
Este artículo lo escribió Gioconda Espina en abril de 1991. Salió en las páginas de opinión de El Nacional el 4 de ese mes. La profesora ha dado permiso para reproducirlo. Ella es licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela, maestra en Estudios de Asia y África del Norte por El Colegio de México y doctora en Estudios del Desarrollo por la UCV, donde ejerce además como profesora titular. Ha escrito ensayos breves y libros sobre los estudios de género y el psicoanálisis. Sigue viviendo en Caracas. Comenta a través del correo electrónico: «Siempre he buscado, en las librerías, novedades o vejeces literarias y, desde 1979, teoría feminista. Por eso el diálogo que registro con Sergio. Así como ensayistas que piensen el mundo, incluidos los y las psicoanalistas, pero también soy coleccionista de biografías, diarios y cartas, porque es la mejor manera de acercarse a la época y la manera particular de vivir la época». Visitaba mucho la librería de Sergio Alves, de quien habla en esta nota, y también Lectura, en Chacaíto. Sobre esta última añade un dato a lo ya publicado en este blog: «Lectura fue punto de reunión de los anarquistas venezolanos durante mucho tiempo y nunca lo supe cuando yo frecuentaba a los que iban a eso. Creo que me consideraban muy estalinista y nunca me invitaron. Pero sí recuerdo al señor bajito y gordito que los convocaba, a él sí que le compré libros. Todo esto lo supe este diciembre porque en una feria los anarquistas me vendieron una historia del anarquismo en Venezuela escrita por Rodolfo Montes de Oca» (el librero anarquista al que se refiere era Antonio Serrano)
Gioconda Espina
El último librero que queda en Caracas, de la estirpe a la que también perteneció Alberto Conte, es Sergio, el culto portugués del antiguo Pensamiento Vivo,actual propietario y único vendedor de Divulgación,en la planta baja del Centro Comercial Los Chaguaramos.
Más grandes y organizadas las hay, como la del Ateneo de Caracas. Mejor situadas también, como Suma o Lectura. Recién inauguradas a punto de competir con la del Ateneo en eso de ofrecer sus espacios a conferencistas y artistas plásticos, igualmente, como la Kadmos.Y hasta con un librero que hace tiempo está haciendo carrera en la línea de Conte y Sergio, como la Ludens, que tiene a Javier [Marichal].
Es el único librero que recuerda a cuál tema se dedicaba una la última vez que entró
Pero Sergio es demasiado lujo. Todos quienes lo conocen le deben una o más de una recomendación que cambió sus puntos de vista sobre un asunto, que hizo menor su ignorancia sobre alguna cuestión. Somos los mismos a quienes evitó comprar un libro que ya había revisado y descartado como oferta a sus amigos.
Sergio es el único librero que recuerda a cuál tema se dedicaba una la última vez que entró ahí a realizar un arqueo. Así, mientras te lleva a los anaqueles correspondientes en medio de un desorden que sólo él puede tener clasificado, te va informando acerca de los últimos libros que ha leído.
A veces una se emociona y pide un ejemplar del libro que te está hablando hace rato y él responde muy tranquilo: «ese no lo tengo aquí, lo tengo en casa, no te dije que lo estuviera vendiendo». Y continúa: «Aquella revista que te vendía, ¿recuerdas?, ya no la venderé más, salió el último número». Luego me resume las razones de María Teresa Horta y las otras editoras de la magnífica revista Mulheres, de Portugal.
Le cuento que conocí a la Horta en un video grabado en México y él me habla de sus poemas: también los tiene en su biblioteca. Le agradezco que una vez me haya recomendado a Saramago y, antes, mucho antes, a Pessoa. Recuerdo los foros que organizó sobre el poeta y, entonces, me invita a las charlas que próximamente dará en Caracas Lidia Jorge, una novelista portuguesa extraordinaria, agrega. ¿Que si tiene alguna novela de ella? Sí, claro, tiene la última. Tomo el ejemplar de La costa de los murmullos yreviso el reverso de la tapa ya saben para qué. Le pido que me haga la cuenta con La costa incluida. Ha finalizado otra lección de literatura portuguesa.
Muchas gracias Sebastián por sorprenderme este viernes santo 2023 con la publicación de aquella nota del 91 y con nuestro reciente intercambio por correo… Sólo te pediría que –si es posible– corrigieras ese Ospina puesto en lugar de la Espina que soy. Un abrazo «santo» y caraqueño desde tu país.
Gracias, profesora. Ya está corregido el gazapo.
La verdad que Venezuela era un lugar de grandes librerías y de extraordinarios libreros. Poco a poco se fueron apagado. Algunos de extraordinarios talentos como el el Sr. Gomez, de la Librería Historia. Raúl, de la Librería Suma, muy docto, lector y conocedor de cada libro que vendía. Otras grandes librerías fueron cerrando, Lectura de Chacaíto creo que ya no existe. La Librería Historia del CENTRO, tampoco creo que existe. Y otro de las mas grandes libreros de Caracas, es el argentino Raúl Heredia, hoy, en Argentina, terminó regalando miles de miles de libros. (Ojo, hace tiempo no estoy en Caracas, Ronny Velasquez.,