
Esta entrevista imaginaria fue realizada por la estudiante (Comunicación Social, UCAB, mención Periodismo) Viviana Ferro en 2010. Era una de las exigencias de la cátedra Entrevista Periodística. Eddy González, mejor conocido como el Gurú, había fallecido varios años antes. Fue un fotógrafo acucioso, informado y riguroso; sobre todo, un personaje entrañable de las salas de Redacción en donde estuvo o por donde pasó. Conversador afiebrado, un talento observador y crítico, de humor volátil. Algunas de sus fotos, sobre todo durante su etapa para El Diario de Caracas, deberían recogerse en una buena edición con comentarios y análisis; pero ya se sabe: el archivo de El Diario fue hurtado durante el caos de su cierre definitivo. Las fotos del Gurú reflejan un país en democracia, dinámico y conflictivo, de amplias brechas sociales; asimismo, una Caracas callejera, de personajes y sitios curiosos. Dos textos completan esta entrevista: un testimonio de Faitha Nahmens y un extracto del relato de Roberto Giusti sobre la mañana en que el fotógrafo retrató, segundo a segundo, la muerte de un encapuchado a las puertas de la Universidad Central de Venezuela (ver segmento al final de esta entrada). En este blog se pueden leer perfiles o entrevistas imaginarias de grandes reporteros gráficos que dejaron huella en Venezuela: Blasco, Scotto o el Gordo Pérez, entre otros. Gurú es uno de esos grandes
Viviana Ferro
El lugar de encuentro es un restaurante ubicado en Parque Central, muy cerca de su actual residencia y donde, según él, hacen el mejor cartoccio de lomito que haya probado. Eddy González llega caminando lento, con precaución, vestido con una camisa a cuadros azules, jeans, botas de cuero y su imprescindible bolso de trabajo donde carga su más preciada posesión: una cámara que ya parece simbiótica con su cuerpo. Es un hombre un poco pasado de kilos, con una nariz prominente, cabello blanco con grandes entradas y su mirada al principio parece perdida, pero al analizarla se descubre que en realidad está tratando de observarlo todo.
Al principio sus palabras salen con timidez, pero mientras fluye la conversación parece caer poco a poco un caparazón que lo recubre. Todo mejora cuando llama al mesero y le dice:
―Flaco, tráeme un whisky 12 años, por favor ―voltea y aclara―: un buen trago siempre es necesario, pero con el alcohol hay que tener moderación igual que con todo en la vida.
Ahora, ya el reportero gráfico se siente cómodo.
─¿Por qué le apasiona tanto la fotografía? ¿Qué siente cuando tiene una cámara en la mano?
─Amo la fotografía en todos los sentidos. Sus matices, la libertad que brinda y todo lo que se puede lograr a través de ella. No importa todo lo que vea, todo lo que viva, esta es una profesión que no me para de sorprender; a través de la cámara veo cosas que con mis propios ojos no logro ver. Creo que a través de una buena fotografía se pueden mostrar trozos de la realidad que no todos conocen.
─Es uno de los pioneros en Venezuela de la fotografía digital, uno de los primeros en emplearla y tener seguridad en ella, ¿a qué se debió esa confianza que le tuvo a las nuevas tecnologías?
─Al principio nadie creía en ella, no pensaron que tendría la importancia que ahora tiene este tipo de fotografía. Pero yo siempre supe que era el futuro, lo nuevo que había llegado para quedarse. Tuve que luchar, escuchar miles de peroratas sobre que era una idea poco viable, pero nunca perdí la esperanza y ahora aquí estamos, en el mundo de la era digital. De hecho fui uno de los primeros fotógrafos en Venezuela en impartir cátedra sobre esta nueva tendencia. Algo me decía que era el futuro.
El Gurú trabajó en varios periódicos del país e incluso fue director de Fotografía de El Diario de Caracas en la década de los 80, pero hacia 1994 creció su trabajo independiente y llegó a trabajar solo de forma privada, incluso para agencias de publicidad
Sonríe, sólo como se sonríe cuando se recuerda el pasado. Cuenta que una vez, en un viaje que realizó hace unos cuantos años a Nueva York con su amigo Nelson Castro, el también fotógrafo del diario El Nacional, gastó todo el dinero que tenía ─cuando no existían ni Cadivi, ni cupos, ni restricciones─ en equipos digitales, ya que aseguraba que ese era el futuro. Así fue. Al terminar la historia todavía sigue con la sonrisa plasmada en sus labios.
─Aparte de fotógrafo se le podría también considerar maestro, ha dado clases de fotografía digital, foros sobre «El reportaje gráfico en tiempos de turbulencia», como es el caso de la última charla que impartió en la Universidad de Los Andes, y muchos terminan tratando de imitarlo. ¿Por qué un fotógrafo tiene esa necesidad de traspasar sus conocimientos?
─No sería justo dejar que murieran conmigo todas las cosas que he aprendido luego de casi 40 años de experiencias, no soy mezquino con lo que sé. Enseñando es la única manera de obtener profesionales de calidad y capaces de dar lo mejor, incluso cuando ellos mismos no se dan cuenta del potencial que tienen, como dijo el poeta griego Hesíodo, «la educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser». No soy catedrático, no me gusta vanagloriarme de mis trabajos, lo único que trato es de traspasar todo lo que sé. Me gusta enseñar.
Eddy González emana un aire de sabiduría que no pasa desapercibido por nadie, es un hombre con un alto nivel cultural y que ha observado diversas visiones de la vida, por lo que sus respuestas siempre parecen aleccionadoras pero sencillas, como un padre que está educando a un hijo.
Le dijo a Viviana Ferro, en esta entrevista imaginaria, que lo que más disfruta en la vida es una conversación inteligente en buena compañía
─Trabajó en varios periódicos del país e incluso fue director de fotografía de El Diario de Caracas desde la década de los 80, pero desde el año 94 fue aumentando cada vez más su trabajo independiente, hasta ahora, cuando sólo trabaja de forma privada e inclusive con agencias de publicidad, ¿en qué ámbito se siente más a gusto?
─Trabajar en una redacción te llena de adrenalina, hay que vivir el día a día sin saber qué esperar ni qué ver. La situación puede cambiar en un segundo y tienes que estar dispuesto a cubrirla sin importar si es tu fuente de preferencia o no. La mayoría de mi trabajo ha estado dedicado al periodismo y me gusta porque puedo mostrar ese lado del país que no todos conocen o se hacen los que no conocen…; el hecho de independizarme me ayudó a crecer como profesional, me dio más libertad. Maeztu dijo: «La libertad no tiene su valor en sí misma: hay que apreciarla por las cosas que con ella se consiguen». Yo, gracias a ella, pude lograr grandes trabajos. Así que estas dos etapas tienen igual peso dentro de mi vida profesional.
─Durante toda su carrera pudo estar en momentos de gran relevancia histórica, incluyendo el Caracazo, y dos golpes de estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez. ¿Qué es necesario para poder retratar momentos tan impactantes y hasta crudos?
─Las noticias hay que buscarlas, no llegan a ti solas, uno siempre tiene que estar atento al acontecer diario. Recuerdo que el Caracazo empezó como una manifestación en Guarenas y vimos las dimensiones a las que llegó; en ese momento yo era jefe de fotografía en El Diario de Caracas y, apenas hubo el primer foco de problemas, fui para fotografiar lo que ocurría. He visto cosas muy fuertes, es necesario mucho aplomo y arrojo, pero alguien tiene que mostrar eso que otros niegan. Las fotos hay que salir a buscarlas porque este es un trabajo que no descansa.
─¿Cómo alguien a quien se le considera un Gurú de la fotografía, que ha tomado fotos tan recordadas como la imagen del rayo cayendo sobre el Banco Central de Venezuela, o la secuencia de fotografías de un hombre disparando en la Universidad Central, nunca ha participado en grandes exposiciones?
─Como ya dije, mi trabajo ha estado prácticamente dedicado al periodismo. No me imagino recopilando las obras para un libro o una exposición, no las creo tan grandiosas. Yo tomo fotos del día a día, de las grises historias de la ciudad.
Muchos lo consideran un gran profesional, piensan que el hecho de trabajar con él en las salas de Redacción de periódicos como El Diario de Caracas ha sido una placentera experiencia de la que han sacado grandes enseñanzas; pero Eddy González puede llegar a ser una persona muy ruda, con muchas dificultades para demostrar sus verdaderos sentimientos, por lo que cantidad de personas pueden llegar hasta a odiarlo. Es que con él no hay medias tintas, o lo odias o lo amas, pero lo que en realidad sucede es que les exige mucho más a aquellas personas en las que ve un gran potencial, y esa exigencia algunas veces puede llegar a parecer excesiva.
─Hábleme de su familia.
─Con mi ex esposa tuve dos hijos, Sara y Samuel, el último ha decidido seguir mis pasos profesionales y actualmente se desempeña como reportero gráfico en el diario El Nacional; estoy muy orgulloso de ambos. Actualmente mi compañera de vida es Lucy Gómez, quien se desempeña como jefa de la corresponsalía en Caracas del diario Notitarde. He tenido mucha suerte, porque no solo tengo una familia maravillosa, sino que tengo grandes amigos con los que he podido compartir todas mis experiencias y que siempre han estado para apoyarme, ayudarme o tener una buena conversación.
Otros dos integrantes de su familia son sus gatos Pina y Pluto, de los que habla con mucha alegría. Comenta que los alimenta y atiende a diario. Se nota su afición hacia los animales, cosa que tiene desde chiquito, ya que ha tenido una gran variedad de mascotas durante su vida. Este fotógrafo tiene una gran sensibilidad hacia todos los seres vivientes, tanto los que caminan en cuatro patas como los de pulgares opuestos.
─¿Cuál es el significado de una fotografía para usted?
─Es mi manera de ver el mundo, yo veo y vivo a través de mi cámara. Disfruto mucho retratando a Venezuela.
─¿Cuál considera que ha sido su mejor fotografía?
─He logrado captar grandes momentos en una foto, pero creo que nunca he conseguido mi foto perfecta. Con el pasar del tiempo veo alguna de mis obras y pienso que quizás la debí hacer diferente, desde otro ángulo o con una tonalidad distinta. Quizás me sucede lo mismo que a muchos grandes artistas, para mí, mi trabajo nunca concluye, siempre puede ser mejor.
─¿Qué es lo que más disfruta en la vida?
─Una conversación inteligente, una buena compañía, la sencillez de la gente, la buena mesa y un buen trago de whisky.
TESTIMONIO DE LA PERIODISTA FAITHA NAHMENS
Vi la foto y me dio un sacudón [se refiere a la foto que encabeza esta entrada]. Fui amiga de Felipe y mucho del Gurú, trabajé con él en el Ministerio de la Juventud, Charles Brewer Carías de ministro; yo hice mis pinitos en periodismo allí, con él, Gurú, hablando de todo, y con propiedad, como él hablaba y forcejeaba con la vida y las incertidumbres, y Carmen Teresa Valdez era mi jefa, todos en la fabulosa oficina de Prensa: emocionantes pautas, conversaciones eternas de amores, de poesía, de Dios, de Caracas, de sueños. Luego nos fuimos todos a El Diario de Caracas, incluyamos al querido Nelson Castro, también en la oficina, y al Coco Lorenzo que ya falleció. Samuel González, gran poeta, hijo de Gurú, adorará ver esta foto. Con Gurú hice pautas maravillosas, una reseña del Médico Asesino que incluyó probar aquellos brebajes, hasta ir a cárceles (no por beber). La vida en un instante. Qué pesar su partida. Tenía mucho que dar. Un libro que tengo pendiente sobre mi tío Wolfgang iba a llevar sus fotos. Fuimos a casa de mi tío en Santa Mónica y se las tomó. Nunca me las dio. La muerte se interpuso con su talante sátrapa. ¿No haremos una exposición con su trabajo? Hay que rastrearlo… habíamos pensado en eso, contacté a Lucy Gómez en Alemania… en fin… la belleza no debe nunca postergarse. Ni la felicidad.
EXTRACTO DEL TEXTO DE ROBERTO GIUSTI
Casi de inmediato apareció la Policía Metropolitana y comenzó la rutina. De un lado los policías lanzaban bombas lacrimógenas, del otro se las devolvían junto con una lluvia de piedras. Entre los dos bandos, acostados, amuñuñados detrás de las palmeras, los reporteros. Adelante y atrás, al descubierto, los fotógrafos. Al principio parecía un fantasma, su rostro una mancha negra, emergiendo de las nubes artificiales provocadas por los gases (clic). A medida que su carrera lo acercaba a la plaza, se fue corporizando (clic). Cuando puso rodilla en tierra (clic) y estiró su brazo derecho, mientras la mano izquierda oprimía la muñeca para fijar el pulso (clic), el cuerpo se sacudió levemente con el disparo (clic). Sin solución de continuidad una nueva sacudida lo estremeció violentamente (clic) y saltando hacia adelante, los brazos ya laxos y la pistola en el aire (clic) cayó de bruces sobre el asfalto (clic). Era la secuencia perfecta, el movimiento congelado de un cuerpo sin rostro que por esa carencia (¿no es acaso el rostro el que lo transmite todo?) no perdía ni un gramo de dramatismo durante el brevísimo interregno a partir del cual se cruza el abismo entre la vida y la muerte.
Del libro 70 años de fotoperiodismo en Venezuela, de Banesco y Editorial Cyngular / junio 2011
Conocí al Gurú en El Diario de Caracas, no fuimos grandes amigos pero conversábamos de vez en cuando, sobre de hechos internacionales, que eran mi especialidad. Era conversador, buena gente. Trabajando yo en el Ministerio del Ambiente y en El Universal, junto con Tania Vegas estuvimos tres días visitando refugios de fauna en el Zulia y Falcón. Conversamos mucho. Era un gran tipo, con una buena cultura general. Esa entrevista lo retrata fielmente. Un gran fotógrafo y una gran persona que se nos fue prematuramente.
Gracias, Luis, buen aporte.
Hice muchas pautas con el Gurú. Hablé mucho con él y discutimos. De política, del poder, del sindicato de periodistas. Gracias a esas discusiones, creo que mejoré mi habilidad para argumentar. El Gurú era un buen tipo, a su aire, descreído, observador, reservado. Aquí hay una parte de él, no es que yo conozca la otra. Era un hombre complejo, que creo que encontró en El Diario un espacio con el que identificarse y un desafío. Sentí mucho su partida, porque fue de esos compañeros al que uno llegó a querer y apreciar.
Qué buen reportaje de dos buenos amigos y fotoperiodistas.
En El Diario de Caracas hice numerosas coberturas con el Gurú. Admiraba su capacidad intelectual, de salirse del estigma tan mediocre y frecuente del «mi fotógrafo», que emplean algunos periodistas. Era plenamente consciente de su coautoría de cualquier trabajo, que en aquella época de El Diario, se destacaba en portada. Notable aquella vez en que nos fuimos con una patrulla militar a buscar los restos de un avión al Parque El Guatopo, para terminar dos días extraviados en la selva. Al llegar por fin a un poblado, no hubo debate acerca de la prioridad del momento: dos frías, y reirnos de nuestra estupidez. Educativo era ir con él a las pautas, conversando el tema de la cobertura, del que casi siempre sabía más que yo. Sin haber aun revelado el rollo, llegaba al diario sabiendo qué cuadro aún en la sombra de su cámara podía ser portada del día. Rebelde y leal, no era zalamero con nadie. Era imposible cansarse de trabajar con el Gurú.
Gracias por tu aporte, querido y recordado Alejandro.