puede soslayarse, por otro lado, el aporte que ha dado al acervo de la región el Puerto La Cruz, pedacito de cielo de Alí García. Oírla en la voz de  la guayanesa Lucerito Delfino deja un convencimiento: esa pieza reviste carácter emblemático en el oriente del país. Otro caso de talento: el músico y galeronista margariteño Julián Guevara, quien interpretaba en los comienzos de la emisora Ondas Porteñas, de Puerto La Cruz, publicidad a ritmo de galerón:

Qué bello es Puerto La Cruz
Ay qué lindo atardecer
Qué bonita son sus playas
Saboreando un buen café

Esa era la cuña del café Caballo Rojo, de los hermanos Saín, los de la factoría que estaba en la calle Buenos Aires, esquina con 5 de Julio. «Su marca es Caballo Rojo, lo toman todos, Caballo Rojo». Emil Sucre ha enviado un mensaje por wasap en el que da cuenta de sus actividades al día de hoy:

Estoy como siempre componiendo diferentes géneros musicales, produciendo a nuevos talentos, grabando mis canciones, moderando el programa Venezolaneando desde hace 15 años por Antorcha TV y desarrollando actividades sociales a través del Rotary, fundamentalmente con los jóvenes. Haciendo presentaciones artísticas como cantautor. Está por salir un tema que compuse como tributo al gran Gualberto Ibarreto en donde, además, canto junto a Francisco Pacheco, Iván Pérez Rossi, Mauricio Castro y Rummy Olivo, entre otros.

Emil le compuso una canción a su amigo Enrique Hidalgo, que no hace mucho cumplió los 80. Dice Emil que, con letra sencilla y breve, ha procurado recoger la inquietud poética y musical del  «gran bardo nacido en El Tigre y acrisolado en la Universidad del Zulia». Se la compuso con motivo de sus 80 años y como regalo de agradecimiento por haber sido el productor de su primer trabajo discográfico, el cual dio impulso a su carrera como cantautor. Le reconoce su influencia, le llama maestro.

Felo Armas Alfonzo siempre sostuvo que Anzoátegui es tierra musical por excelencia. Algo debe añadirse: el siglo XX ha sido, entre todos los siglos, el de los más grandes talentos musicales de esta región. Eso incluye a músicos nativos y a muchos otros que se avecindaron en este ámbito geográfico, en algunos casos desde la infancia. Son considerados anzoatiguenses. Eso ocurre o ha ocurrido con Chelique Sarabia y Gualberto Ibarreto. El primero de ellos, hijo de un trabajador petrolero, llegó a San Tomé muy  niño desde La Asunción, isla de Margarita, y Gualberto, una de las glorias musicales de El Pilar, estado Sucre, comenzó a tener notoriedad como intérprete de la música popular oriental desde su época de liceísta en El Tigre. El carácter alegre, parrandero, de los orientales,  tiene en ellos  y en muchos otros su expresión.

GUALBERTO, CHELIQUE, ENRIQUE

Gualberto Ibarreto. Foto promocional tomada de internet, sin crédito.

Ibarreto, luego, saltó a la fama durante sus tiempos de universitario en Mérida, como intérprete de Luis Mariano Rivera; sin embargo, su torrentosa voz era muy popular desde sus días de liceísta en el Liceo Briceño Méndez. Y tuvo su primera escuela musical en la academia que el maestro José Medina lideró en El Tigre petrolero desde los años 50. 

Uno de los primeros trabajadores petroleros de la Mene Grande, Carmito Gamboa, guayanés de Ciudad Bolívar con mucha vinculación margariteña, fundó el primer grupo musical. Su hijo Hernán Gamboa, el primero de los músicos nativos de San Tomé, se hizo famoso internacionalmente con el cuatro: fundador de Serenata Guayanesa, fino compositor. Vivió en Florida de los Estados Unidos ―como muchos talentos artísticos criollos― con el corazón en Venezuela. 

Chelique Sarabia (1940-2022). Foto tomada de internet, sin crédito.

Chelique Sarabia era apenas un joven estudiante de la escuela industrial cuando su nombre comenzó a correr por el mundo con Ansiedad, una de sus más conocidas expresiones musicales.

―¿Ese muchachito es el autor de esa canción tan bella? ―preguntó sorprendido Nat King Cole cuando tuvo la oportunidad de conocerlo.

En la voz del norteamericano, esa canción fue un éxito internacional. Hasta la incorporó Ray Conniff a su famoso coro de voces. Fue su consagración. Pero sus amigas, las cantantes y hermanas Rosa Virginia y María Teresa Chacín, fueron quienes dieron más sabor venezolano  a sus canciones. Con Orinoco rio abajo, Chinita de Maracaibo y otras que dedica a Margarita, Chelique pasea con sus tonadas por este país, mi país, tu país. Por un largo tiempo, a Rosa Virginia y María Teresa era frecuente verlas con Chelique en las calles de San Tomé.

Enrique Hidalgo (ahora en Miami, Florida, donde ha internacionalizado un grupo musical con  sus hijos) es quizás, entre los tigrenses, el músico y compositor de mayor obra y aciertos. Además de talentoso y polifacético músico, Hidalgo es muy fino poeta. Cuando le llega la inspiración, puede crear una pieza en media hora.

―Nos faltaba una canción para concluir el disco. Enrique dijo «déjame dar un paseo por la playa y la traigo».

Así lo cuenta Juan Carlos Salazar, asombrado de su talento. Hidalgo es el músico y poeta de las cosas sencillas. En sus versos abundan las expresiones del más puro romanticismo de su época juvenil y de ese íntimo comportamiento, emotivo, furtivamente picaresco y amoroso que lo identifica tanto con la manera de ser del venezolano:

Tu amor que fue
el agüita de mi calor
el azúcar de mi café
el consuelo de mi dolor…

Su Mujer barcelonesa es poco conocida, pero lleva en su letra los recuerdos del aire  colonial que lucha por sobrevivir en la capital de Anzoátegui:

Mujer barcelonesa, histórica prenda…

De su época de Maracaibo, cuando los primeros de sus muchachos con Yamila estaban en las primeras letras, son sus poemas, de corte infantil, en los cuales son recurrentes las remembranzas de su niñez en El Tigre de Anzoátegui. Los recogió en un libro Canción del agua buena (Caracas, 1983). Ese compendio es una joya de la poesía infantil anzoatiguense.  Los versos de «Lengüita Mocha» son de una ternura infinita:

Mi hermanito pide ¡aba!
Ahí mismito le doy agua.
Si rabioso pide ¡bul!
Yo le traigo su cambur.
Si otra vez me pide ¡aba!
Sé que me pide guayaba.
Vuelve y repite ¡bul!
Yo le doy otro cambur.
Casi todo lo comprendo;
Asimismo yo aprendí
Y si a veces no lo entiendo
Es él quien me entiende a mí.

Músico y maestro, músico y poeta, músico y pintor. De todo eso hay en abundancia en este hijo tan excepcionalmente querendón del arte popular y de esa creatividad de la gente en tierras petroleras de Guanipa. Tu amor que fue la salida del mismo sol lo escribió a una de sus primeras novias. Ahora cumple medio siglo en esos menesteres del cuatro y de sus cantares: La Carta, Presagios, El Tigre de antaño, Ladrón de tu amor, Mujer barcelonesa. Grandes intérpretes de la música venezolana han puesto sus voces en estas y muchas otras de sus canciones. El 13 de junio de 2014, uno de los principales centros de formación universitaria de Miami le rindió homenaje en el medio siglo de su vida artística. La comunidad venezolana en Florida estaba allí convocada por la coordinación cultural del NPTI, a cargo de Elisa Todd y el comité organizador del evento bajo la coordinación de la periodista y productora radial Belsay Hennig.

Con la dirección musical del maestro Mauricio Silva, estaban allí, interpretando sus canciones, Luz Marina, Ilan Chester, Saúl Vera, Américo Baptista, Eugenia Méndez, Marger, Arabella, Estelita del Llano, Grupo La Familia, Boris Bossio, Jorge Quintero y sus hijos Jonés, Javier, Jesús, Jannio y Jaime (del grupo Urbanda) y su hija Sacha Hidalgo, quien tuvo a su cargo la escenografía y exposición fotográfica y de pinturas. El alcalde de Ciudad Doral, Luigi Boria, y el presidente de la Cámara de Comercio Venezolano- Americana, Luis Ramírez, entregaron placas de reconocimiento al homenajeado.

Estelita del Llano extrajo, de los recuerdos, un bolero que Enrique Hidalgo daba por perdido. Había olvidado hasta la letra. Ilan Chester tuvo que repetir, entre aplausos, Presagio. Como todo no podía ser rigor, Arabella y Marger sacaron a los invitados a la pista con lo mejor de la salsa y los merengues que los han hecho famosos.